La joven sintió como una horrible angustia recorría su espina dorsal. Su corazón comenzó a desgarrarse sin freno y las lágrimas acudieron rápidas a sus ojos castaños, que dejaron de brillar durante unos breves instantes. Cubrió sus labios con ambas manos, ahogando un sollozo que habría destrozado a Shail, quien intentó abrazarla, sintiéndose terriblemente culpable. Victoria rehuyó su abrazo ante la desconcertada mirada del mago. Se volvió sin añadir palabra alguna y se internó fugaz en la casa, corriendo escaleras arriba.
Zaisei vió desde la cocina como su amiga cruzaba fugaz el salón, y, desconcertada, corrió a buscar a su esposo. Lo encontró apoyado en uno de los postes que sostenía el techo del porche, con la cabeza gacha y los ojos vidriosos. Se acercó hasta él apenada, sintiendo la culpa y la tristeza que invadía su corazón, normalmente jovial y febril.
- Shail... - murmuró, apoyando una mano en su hombro izquierdo.
El muchacho no respondió a su pregunta muda. Se volvió con rapidez y abrazó a su esposa del talle, ocultando su rostro en el hombro de la joven celeste. Zaisei no pudo reprimir más lágrimas y rompió a llorar en brazos de Shail, mientras las tres lunas brillaban con elegancia en lo alto del cielo idhunita, empañando el firmamento con las estrellas que danzaban a su alrededor.Victoria se internó a tientas en su cuarto, cerrando los ojos con fuerza para retener las lágrimas. Cerró con fuerza la puerta y se dejó caer sobre la mullida alfombra violácea que cubría el frío suelo de madera. Gritó con todas sus fuerzas, sin importarle que alguien pudiera escucharla. Aquel grito, lleno de furia, desesperación, tristeza e incertidumbre, pareció calmar su alma durante unos instantes, permitiendo a la chica llorar con mayor libertad.
En ese momento, Jack y Christian irrumpieron en la habitación, asustados ante el desconsuelo que mostraba su esposa.
- ¡Vic! - exclamó el joven dragón al verla tirada en el suelo.
Nervioso, Jack se dejó caer a su lado, abrazándola por la espalda con fuerza. Christian también se acercó a ella y acarició su mejilla, intentando calmarla. El joven shek detectó que una terrible idea rondaba su mente y un escalofrío recorrió su espalda inconscientemente. El corazón de ambos se quebraba más y más con cada lágrima que derramaba Victoria, con cada sollozo que escapaba de su garganta.
Los ojos oscuros de la joven estaban empañados, ocultos tras una cortina formada por su ondulado cabello, que le cubría parte del rostro. Jack le apartó con suavidad el cabello del rostro, pudiendo así mirarla fijamente. Besó su mejilla con suavidad y añadió dulcemente.
- ¿Mejor...?
Victoria negó con la cabeza, cerrando los ojos con fuerza y apretando los labios. Christian buscó la mano de Victoria y la estrechó con fuerza. Se llevó la mano de su esposa a los labios y besó sus nudillos mientras Shiskatchegg brillaba con intensidad en uno de sus finos dedos. La joven lo miró, sabiendo que Christian no aguantaría más la tentación de preguntar:
- Criatura... ¿Qué ha pasado?
Victoria suspiró entre sollozos, pero encontró fuerzas suficientes como para responder a su pregunta.
- Se la quiere llevar... - sollozó - Se quiere llevar a nuestra niña... A mi bebé... - dijo, y volvió a ocultar su rostro, esta vez en el hombro de Jack.
Christian entendió el significado que ocultaban aquellas inquietantes palabras, que parecían resonar entre las paredes, haciendo temblar la casa. Miró a Jack fijamente, y el joven entendió perfectamente lo que éste quería decir sin necesidad de hablar. Abrazó con más fuerza a Victoria, mientras Christian cerraba los puños con furia, una furia que los ojos del joven shek no sentían desde hacía tiempo.
Mientras tanto, en la habitación de al lado, Eva dormía inquieta en su mullida cama, sabiendo que algo malo estaba por pasar...y que ese algo traería consecuencias nefastas.A la mañana siguiente todo el mundo madrugó más de lo normal. Shail les había dicho que debían partir hacia la Torre de Kazlunn, donde el padre Ha-Din y el Archimago Qaydar los esperaban desde que su regreso a Idhún se había dado a conocer. Habían decidido ir volando hasta la misma torre, pero Shail y Zaisei solo disponían de un pájaro haai, por lo que Jack y Christian tuvieron que transformarse para poder ir todos a la vez. Victoria y Eva eligieron a Kirtash como montura, mientras que Erik e Ylai iban montados en Yandrak. Shail utilizó un hechizo ilusorio sobre ellos, para que los demás solo vieran a un par de viajeros corrientes montados en tres pájaros haai. Una vez preparados, Victoria y Eva le pidieron a Christian que alzara el vuelo, a la vez que Jack y el pájaro haai de Shail lo imitaron.
Eva se agarró con fuerza a la espalda de su madre, algo asustada, mientras Victoria, que iba delante de ella, disfrutaba del despegue. La chica solo había volado una o dos veces antes, y había sido en un avión, no en un shek. Christian desplegó sus imponentes alas y, después de coger un pequeño impulso con su cuerpo, alzó el vuelo con fluidez, sorteando un par de árboles que les dificultaban el despegue.
Una vez se calmó, Eva empezó a disfrutar del inmenso paisaje que se extendía a sus pies. Estaban sobrevolando una verde pradera llena de casas y campos de cultivo, por los que de vez en cuando se distinguían pequeños riachuelos cargados de aguas cristalinas. A lo lejos se veía como una inmensa cordillera acariciaba el cielo de Idhún. Los tres soles brillaban con fuerza y Eva dejó que el calor que le transmitían se mezclara con el frío que sentía al contacto con su padre. Abrazó con cariño la espalda de su madre y dejó caer la cabeza en su hombro. Había notado sin apenas esfuerzo que su madre no estaba de muy buen ánimo. Parecía no haber dormido en toda la noche y su larga cabellera lucía enredada por su espalda. Apoyada en el hombro de su madre vió como su hermano charlaba animado con Ylai, mientras Yinsei permanecía callada tras su padre, ambos montados en un nervioso pájaro haai.
Cerró lentamente los ojos e intentó no pensar en nada, cuando sintió que alguien entraba en su mente.
- «¿Qué tal, princesa...?¿Disfrutas del viaje?» - le preguntó su padre mentalmente.
Eva no se sorprendió al escuchar la voz de su padre dentro de su cabeza. Hacía poco tiempo le había hablado de las habilidades que poseían los sheks, entre ellas la comunicación mental. La chica había estado practicando, y poco a poco iba obteniendo resultados. Ya podía mantener pequeñas conversaciones sin necesidad de hablar físicamente y podía crear pequeñas capas de hielo a su alrededor.
- «Sí, papá. Es una sensación increíble » - exclamó entusiasmada. Hubo un breve silencio, cuando Eva añadió. - « Papá... » - dijo la chica, llamando su atención - «¿Crees que algún día... Ya sabes... Qué algún día conseguiré transformarme...como tú?» - preguntó finalmente Eva, deseando saber la respuesta de su padre.
Christian no respondió, pero si le transmitió a su hija la felicidad que lo invadió al pensar en ello. Su niña... su pequeña shek... Christian esperaba anhelante el momento de surcar junto a su hija el cielo idhunita. Pero también tenía miedo de que aquello jugase un importante papel en contra de la chica.
Eva seguía en su mundo, con la cabeza apoyada en el hombro de su madre y la mente en las nubes, mientras miraba con cariño a Erik, él cuál le dirigía de vez en cuando una de sus cálidas miradas que la hacían sentirse segura. Bajó inmediatamente de las nubes para divisar a lo lejos una torre con forma de lo que parecía ser un cuerno de unicornio. Empezó a examinarlo con detalle. Estaba en el borde de un acantilado y dos de las tres lunas ya asomaban detrás de ella. No tenía un buen presentimiento sobre aquel lugar, pero a la vez las inmensas ganas por llegar a su destino aumentaban en cuestión de segundos. Notó como su padre iba descendiendo, a la vez que disminuía poco a poco la velocidad.
Una vez en el suelo se bajó corriendo de su padre y corrió hasta Erik, que la buscaba con la mirada. Se cogieron de la mano, ansiosos. Aquello solía pasarles muy a menudo, pues sin saber por qué, necesitaban estar constantemente el uno junto al otro, siempre. Su madre se acercó hasta ellos y les puso una mano en el hombro de cada uno. Sabía que estaban nerviosos y Victoria notó como Eva rebosaba ansia, pero la chica desconocía de qué.
Entonces, del interior de la Torre de Kazlunn salieron tres personas, una de ellas muy conocida por todos.
- ¡Jack! ¡Victoria! - gritó una chica de tez morena, ojos rojos, pelo blanco y trenzas azules, que corría hacía ellos con los brazos abiertos.
- ¡Kimara! - ambos se alegraron mucho de volver a ver a la chica y corrieron a su encuentro.
- Dioses... Cuanto tiempo - la semiyan se separó un segundo de la pareja para mirar a Erik y a Eva. También le dirigió una mirada a Christian, pero esta vez no había odio en su mirada, sino respeto. También saludó a Shail, a Ylai y a Yinsei.
De repente la mirada de Eva se centró en un chico de su edad que había junto a Kimara. Tenía la tez ligeramente morena y el pelo bastante oscuro, con brillos marrón arena. Eva pudo ver como llevaba alguna que otra pequeña trenza en el pelo de color azul. Sus ojos eran dos profundos orbes castaños que también tenían su atención clavada en ella. Llevaba un pantalón de lino blanco y bombacho, que quedaba ajustado en los tobillos y en la cintura. Llevaba el torso prácticamente desnudo, pues solo llevaba un chaleco ancho de color blanco.
Lo acompañaba una chica algo mayor que él. Ella tenía la tez más morena que el chico, el cabello largo y rubio, por la luz de los tres soles, y tenía una especie de betas muy marcadas en la piel. Además, sus ojos eran de un azul intenso, cosa que le llamó mucho la atención a Eva. Al igual que el chico, vestía un holgado pantalón de lino que le llegaba por los tobillos, acompañado de un top amarillento que parecía ser muy cómodo.
Sin previo aviso Kimara abrazó con fuerza a Erik y a Eva, cosa que agobió muchísimo a la chica. Una vez se hubo zafado del inesperado abrazo volvió a posar su mirada en aquellos dos chicos. Kimara se volvió a mirarlos un segundo y adivinó lo que estaban esperando ambos.
- Siento no haberos presentado - se disculpó Kimara entre risas - él es Naoi, mi hijo mayor - dijo la semiyan bastante orgullosa - y ella es Uk-Sun, una de las aprendizas - terminó, fijando su mirada en la chica.
Christian dirigió una mirada llena de entendimiento a Victoria y a Jack, pues los tres sabían que aquella chica era la bebé bárbara que Gerde había criado.
Ambos chicos saludaron amigablemente y los guiaron a todos hasta el interior de la Torre de Kazlunn...Holi😜🐍🐉💕 Aquí os dejo el capítulo 12, espero que os guste. 😘😘😘💙💚💛💖💓💞💗😊
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Memorias de Idhún IV: Orígenes
FanficLa historia y los personajes es propiedad de la gran Laura Gallego García, escritora de esta fascinante trilogía. Esto tan solo en un fanfic en su honor, honrando esta increíble historia que tan bien reivindica el amor. La historia es 100% mía. Vict...