2: Reencuentro

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Jack se despertó al recibir una patada por parte del pequeño Erik, que seguía durmiendo plácidamente a su lado. El chico sonrió al ver tantos rasgos suyos en el niño, pues él también se movía mucho mientras dormía, o al menos eso decía Victoria...
Jack se levantó, todavía molesto por el repentino golpe, y la buscó por toda la casa, pensando que la chica estaría todavía allí. La buscó en la biblioteca, en las habitaciones, en la sala de entrenamiento, en la cocina, en el salón... Pero en el fondo sabía que ella había abandonado aquel lugar hacía rato para reencontrarse con Christian, pues así se lo había hecho saber el Alma mientras dormía, aunque él no hubiese sido plenamente consciente. El joven dejó escapar un suspiro y sonrió. Él también tenía ganas de ver al shek de nuevo. Necesitaba medir fuerzas con alguien... Tras permanecer un buen rato parado en el porche de la casa disfrutando de la suave noche de Limbhad, decidió volver al cuarto de Victoria, donde seguía durmiendo Erik, y, sin pensárselo dos veces, se tumbó junto a él y lo abrazó con todas sus fuerzas.

Victoria había salido temprano de Limbhad. Allí siempre era de noche, pero ella sabía qué hora era en la Tierra gracias a un pequeño reloj de pulsera que conservaba de cuando vivía en Madrid. Sólo tenía que calcular qué hora era en Nueva York, y, si sus cálculos no le fallaban, serían aproximadamente las ocho de la tarde.
Se abrigó mucho, pues sabía que durante el invierno, Nueva York no era un lugar precisamente cálido. También tapó a la pequeña con varias mantas que encontró en su habitación para protegerla del frío. Acunó a su hija con suavidad, intentando no despertarla y se dirigió a la biblioteca. Una vez allí, le pidió al Alma que las llevara al apartamento de Christian y en seguida aparecieron en él.
No se sorprendió al ver que seguía exactamente igual que la última vez. Tampoco lo hizo al comprobar que el joven no estaba allí. Sabía que estaba ocupado con los sheks que se habían quedado en la Tierra. De pronto se acordó de Shizuko... Se preguntó que tal sería ahora su relación con Christian. En el fondo no le importaba, pues sabía que Christian la quería muchísimo y que siempre regresaba a su lado...
- «Siempre vuelve...» - se dijo a sí misma.
- «Siempre vuelvo...» - le dijo él una vez.
Se quitó el abrigo que llevaba, lo dejó sobre una silla y se sentó en el sofá del salón, a esperar. Sus piernas empezaron a temblar de los nervios. Estaba ansiosa por volver a verlo, por que aquella sensación que transmitía volviera a recorrerla, por volver a besarlo, a abrazarlo con fuerza... Simplemente por volver a sentirlo junto a ella... Los nervios la nublaban, por lo que decidió inspeccionar a fondo el apartamento. Entró en la cocina y empezó a abrir los cajones, con recelo. Se sorprendió al comprobar que en una de las alacenas había un tarro con café, que parecía estar recién comprado. Sonriente, abandonó la cocina para entrar en el despacho del shek. Junto a una mesa pegada a la ventana, había un pequeño reproductor de música y un estante con varios discos al lado de una mesa. Victoria se sentó, con la niña en brazos, en una especie de pequeño sillón y lo acercó hasta el reproductor. Entonces, cogió uno de los discos al azar y lo insertó en el reproductor. En ese momento la habitación quedó inundada por una de sus canciones favoritas... Beyond... Ajustó el volumen para no despertar a la niña, mientras disfrutaba de cada letra de la canción. Inconscientemente empezó a tararear la canción, mostrando una radiante sonrisa.
En ese momento, oyó como alguien subía las escaleras frenéticamente, a la vez que sentía como su anillo, Shiskatchegg, irradiaba una luminosa luz azulada. Apagó el reproductor con rapidez, sosteniendo a Eva entre sus brazos y salió con rapidez al salón. Se plantó delante de la puerta, esperando que la abriese de una vez. Su corazón palpitaba descontrolado dentro de su pecho, cuando vió que la puerta del apartamento se abría, poco a poco... Frío... Aquella sensación que hacía tanto que no sentía y que tanto añoraba volvió a recorrerla una vez más, llenando cada rincón de su ser. Estrechó a Eva contra sí, con cuidado de no dañarla, cuando lo vió aparecer. Allí estaba él, parado en el umbral de la puerta, con una expresión indescifrable en su rostro y con emoción contenida en sus profundos ojos azules, que la miraban con cariño tras aquel muro helado. Su fino cabello castaño le caía a ambos lados de su pálida cara. Llevaba una cazadora negra y unos pantalones del mismo color. La miraba con cariño y sorpresa, y entonces Victoria no pudo evitar pensar que tal vez nunca lo había visto tan guapo como ahora.
- Criatura... - murmuró él con un hilo de voz.
Aquella palabra fue suficiente para que la chica no dudara en lanzarse a sus brazos entre lágrimas.
- ¡Christian...! - sollozó la joven mientras lo abrazaba con fuerza - ¡Oh, Christian! No sabes cuanto te he echado de menos... - Victoria no paraba de llorar, haciendo que Christian la abrazará con fuerza.
- ¿Te crees que yo no lo he hecho? - dijo el joven shek, mostrando su característica media sonrisa, que volvía loca a Victoria.
Christian se acercó un poco más a ella para besarla, cuando Victoria le rodeó el cuello con un brazo, profundizando el beso que tanto habían anhelado ambos. Christian acarició con cariño los labios de la chica, haciendo que ella lo besara con emoción, anhelante. Cuando se separaron, Christian notó que Victoria sujetaba algo con un brazo y la miró extrañado. La chica sonrió ante la expresión del shek y desenvolvió un poco a la niña, que había permanecido tapada con mantas hasta el cuello. La pequeña seguía profundamente dormida, y Victoria no dudó en tendérsela a Christian. Éste la estrechó entre sus brazos con timidez, a la vez que le acariciaba la mejilla, gesto que fue recibido de buen grado por Eva.
- Se llama Eva Lune - murmuró Victoria mirando a la niña, que empezaba a despertarse poco a poco - Es nuestra hija, Christian...-  explicó Victoria, que dejó caer una lágrima de emoción y se pegó más a ellos.
El joven la miró emocionado. Hacía meses que sabía que Victoria había vuelto a quedarse embarazada, pero no imaginaba que en esta ocasión fuera él el padre biológico de la criatura. Christian la pegó más a él, y en ese momento sucedió algo increíble. La pequeña Lune abrió los ojos poco a poco, dejando a su padre sin palabras. Aquellos ojos azules y fríos como el hielo, aquella curiosa, electrizante, inteligente y penetrante mirada que haría temblar hasta el mayor de los gigantes...era idéntica a la suya, aunque ésta poseyese la característica luz de su madre. Christian no daba crédito, por lo que las palabras tardaron en salir de su boca.
- Hola pequeña Lune... - dijo el joven, mientras depositaba un beso en la frente de su hija, cuyo contacto era tan frío y cautivador como el suyo -...mi princesa... - añadió, mientras la niña lo buscaba con sus manitas - Soy papá... - susurró, anonadado.
Sin dejar de mantener la mirada, Christian dejó que una lágrima rodara por su mejilla. Entonces, Victoria evocó en su mente la última vez que Christian había llorado, hace ya varios años, en los Picos de Fuego...
La joven lo abrazó con ternura, contemplando con fascinación, cariño y cierta curiosidad la enternecedora escena que estaba teniendo lugar en el salón del apartamento. La pequeña no paraba de reír ante las caricias de su padre, y entonces Victoria supo que la niña, al igual que ella, lo había echado de menos, a pesar de no haberlo conocido hasta ahora.
Pasado un rato ambos se sentaron en el sofá donde minutos antes había estado sentada Victoria, aún con Eva en brazos de su padre. Christian sentó a Victoria sobre sus rodillas y dejó que ella acunase a la pequeña. La joven empezó a contarle con detalle todo lo que había pasado desde su ausencia. Le contó como se había quedado embarazada después de su última noche juntos, el nacimiento de la pequeña Eva, la reacción de los sangrecaliente, y en concreto de los Nuevos Dragones, al descubrir la identidad del padre, su inesperada huida hacia la Tierra, con ayuda de Shail, y su recién regreso a Limbhad. El joven pudo ver tristeza y añoranza en el rostro de su amada mientras hablaba y no pudo evitar sentirse tremendamente culpable por no haber estado allí para ayudarlas.
- No es culpa tuya - le dijo Victoria adivinando los pensamientos del shek - Tenías otros problemas más graves que resolver... - sonrió, apenada.
- Nada es más importante para mí que vosotras dos - replicó Christian fríamente. Arrimó a la chica a él, y ésta apoyó la cabeza en su pecho, cansada - Que no se os olvide nunca...
Victoria se dió la vuelta para mirarlo, pero Christian no la dejó, pues ambos volvieron a besarse con ansía.
- ¿Cómo... cómo les va a los demás sheks que se quedaron aquí? - preguntó la chica, una vez separados.
- Ayer consiguieron abrir un portal hasta el mundo que Gerde tenía preparado para ellos... - dijo el joven frío y cortante - Ya no tengo que ocuparme de ellos, y Shizuko me ha jurado no volver a Idhún... No hay de que preocuparse. Estamos por fin en paz.
Victoria asintió, sonriente. Se alegraba de que esos sheks hubiesen podido abandonar la Tierra, porque aquello implicaba que Christian podría pasar más tiempo con ellas, incluso irse a vivir juntos algún día y formar una familia junto a Jack y Erik.
- ¿Cómo está Kareth? - preguntó entonces Christian, con una sonrisa.
- Ansioso por ver de nuevo a su otro papi. - respondió ella, contenta porque Christian preguntase por el pequeño - Él y Jack nos esperan en Limbhad...
La chica pudo ver como Eva se había quedado profundamente dormida en sus brazos. Al no tener donde acostarla, puso un par de cojines en el suelo, colocó a la niña sobre ellos y la tapó con un par de sábanas que Christian guardaba en un armario. Se quedó mirando un rato a la niña que dormía plácidamente en la cuna improvisada que habían hecho.
Pasado un rato, ambos se fueron al cuarto de Christian con la esperanza de poder dormir. Pero llevaban mucho tiempo separados y el sueño no era primordial en aquel momento. Ambos se abrazan, se susurran palabras de amor al oído, se besan como nunca...y se dejan guiar por las caricias y los besos, hasta que acaban dormidos uno en brazos del otro, con la única protección de unas ligeras sábanas blancas que los protegen del frío nocturno, cansados y sintiéndose bien otra vez, porque vuelven a estar juntos. Y esta vez no tienen intención de volver a separarse...

👏👏👏 El segundo capítulo ya ha llegado... Pronto subiré el siguiente, pero también tengo que seguir actualizando la historia, así que dadme tiempo por favor😊 Please votad la historia y comentadla. Gracias😘😘😘
P.D. : El dibujo es mío👍

Memorias de Idhún IV: OrígenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora