Los lentos y torpes pasos de los desahuciados soldados continuaban acercándose hacia ellas. Les costaba trabajo movilizarse, pero su voluntad era más fuerte que la agonía por la cual atravesaban.
El brazo de Búho permanecía colgado alrededor de los hombros de su compañera. Sus cabezas agachadas y sus expresiones faciales denotaban el inmenso esfuerzo que gestionaban por mantenerse de pie. Aún así, no se rendían, eran sujetos verdaderamente admirables.
Cuando Ymir se percató de la presencia de ambos alfas, inmediatamente se puso a la defensiva, pero casi tan rápido como si anticipara sus hechos, Historia le rogó que mantuviera su serenidad y acto seguido prosiguió a resumirle la situación.
—Imposible —pronunció la alfa rubia con cierta dificultad una vez que estuvo lo suficientemente cerca de las otras dos mujeres—. Ymir de Liberio, la criminal.
La morena alzó ambas cejas a modo de sorpresa. Si bien era cierto que en el pasado había causado algunos destrozos, jamás creyó que dichos hechos hubiesen sido lo suficientemente importantes como para que la recordaran.
Antes de que la pecosa pudiera gestionar cualquier pregunta, se apresuró a ayudar a los moribundos alfas. Ambos se encontraban en estados críticos, por lo que Ymir optó que la mejor decisión sería subirlos al caballo.
Una vez que aquello fue efectuado, la morena tomó de la mano a la rubia menor, quien aún permanecía muy sumida en su mundo. Ymir frunció levemente el ceño con preocupación, y tras un corto suspiro, tomó al caballo por la crin y comenzó a caminar con éste.
Historia se mostraba ausente, completamente ida. Era comprensible, pues después de todo, el tumulto de profundas y dolorosas sensaciones colisionaron dentro de ella. Y aquello no había sido cualquier cosa; las nuevas emociones que experimentó le habían caído simultáneamente, una tras otra, sin piedad alguna. Era demasiado peso con el cual lidiar, y como resultado, se quedó muda, con esa horrorosa expresión de terror en su rostro.
El fallecimiento de su padre y el sacrificio de la persona más cercana a ella no eran noticias fáciles de digerir. Los vínculos que tenía con ambos omegas se deshicieron casi el mismo día, y lo peor de todo es que ni siquiera había tenido tiempo para llorar sus muertes. El no haber podido despedirse de Uri la atormentaba excesivamente, al igual que no haber sido capaz de defender a Mina. Aún no podía procesar todo lo ocurrido, ella se encontraba absorta en un mar de posibilidades y dudas mientras sus sentimientos se unían en una disgustante y espantosa mixtura.
Pensó en Uri, su padre. Si bien era cierto que el omega no estuvo con ellos todo el tiempo, la realidad es que tampoco había sido un mal padre. Todo lo contrario, siempre se mostró cariñoso y compasivo hacia sus hijos. Jugaba con ellos de vez en cuando, cada vez que tenía la oportunidad y podía darse el lujo de tomarse un respiro de sus responsabilidades. No los frecuentaba para desearles buenas noches (ya que las criadas se encargaban de llevar a los mellizos a dormir), pero aún así los visitaba por lo menos dos veces a la semana, y aunque ellos estuvieran plácidamente a la merced de Morfeo, Uri se acercaba lentamente para besarles la frente y acariciar con delicadeza sus cabellos dorados, todo mientras esbozaba una tierna sonrisa. Él los amaba y adoraba más que a nada, incluso más que a su propio matrimonio. Los cuidó durante sus primeros años de vida, los observó crecer. Se enorgullecía de sus logros y les demostraba su cariño naturalmente. Aquel amor incondicional que ya no podría obtener, aquel lazo fraternal que se había deshecho por siempre, y lo que más le deprimía era el saber que nunca más podría decirle cuanto lo amaba.
Recordó lo mucho que a él le gustaban los juegos de mesa. Aquellas tardes en las que ella lo visitaba y pasaban horas y horas jugando ajedrez mientras bebían té y conversaban de cualquier cosa. Uri muchas veces le hablaba acerca de sus experiencias de vida, le aconsejaba de vez en cuando. Historia escuchaba atentamente todas y cada una de las palabras que su padre tenía para ella. En cierto modo, siempre tuvo una gran fascinación por escuchar las historias que sus mayores tenían para contar; tal y como había sido su caso con Frieda.
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Seamos malos juntos || Yumihisu y Eremin
Fanfiction❝Tarde o temprano llegará alguien que te corrompa, o conforme pase el tiempo la curiosidad te podría traicionar. Armin e Historia eran los próximos herederos al trono, debían conseguir una pareja y procrear, pero ninguno de los dos se mostraba inter...