7: Recuerdos

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La pregunta los dejó a todos sin habla, incluido a Erik, que al igual que su hermana, llevaba tiempo formulándose esa misma cuestión.
Christian suspiró con pesadez, Victoria se colocó a su lado y comenzó a hablar, mientras Jack permanecía junto a ellos mirando a sus hijos con ternura y compresión.
- No es una pregunta fácil de responder y seguramente os cueste creernos pero - la chica hizo una breve pausa mientras miraba las caras expectantes de sus hijos - ...resulta que las cosas no siempre son como parecen a simple vista...
Eva y Erik permanecían callados, pero no dejaban de mirar extrañados a su madre. Jack agarró la mano de su esposa, animándola a continuar. La chica no encontraba las palabras adecuadas, por lo que fue Jack quien prosiguió hablando:
- Lo que vuestra madre quiere deciros, es que nosotros no somos solo humanos y que no somos del todo de la Tierra... Veréis, una parte de nosotros viene de otro mundo llamado Idhún, en el que hay tres soles y tres lunas y en el cuál vivían unicornios, dragones y serpientes aladas...
- ¿Cómo que vivían? - preguntó Eva un poco harta de tanto desenlace.
Christian le dirigió una mirada a Victoria y otra a Jack antes de acercarse a sus hijos y mirarlos fijamente a los ojos.
- Lune... Kareth... Miradme a los ojos - les ordenó Christian.
Los chicos obedecieron sin rechistar, sintiendo como Christian entraba en sus mentes. Antes de que su padre llegase a hacer nada, Erik agarró la mano de Eva, intentando aferrarse a ella con todas sus fuerzas...

Ambos hermanos aparecieron en mitad de la nada. Se miraron extrañados, sin saber lo que pasaba ni lo que les esperaba. Eva se acercó a Erik con timidez, algo asustada y éste le rodeó la cintura con el brazo, transmitiéndole una seguridad que no sentía en ese momento. La escena en la que se encontraban era algo curiosa. Era un inmenso espacio en blanco que parecía no albergar nada. Eva empezó a andar, seguida de Erik, que le agarraba con fuerza la mano. Anduvieron un buen tiempo buscando algo, sin saber muy bien el qué. Entonces empezaron a oír murmullos, susurros que provenían de la lejanía.
- ¿Oyes eso? - le preguntó Eva a su hermano, quién asintió al instante.
La chica comenzó a correr, siguiendo las voces y Erik no tuvo más remedio que imitarla. Eva corría con energía, dejando a su hermano atrás.
- ¡EVA! - le gritó el chico, quedándose cada vez más atrás.
Ella siguió corriendo y Erik no tuvo más remedio que sacar fuerzas e intentar alcanzarla.
- ¡Bebé! - le volvió a gritar, cuando la chica se paró bruscamente. - ¿Eh, qué pasa? - le preguntó Erik al llegar a su lado.
Eva no respondió y Erik se quedó tan estupefacto como ella. Aquella especie de espacio en blanco tan solitario se había llenado de millones de burbujas de las que provenían las voces que habían escuchado antes. Eva, curiosa, se acercó a una de las burbujas y la examinó con cuidado de no tocarla.
- Son recuerdos... - murmuró, viendo pasar miles de imágenes difusas.
Entonces Erik alargó la mano para rozar la superficie de la burbuja.
- ¡No Erik! - chilló su hermana intentando retenerlo, pero ya era demasiado tarde.
De pronto, una luz muy intensa iluminó la escena en la que se encontraban. Dicha luz engulló a ambos hermanos, los cuáles permanecían abrazados y con los ojos bien cerrados...
De repente, aparecieron en un inmenso planeta en el que vivían humanos, gigantes, hadas, y otros seres algo extraños a la vez que fascinantes. Tal y como había dicho Jack, en el cielo se podían divisar tres hermosos y brillantes soles.
Estaban en mitad de un inmenso bosque que parecía estar envuelto por un extraño manto de magia y vida. Era una sensación rara, pero familiar. La chica abrió los ojos y se encontró tendida en el suelo junto a su hermano. Miró a todos lados, confusa e irritada, cuando Erik comenzó a despertarse.
- ¿¡Qué has hecho, Erik!? - le riñó Eva, dándole un manotazo en el pecho.
- ¿¡Yo!? Perdona, fuiste quien empezó a correr como una loca... Gracias por dejarme atrás, por cierto.
- ¡Puede que yo te dejase atrás, pero no fui yo la que tocó la burbuja! - le gritó.
Ambos se miraron un segundo, avergonzados por su actitud.
- ¿Qué estamos haciendo? Nunca nos habíamos peleado así... - murmuró Erik, pesaroso.
- Es culpa mía, perdona. - se disculpó Eva, agachando la cabeza. - Debí esperarte y pensar antes las cosas...
- No, bebé. Es culpa mía, no debí tocar esa extraña burbuja.
El muchacho envolvió a su hermana en un cálido abrazo, disculpándose por su actitud infantil e ingenua. Después de un buen rato tendidos en mitad del bosque comenzaron a avanzar poco a poco a través de la maleza. Llegaron a un claro del bosque y ambos hermanos se sentaron sobre la hierba, esperando a que algo pasara. No tardó en aparecer de entre los arbustos un bello unicornio perlino, que los observaba desde sus profundos ojos negros. Eva intentó acercarse hasta él, pero la imagen se desvaneció en el aire y aparecieron en mitad de un cálido y abrasador desierto, cosa que a la chica no le gustó mucho. Al instante, un gigantesco dragón los sobrevoló para, más tarde, aterrizar justo delante de ellos. Erik sintió como una parte de él despertaba y gritaba de euforia, mientras que Eva permanecía tras su hermano con un nudo en el estómago, a la vez que sentía cierta fascinación por la criatura dorada. El dragón acercó su enorme cabeza llena de escamas doradas a ellos y los miró pensativo desde sus imponentes ojos verde esmeralda, antes de que se desvaneciera por completo, dando paso a una escena totalmente distinta. Estaban en una especie de cueva, demasiado húmeda y fría para el gusto de Erik. Esta vez era él quien permanecía detrás de su hermana, cuando apareció ante ellos una enorme serpiente con alas membranosas y gélidos ojos azules. La criatura los miraba desde unos grandes y calculadores ojos que los hicieron estremecerse. Eva volvió a sentir el impulso de acercarse a ella, cuando, sin darse cuenta, aparecieron en mitad de una inmensa pradera. Distinguieron seis astros en el cielo en forma de hexágono, que parecían ser tres soles y tres lunas de distinto tamaño. La pradera se llenó de unicornios que corrían despavoridos, para, más tarde, caer muertos sobre la hierba. El cielo comenzó a incendiarse de dragones que caían envueltos en llamas... A ambos se les desgarró el corazón. Eva corrió hasta uno de los unicornios que intentaban sobrevivir cuando todo volvió a desvanecerse. Ahora estaban dentro de una casa con techos abovedados que conocían de algo. Estaban en una especie de biblioteca. En el centro de la sala había cuatro personas rodeando una especie de mesa. Dos de ellos eran Jack y Victoria, que tendrían más o menos entre doce y trece años. Los otros dos muchachos les resultaron algo extraños, a las vez que familiares... La imagen cambió... Vieron a su madre, que tendría unos catorce o quince años, en una fría sala, atada de pies y manos a lo que parecía ser una mesa de tortura, mientras gritaba de dolor, rodeada por una especie de hechicero y lo que parecía ser un hada... Eva se agarró a Erik mientras apretaba los puños con fuerza.
- ¡Mamá! - sollozo la chica con desesperación, agarrando con fuerza el jersey de su hermano.
El chico se abalanzó sobre su madre para intentar sacarla de allí, pero habían vuelto a cambiar de escena... Otra imagen... En esta se veía a Jack, también de joven, con una terrible herida en el abdomen mientras caía a la lava...
- ¡Papá! - gritaron ambos, pero la imagen cambió de nuevo.
También vieron como su madre y Christian peleaban a muerte, y como esta le curaba una mortal herida en el torso mientras Jack los observaba desde el alféizar de una ventana... Ambos hermanos respiraron aliviados al ver que volvían a estar los tres a salvo... Más tarde aparecieron en una enorme sala oscura en la que se volvían a ver sus padres luchando contra aquel hechicero que antes había torturado a su madre. Eva se fijó en su rostro oscuro, tan escalofriantemente parecido al de su padre... También vieron a Victoria con Erik recién nacido en brazos, junto a Christian y Jack... Y por fin la última imagen, en la cuál Jack y Victoria corrían por el bosque con Erik en brazos de su padre, mientras Victoria llevaba a Eva recién nacida en sus brazos...

Al instante los chicos volvieron a estar en su habitación, junto a sus padres. Eva, angustiada y agitada se agarró al brazo de su hermano y miró a su madre y a sus padres, que los observaban pensativos. Esta vez fue Erik el que habló, y su voz sonó llena de calma y compresión:
- ¿Qué más no nos habéis contado?

Holiwis✋✋✋ Bueno, aquí os dejo el séptimo capítulo🐍🐉🐍🐉 Espero que os esté gustando la historia. 😘😘😘 Votadla por favor y gracias💞💙💚💛

Memorias de Idhún IV: OrígenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora