19: El misterioso chico de negro...

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- «Lune, la postura...» - la corrigió Christian mentalmente.
Eva suspiró por lo bajo, agotada después de tres horas practicando esgrima con su padre. Obedeció su orden sin rechistar. Se colocó correctamente, con la espalda recta, la espada apuntando a su objetivo y una de las piernas más atrasada que la otra, inclinando el cuerpo levemente hacia delante. Respiro profundamente, llenando todo lo posible sus pulmones, y atacó con determinación, siguiendo las indicaciones de su padre.
Christian esquivó su ataque con facilidad, pero Eva volvió a atacar una vez giró sobre sí misma. Los dos aceros chocaron, con serenidad, con calma, sin dejarse llevar por la ira o la frustración. Esa era otra de las muchas cosas que su padre le había enseñado.
- «No te dejes llevar por los impulsos, la ira o la rabia - había dicho Christian - Esto solo te hará perder la batalla... Mantente siempre firme. No dejes que tu atacante descubra tus puntos débiles...»
Volvió a respirar profundamente, calmándose, aún con su espada chocando contra Haaias. Christian la empujó levemente, haciéndola retroceder. Eva logró mantener el equilibrio. Levantó la mirada, pero no vió a su padre por ningún lado. Entonces fue cuando lo detectó tras de sí, y arremetió contra él, midiendo cada movimiento. Las dos espadas volvieron a chocar, haciendo vibrar el hielo de las paredes. Christian hizo un sutíl movimiento, haciendo que ella retrocediera de nuevo.
- «Ya es suficiente por hoy...» - dijo el joven shek, enfundando su espada.
Eva lo imitó, guardando su espada en la vaina especial que Ydeon le había dado. Christian posó una mano sobre el hombro de su hija, obligándola a levantar la mirada.
- Cada día progresas más, princesa... Lo estás haciendo genial - la felicitó Christian.
Eva sonrió, agradecida por el comentario de su padre, y lo abrazó con fuerza.
- ¿Crees que algún día llegaré a ser tan fuerte como tú? - preguntó ella, expectante.
Christian le dedicó una media sonrisa, mirándola con cariño a los ojos.
- Por supuesto que sí... Solo tienes que esforzarte para sacar todo tu potencial.
Entonces el joven shek pareció fijarse en algo. La frente de la chica brillaba con fuerza, mostrando una cegadora luz en forma de estrella. Volvió a sonreír y revolvió el ondulado cabello de su hija.
- Ahora a descansar... Necesitarás energía para seguir entrenando mañana.
Eva asintió.
- Buenas noches, papá - se despidió Eva, abrazando a su padre de nuevo.
- Buenas noches, Lune... Descansa - respondió el shek, dándole un beso en la frente a su hija.
La chica recogió sus cosas y se perdió por los pasadizos de la cueva, directa a su habitación.

- Uf... Otro día menos... - suspiró la chica, tirándose sobre su cama. Besó su colgante con ternura - Pronto volveremos a estar juntos, te lo prometo... - le dijo a su hermano, y se metió el colgante por dentro del jersey, junto a su colgante de comunicación.
Suspiró, agotada de tanto entrenar, y dejó su espada bajo su cama, junto a la de Erik.
Entonces notó un pequeño ajetreo a sus pies, como si algo se revolviese. Se incorporó, confusa, y vió como algo se movía dentro de su zurrón. Lo cogió con cuidado, y, de su interior, salió un pequeño ser de pelaje blanco, ojos saltones y cola peluda.
- Hola... - saludó Eva, acariciando al animal, que parecía ser un roedor - Al fin has vuelto. Pensé que ya te habías cansado de mí...
El animal hizo una extraño ruido, parecido a un ronroneo, pero sin dejar de ser algo inquietante. Se acurrucó en el regazo de la chica mientras ella lo acariciaba. Era un nikari, una criatura de climas gélidos e inhóspitos.
- Así que estabas cotilleando mis cosas, ¿eh? - sonrió Eva - ¿Has encontrado algo interesante?
El nikari se revolvió en su regazo y volvió a meterse en el zurrón. Asomó su pequeña cabeza, sosteniendo algo entre los dientes.
- ¡Eh! - exclamó - ¡No! ¡Suéltalo! - ordenó Eva al ver que había cogido su foto.
Pero el animal no obedeció a la orden de Eva. Se asustó al ver el gesto sombrío de las chica, y se escabulló por un rincón de la habitación. Eva saltó de la cama y trató alcanzarlo, pero el agujero por el cual había escapado el nikari era demasiado pequeño para ella. Se dió la vuelta y salió fugaz de su habitación.
Comenzó a correr, y en apenas un minuto consiguió salir de la cueva. Una ráfaga de aire frío la golpeó al salir, pero ella ya había adaptado su cuerpo a las bajas temperaturas de Nanhai, y aquello solo le dió más fuerzas para seguir corriendo en busca de aquel nikari. Comenzó a buscarlo por todos lados, cuando la nieve comenzó a cubrirle las rodillas.
- «Vale, tengo que pensar en algo...» - se dijo así misma, al comprobar que era casi imposible avanzar.
Se había alejado bastante de la cueva de Ydeon, así que ya no había vuelta atrás. Tenía que encontrar a ese bichejo... Decidió transformarse en shek, pues así podría deslizarse sobre la nieve o avanzar por el aire. Una vez se hubo metamorfoseado, fue cuando encontró al nikari frente a ella. Siseó por lo bajo, aterrorizando al pequeño animal, que empezó a correr por una colina nevada. Eva lo seguía muy de cerca, hasta que decidió abalanzarse sobre él. Justo cuando ya sostenía al nikari entre sus anillos níveos, notó como el suelo comenzaba a venirse abajo.
No tuvo tiempo de emprender el vuelo. La capa de nieve se deshizo, dando paso a una brecha de grandes dimensiones. Casi sin darse cuenta, se transformó en humana. Cerró los ojos y notó como caía en una especie de lago subterráneo. El agua estaba helada y Eva no dudó en nadar con rapidez hasta la superficie. Empezó a respirar agitadamente, con dificultad, y comenzó a mirar hacia todos lados. Estaba en una especie de cueva subterránea, en la que había un lago lo bastante profundo como para caer sin impactar contra el suelo. Había hielo por todos lados, recubriendo las paredes y escondiendo el suelo de piedra.
Comenzó a nadar hacia la orilla del lago, congelada. Cuando hubo salido del agua, se dejó caer sobre la orilla del lago, un montón de rocas totalmente heladas. Apoyó la cabeza en el suelo, cuando encontró su objetivo frente a ella. El nikari había desaparecido, dejando la foto a las orillas del lago. Alargó la mano, la cogió y se la guardó dentro del abrigo negro que le había dejado su padre. Intentó incorporarse, cuando sintió una extraña presencia a su lado. Frío...
Eva jadeó, sintiendo como algo entraba en su mente, sondeándola. Se agarró la cabeza con ambas manos y se dejó caer sobre las rocas, dañándose el costado. Un leve grito de angustia se escapó de sus labios, mientras un profundo sueño intentaba apoderarse de ella. Levantó con esfuerzo la mirada, cerrando poco a poco los ojos, y pudo distinguir una figura vestida de negro, escudriñando las sombras. Finalmente cayó, dominada por el sueño...

Abrió los ojos de golpe, alterada por la misma pesadilla de siempre. Se llevó una mano a la frente, aturdida. Giró la cabeza al oír como las llamas chisporroteaban a su espalda, sintiéndose atraída por el calor que desprendían. Alguien había encendido una hoguera. Apoyó la mano en una roca que había frente a ella e intentó incorporarse, con dificultad, pues tenía las piernas medio dormidas. Se tanteó la espalda, buscando su espada, cuando fue consciente de que se la había dejado en la cueva de Ydeon, bajo su cama. Resopló, recordándose a si misma lo ingenua que había sido al salir sin ningún arma con la que protegerse. Notó que tenía la ropa empapada, y pensó que por mucho que le gustase el frío, aquello no podría ser bueno para su salud.
Se acercó con recelo hasta la hoguera, se sentó frente a ella y se quitó la chaqueta negra de su padre y el jersey, quedándose con una camiseta de media manga. Extendió su ropa por el suelo, procurando no acercarla mucho al fuego. Suspiró, terriblemente confusa y cansada, y se tendió en el suelo, cuando una fría voz la sobresaltó.
- Al fin has despertado...
Ella se dió la vuelta, tensa, alerta.
- Relájate... No voy a hacerte daño, Lune. - susurró una voz oscura, a la vez que tranquilizadora.
- ¿Quién eres? - le gritó la chica a las sombras - ¿Cómo sabes mi nombre?
- Créeme, ignorante es aquel que no sepa de tu existencia... Eres una criatura realmente extraordinaria... - continuó la voz, avanzado hacia ella. - A la vez que terriblemente hermosa... - dijo, dejándose ver.
Eva lo examinó con detalle. Era un chico algo mayor que ella que vestía completamente de negro. Su piel era muy pálida y sus ojos rasgados eran grisáceos, muy claros y cautivadores. Tenía el cabello muy corto y negro, el cuál le cubría parte de la frente. Desprendía una sensación fría, misteriosa y siniestra. Pero Eva no sintió miedo y recelo por aquel muchacho, sino una extraña sensación de igualdad y un profundo respeto mutuo.
El muchacho avanzó hasta ella y le tendió una capa que ella agradeció con una sonrisa algo fingida. Eva se sentó a contemplar las llamas, gesto que el chico imitó, respetando las distancias. Ella se limitó a disfrutar de las sensaciones que le transmitía el fuego, aquel elemento que siempre había repelido, en cierto modo, pero que a la vez le resultaba imprescindible en su día a día. Y más aún cuando le recordaba a la persona con la que estaba más unida en esta vida...
- Gracias por sacarme de aquel lugar tan lúgubre y frío... - dijo la chica, mirándolo con cautela.
- ¿Te parecía lúgubre y frío? - preguntó él, distante, con la mirada fija en las llamas.
- En parte... También siento una extraña atracción por los lugares oscuros y helados - rebatió. - «Tendrá que ver con el hecho de ser una shek...» - pensó, guardándose sus conjeturas para sí.
El muchacho sonrió, pero no dijo nada.
- Todavía no te has presentado... - continuó Eva, fría ante su actitud indiferente.
- ¿Tanto te importa saber cómo me llamo?
- Es simplemente una mera cuestión de formalidad... Para saber como referirme a tí. Que conste que no te estoy obligando... - dijo, ante la mirada fría de él - Puedes hacer lo que quieras...
El muchacho suspiró un momento, antes de añadir.
- «Mi nombre es Seiya Ishikawa... - explicó, en la mente de Eva, quien lo miraba, estupefacta. Sonrió - Yo también soy un shek, Lune...»

Y ya vamos por el capítulo número 19 👏👏👏 Espero que os esté gustando la historia.🐉🐍📖💛💚💙

Memorias de Idhún IV: OrígenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora