La joven unicornio deambulaba por los jardines, arrastrando el bajo de su túnica azulada por el pedregoso pasadizo que rodeaba la detallada fuente, que empezaba a congelarse por el frío. Cubría sus hombros con una ajustada rebeca celeste de pelo y tenía el cabello recogido en un extraño peinado que consistía en un entramado de trenzas y moños holgados.
- Es un placer para mí que haya venido a verme, Madre Venerable - musitó Victoria, deslumbrante como una estrella, con un nuevo brillo en los ojos. - Espero que el viaje desde el Oráculo no haya sido muy duro.
- «El placer es mío, hija» - murmuró Karale, la nueva Madre Venerable, con una dulce sonrisa. - «Y os mentiría si no os dijese que he disfrutado viniendo a Kazlunn.»
Karale era una varu no más joven que Victoria. La muchacha había sido sacerdotisa en el Oráculo de Gantadd, pero, tras lo sucedido hace dieciseis años con la Madre Gaedalu, el rey Alsan, el Archimago Qaydar y la pequeña Inkira, a la cual habían usado para contactar con los dioses, Gaedalu había renunciado a su cargo como Madre Venerable, cediéndoselo a Karale, quien lo aceptó encantada.
Ambas jóvenes paseaban por los jardines de la Torre de Kazlunn, charlando amigablemente. Estaba anocheciendo, cuando Victoria vió a sus tres sobrinos correr hasta ella.
- ¡Tía Vic! - canturreó Yenai, corriendo a abrazar a la joven.
- Hola, mi vida... - lo saludó Victoria, abrazando al pequeño, cuando la imagen de Erik y Eva cruzó su mente, entristeciendo su rostro. - ¿Qué hacéis? - le preguntó a Ylai, quien se había detenido frente a ella para saludar a la Madre Venerable, al igual que Yinsei.
- Acabamos de salir de clase - explicó el muchacho, frotándose la sien. - Íbamos a ir a cenar.
- Os acompaño - puntualizó Victoria, después de darle un beso en la mejilla a ambos gemelos.
- «Yo también» - sonrió Karale. - «Me han dicho que los cocineros de la Torre son excelentes.»
- Así es, Madre - murmuró Yinsei, sonriente. - Vamos, Yenai...
El pequeño agarró la mano de sus hermanos mayores y los tres empezaron a andar hacia el comedor, seguidos de Karale y Victoria. La joven varu notó como el rostro de la chica se había entristecido, por lo que la agarró de la mano, intentando animarla.
- «¿Qué os sucede, Lunnaris? Estáis algo alicaída.»
- No os preocupéis, Madre. Tan solo... - suspiró, sin dejar de mirar a sus sobrinos, que cruzaban sonrientes el recibidor de la planta principal, entre risas y juegos. - Echo muchísimo de menos a mis hijos... - susurró - Hace meses que no sé nada de ellos ni de mis esposos.
- «Confía en ellos, hija. Yandrak es un dragón, Idhún no tiene secretos para él. Y en cuanto a Kirtash... Si ese shek fue capaz de enfrentarse a su padre por tí, ir hasta Nanhai no debe suponer un reto para él. Kareth y Lune están a buen recaudo con ellos.»
- Lo sé... - sonrió Victoria - Gracias por las palabras, Madre Venerable.
- «Es lo menos que puedo hacer...»
Ambas enfilaron un pasillo que las llevó a otro salón, el cual estaban decorando con guirnaldas y flores. Victoria miró la estancia, extrañada. Había vivido muchos años en Idhún, y no le sonaba que tuviesen una fiesta por aquellas fechas.
- «Dentro de poco tendrá lugar un Triple Plenilunio» - aclaró Karale ante la pregunta muda de Victoria. - «Como bien sabes, es un acontecimiento poco frecuente, además de único y resplandeciente. Un mes antes de la noche en la que tendrá lugar el Triple Plenilunio, las calles se llenan de vida y júbilo, pues es algo así como una fiesta nacional. Son fechas entrañables, pues la gente se junta con la familia para cenar todos juntos y se hacen regalos entre ellos.»
- Como la Navidad... - susurró la joven unicornio para sí, anonadada.
- «¿Navi...qué?» - preguntó sonriente la Madre Venerable.
- Nada - se excusó Victoria - Cosas de la Tierra... - añadió, recordando todas y cada una de las Navidades con su familia en su añorada casa a las afueras de Madrid, mientras rodeaban las tres enormes lunas de hielo que presidían el centro de la sala...Eran exactamente las 13:45 de la mañana cuando Jack y Victoria salieron de casa para ir a recoger a sus hijos del colegio. Entraron en el garaje de la casa y se montaron en el BMW negro que mantenían resguardado en el garaje.
- Verás la cara de los chicos cuando vean que has venido a recogerlos hoy - sonrió Jack, apartándose el flequillo rubio de la cara.
- Si no fuese a recoger a mis hijos el último día de clase del año sería una mala madre - río la joven, quien se había tomado un día libre en el hospital, mientras se ponía el cinturón. - ¿Has preparado los regalos?
- Está todo comprado, envuelto y escondido en un lugar en el que a ninguno de los dos se les ocurriría mirar. - murmuró Jack mientras arrancaba.
- Esperemos que no pase igual que el año pasado - bufó la joven mientras veía como dejaban atrás la mansión d'Ascolli, recordando cuando el año pasado Eva había encontrado los regalos antes de tiempo curioseando en su armario. - ¿Qué tal si ponemos algo de música? - propuso ella mientras le daba al play.
Tres segundos después de que Victoria presionase el botón que ponía en marcha la música, la letra de Beyond comenzó a llenar el interior del coche.
- No... - se quejó Jack al identificar el tema de Chris Tara. - Vic, ¿qué tal si escuchamos música?
- Mi amor, estamos escuchando música - replicó Victoria, deshaciendo su coleta para dejar que su cabello oscuro fluyese libre.
El joven bufó, desviándose por una callejuela para llegar pronto a la entrada del colegio. Rió, mostrando un brillo cálido en sus ojos verdes al escuchar a su esposa cantar aquella canción que tanto le gustaba.
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Memorias de Idhún IV: Orígenes
FanficLa historia y los personajes es propiedad de la gran Laura Gallego García, escritora de esta fascinante trilogía. Esto tan solo en un fanfic en su honor, honrando esta increíble historia que tan bien reivindica el amor. La historia es 100% mía. Vict...