29: ¿Miedo?

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Eva sintió como su corazón comenzó a desbocarse cuando sintió la respiración de Seiya agitar su cabello castaño, cuando la frente del muchacho se apoyó en la de ella, cuando la chica cerró los ojos al sentir como los labios del joven buscaban los suyos, ansioso. Un extraño sentimiento invadió el cuerpo de la chica, obligándola a mantenerse inmóvil, algo insegura.
Seiya lo notó, por lo que no se atrevió a besarla. Se quedó parado, mirándola fijamente, intentando atravesar sus párpados con la mirada, conforme con estar tan cerca de Eva. Acarició su mejilla izquierda, haciéndola estremecerse.
- ¿De qué tienes miedo? - susurró, sin despegar sus frentes ni un instante.
- No lo sé... - balbuceó, cerrando con fuerza los ojos.
- Si lo sabes - afirmó Seiya, jugando con sus rebeldes cabellos. - Lune... ¿Me tienes miedo? - le preguntó, intentando sondear su mente, sin éxito.
Eva asintió, casi imperceptiblemente, abriendo los ojos con lentitud.
- No estoy segura de que sea el miedo lo que recorre mi cuerpo... Más bien es una mezcla de muchas cosas, muchos sentimientos juntos. - confirmó, mirándolo con desconfianza. - Tú pareces saberlo todo sobre mí, es como si me conocieses de toda la vida, desde siempre. Y yo, sin embargo, no sé nada sobre tí... Nada, Seiya.
El muchacho suspiró pesadamente, desviando la mirada. Sin separarse de ella, vió como la muchacha le estrechaba la mano con cariño, entrelazando con cuidado sus dedos con los de él.
La mente de Seiya pareció explotar. ¿Cómo hacía aquella chica para conseguir volver loco su cuerpo de aquella manera?
Tragó saliva, ahogando el impulso de retenerla entre sus brazos y fundir su cuerpo entre besos, y optó por, simplemente, responder a su declaración.
- ¿Qué es lo que quieres saber?
Eva se acercó más a él, clavando sus dos puñales azules en su mirada plateada.
- ¿Qué me estás ocultando? - susurró, exigiendo una respuesta.
- Lune... - suspiró él, cogiéndole ambas manos. - Me encantaría decírtelo... Pero, si lo hago, puede que no volvamos a vernos.
Los ojos azules de Eva se agrandaron, sorprendida y asustada. Se irguió, separándose de él con rapidez, sintiendo como le hervía la sangre.
- «¿Qué está pasando?» - se pregunto a sí misma, tensa.
- ¿¡Por qué dices eso!? - casi gritó Eva, sintiendo como una incomprensible rabia se apoderaba de ella.
- Lune... - murmuró Seiya, incorporándose lentamente.
El muchacho hizo amago de agarrar su mano, pero ella la retiró de un manotazo.
- ¡No! ¡No me toques! - sollozó, con los ojos vidriosos. - No te acerques a mí... - se le escapó, dejándose llevar por la ira que sentía con tan solo imaginar separarse de Seiya.
Un escalofrío recorrió su cuerpo, y la chica apretó los dientes con fuerza, mordiéndose el labio inferior. Estuvo tentada de dar media vuelta y salir corriendo de aquel lugar, sin mirar atrás por nada del mundo, e intentar olvidar a Seiya. Pero sabía que no podría. Nunca podría olvidarlo...
Tal vez por eso dejó que él la abrazase con fuerza, que enterrara el rostro en su cuello y agarrase su espalda con ternura, reteniéndola a su lado.
- ¿Sigues queriendo que me aleje de tí...?
- No... - murmuró Eva, estrechándolo contra sí con cariño. - No te vayas... Por favor.
Dejó que Seiya jugase con su ondulado cabello, que rozase su espalda con la yema de sus finos dedos y que buscase su mano con urgencia para agarrarla con suavidad y cariño.
Ella apoyó su cabeza en el hombro del joven, respirando el frío que desprendía su piel.
- Lune... - susurró él entonces. - ¿Puedes prometerme algo?
Eva asintió, apoyada en su hombro.
- Nunca confíes en mí... - le advirtió. - Jamás. Por mucha luz que veas en mis ojos. Por mucho que te mire con cariño y por muchos abrazos que compartamos, nunca confíes en mí... Si alguna vez actúo diferente y no logras reconocerme del todo, corre, con todas tus fuerzas, sin mirar atrás... Huye, Lune. Haz lo que tengas que hacer, pero no dejes que te atrape... Que te atrapen... Prométemelo.
Eva se separó de él, confusa, intentando divisar la verdad de aquellas palabras entre sus ojos grisáceos.
- ¿Por qué me pides algo así?
- Porque, como ya te dije una vez, eres una criatura extraordinaria y hermosa. Y no quiero que te arrebaten tu pureza... - a pesar de estar en la parte más profunda de la cueva, Seiya notó como la luz empezaba a desvanecerse, indicando que llegaba la noche. - Ahora vete. Tu padre te echará de menos...
Confusa, Eva lo miró con los ojos muy abiertos.
Llamó a Yoru, el cual seguía explorando aquel refugio helado, y ambos se dirigieron a la entrada de la cueva, seguidos de Seiya. Aún muy confusa, Eva se transformó y alzó el vuelo, dándole vueltas a lo que le había pedido Seiya.
Cuando ya se alejaba por el horizonte, volvió la cabeza para dirigirle una profunda mirada al muchacho, haciendo un giro en el aire para dejar que la ventisca la llevase hasta la cueva de Ydeon.

Memorias de Idhún IV: OrígenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora