El seráfico sonido del violín siendo tocado hábilmente por la omega castaña sincronizaba perfectamente al ritmo con el que los presentes bailaban alegremente mientras festejaban.
Aquella criada era maravillosa tocando instrumentos. Nadie podía negarlo, poseía un talento innato. Lo único que salía de las cuerdas en las que posaba sus dedos eran magníficas melodías que fascinaban a cualquiera que las escuchara. Simplemente, lo que hacía era encantador.
Dichos dones solían ser compartidos en las reuniones o eventos familiares importantes que organizaba el rey, y hoy no sería la excepción. Pero hoy, la omega empleaba mucho más esfuerzo que el de costumbre; este día sus movimientos eran menos naturales e incluso en algún punto llegaban a parecer frenéticos, se estaba esmerando demasiado, quería que todo saliera perfecto. Afortunadamente sabía como recobrar la compostura, así que no duró mucho en volver a la naturalidad. De todas maneras, nadie la observaba. Nadie, a excepción de la sobrina de Kenny.
Hacía rato que Armin e Historia habían salido de sus respectivas habitaciones con las ropas más costosas y elegantes que tenían. Su padre también los había presionado a ellos para vestirse de ese modo, estaba muy obsesionado con que todo saliera tal y cual quería.
Luego de un largo rato de que los mellizos pasaran de mesa en mesa saludando a familiares e incluso algunas personas que ni siquiera conocían, ambos se perdieron de vista. Y es que, había demasiada gente en el salón y aún seguían llegando más.
Armin soltó un suspiro. Definitivamente odiaba estar rodeado de gente. El silencio, su habitación y unos buenos libros eran lo único que él necesitaba para ser feliz. Ah, y claro, una buena compañía como lo era la de Hange.
Miró a su alrededor hasta divisar a sus padres jugando ajedrez en una mesa junto con Historia y otros parientes. Sacó su reloj de bolsillo y le echó un vistazo: faltaban veinte minutos para que sirvieran la cena. Volteó discretamente a todas direcciones, pero al no encontrar lo que buscaba simplemente bajó la mirada y guardó su reloj.
—Pareciese que estás buscando a alguien —habló Hange, asustándolo un poco por tan repentina aparición y provocando que el rubio diera un pequeño salto, a lo que la beta respondió con una leve risa—. Bien, también parece que no me equivoco.
—A-Ah sí, es sólo que buscaba a Historia, pero ya vi que está allá —mintió. Obviamente no le diría que realmente esperaba ver a Eren Jaeger. No importaba cuanta confianza se tuviesen, si algo su padre se había empeñado en enseñarles era que no confiaran en nadie, pues incluso los más cercanos a ti podrían traicionarte—. Me voy —sonrió tratando de ocultar su nerviosismo.
Hange arqueó una ceja. La beta era increíblemente intuitiva y observadora, cualidades que siempre ponían en desventaja el gran genio del rubio. La castaña leía las expresiones faciales del omega tan fácil como leía un libro. Armin hasta cierto punto llegaba a ser predecible, cosa que, también lo ponía en desventaja.
—Joven Reiss, espere un segundo —pidió amablemente la beta, a lo que al omega no le quedó más remedio que detenerse—. Tiene mal puesta la gargantilla, déjeme acomodarla por usted.
—Oh, ¿en serio? Está bien —accedió. Era verdad, no se había colocado correctamente aquella cosa que impedía que lo marcaran. No le gustaba llevarla pero era para su protección, así que no había manera de negarse.
La castaña se posicionó detrás de él para acomodarle la gargantilla, al mismo tiempo en el que se acercaba a su oído.
—Es fundamental que la tengas correctamente puesta, no queremos que Eren te marque aún —susurró en su oído para después alejarse y desaparecer entre el tumulto de personas.
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Seamos malos juntos || Yumihisu y Eremin
Fanfiction❝Tarde o temprano llegará alguien que te corrompa, o conforme pase el tiempo la curiosidad te podría traicionar. Armin e Historia eran los próximos herederos al trono, debían conseguir una pareja y procrear, pero ninguno de los dos se mostraba inter...