- ̗̀➽◦̥̥̥06; Diosa mentirosa.

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• Advertencias: lemon.

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Los primeros destellos del cálido amanecer calaron la gran estatua de mármol que se erguía delante de la distinguida iglesia; era el retrato de la diosa Ymir, quien se hallaba semidesnuda y posaba con gallardía mientras su brazo permanecía alzado, ella podía sostener el sol a mediodía y la luna a media noche. 

El tímido sol que se asomaba por las alturas del anaranjado cielo iluminaba poco a poco al enorme reino de la isla, dando paso a un nuevo día en el cual, los habitantes podrían escapar de su monótona rutina, pues se avecinaba un evento que, sin duda, todos esperaban con ansias; la feria.

Desde mucho antes de que los pájaros cantaran, en el centro del reino, los mercaderes habían montado sus carpas y mesas, mostrando sus productos y mostrando toda su actitud positiva, dispuestos a efectuar trueques como solían acostumbrar.

 Aquellos días eran muy emocionantes. No solamente por el hecho de poder pasearte libremente los ojos de un puesto a otro en busca de algo que te convenciera para canjear, o por la felicidad de adquirir algo nuevo. Para la gente pobre y deshonesta como la pecosa alfa que hace años Historia conoció, se trataba de una gran oportunidad para robar carezas y así poder sacar provecho de ellas, vendiéndolas o cambiándolas a un precio mucho más alto que el inicial.

Ymir se encontraba merodeando entre las escasas personas que rondaban por ahí. Era demasiado temprano, pero sabía que el tumulto de gente no tardaría mucho en llegar. Inexplicablemente se sentía nerviosa, como si trajera revuelto el estómago, ¿acaso sería por lo que estaba a punto de hacer? No. Llevaba robando año tras año y jamás había sido descubierta, ¿qué podría ser diferente en esta ocasión?

Pensó en la probabilidad de que había ingerido algún alimento que le provocó dicho malestar. Después de todo, se atiborraba de basura pues su mendiga situación no le permitía darse el lujo de conseguir algo más que fruta defectuosa y carne podrida que encontraba hurgando en los rincones de cada casa.

Se mareó durante unos segundos y optó por sentarse unos breves instantes (mientras se recuperaba) en las escaleras de la iglesia. 

Día tras día, más de la mitad de la población acudía a las misas de la iglesia diariamente. Creían firmemente en la palabra de la diosa Ymir, la cual llegaba a través de un portador; el sacerdote Nick. Aquel hombre centrado y carácter frío hablaba acerca de la creación del mundo, cuando todo era una inmensa oscuridad y únicamente existía Ymir. Decía que ella creó los cosmos, galaxias y planetas en tan sólo siete días, que utilizó su cuerpo para crear la tierra, usó sus brazos como cordilleras, montañas y cerros, y que con su cabello envolvió la tierra, dándole vida y creando a las primeras especies. Y como a menudo se sentía demasiado sola, no era de sorprenderse que llorara en exceso, y que fue así como surgió el profundo mar. 

Parloteaba acerca de que una vez que ella y el planeta Tierra se habían hecho uno solo, Ymir resurgió desde el centro de la tierra, renaciendo como una bella y joven mujer, y que para ese entonces, su pueblo ya la esperaba. 

La gente asegura que ella realmente vivió hace siglos, pero no como la cuenta la iglesia. Dicen que un en un mes en el cual, del cielo no había caído ni una sola gota de agua, los animales enflacaron increíblemente rápido y la escasez de alimentos se hacía cada vez más presente y dura (pues cuando los alfas salían a cazar no atrapaban absolutamente nada), de entre el bosque salió una chica de cabellos dorados y hermosa figura, con un corazón tan noble y puro que cuando las personas la acobijaron juró conducirlos hacía el paraíso y sacarlos de la miseria.

Y así fue como emprendieron su largo y tedioso viaje. Pero valió la pena, puesto que su destino fue nada más y nada menos que lo prometido; un precioso lugar en donde abundaban diversos tipos de plantas y flores, el pasto era completamente verde y a lo lejos se podía divisar uno que otro animal. Fue ella la salvación de aquella manada en decadencia.

Seamos malos juntos || Yumihisu y EreminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora