- ̗̀➽◦̥̥̥05; Olas de emociones que colisionan entre recuerdos.

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El elegante reloj de péndulo que yacía colgado en la pared de la habitación indicaba que eran las tres de la tarde en punto. No faltaba mucho para que el doctor Jaeger llegara a la cita semanal para examinar al rey. El médico solía ser exageradamente puntual, y al parecer, ese día sería la excepción, pues iba retrasado por exactamente un minuto.

Armin se encontraba sentado a un lado de la cama de Uri. Sujetaba su mano con firmeza, pero sin omitir aquel amor y tranquilidad que esperaba transmitirle a su progenitor.

—No debe tardar en venir —comentó Armin con una sonrisa, tratando de ocultar que estaba algo impaciente. Apenas habían pasado unos escasos días desde la última vez que vio a Eren, pero para él, habían sido más que una eternidad.

Y así era el tiempo para él cuando se encontraba lejos del alfa de ojos aguamarina. Todo le parecía tan simple y hartamente aburrido, ni siquiera encontraba diversión en leer y vaya que aquello ya era mucho decir. Hange lo había notado y algunas veces bromeaba al respecto, recibiendo una para nada creíble negación por parte del rubio. No quería que nadie se enterara de su enamoramiento hacia el moreno, pues sabía que si aquello pasaba la noticia iría de boca en boca hasta que la información llegara a oídos de Kenny, y si eso pasaba, nada terminaría bien.

Uri sonrió, mirándolo fijamente, como si descifrara sus pensamientos.

—Claro, Eren pronto estará aquí —susurró con esa voz tan dulce y baja que caracterizaba al enfermo omega—. Tus intentos de convencerme de lo contrario serán en vano, hijo. He visto la manera en la que tus pupilas parecen dilatarse cuando miras a aquel muchacho, sin duda es la misma forma en la que yo veía a Kenny —explicó, observando como los ojos de Armin se abrían desmesuradamente y sus mejillas se tornaban rojas, como si se hubieran enterado de su más grande y vergonzoso secreto—. Tu comportamiento también es obvio para el observador, tienes suerte de que tu padre sea un cabeza hueca y no se haya percatado —poco a poco, su sonrisa se iba borrando—. Debes ser astuto, hijo. Tu padre no es la misma persona que era hace años, y me parece que eso lo has notado bien. Al parecer todos se han puesto en contra de lo que alguna vez fueron o sintieron. Tú mismo te has dado cuenta de lo obsesionado que él está con casarlos con algún consanguíneo —su mirada se había vuelto dura. Su tono de voz también había cambiado por uno más severo—. Créeme, él no pondrá tu felicidad ni la de tu hermana por encima de sus exigentes caprichos. Yo no estaré aquí por siempre para defenderte, sólo mírame —pronunció aquellas palabras con algo de dolor y lástima, viendo como los ojos de su descendiente se llenaban de lágrimas—, estoy enfermo, cada día me debilito más y siento como mi energía se va apagando lentamente. Tengo los días contados y...

—¡No digas patrañas! ¡Te recuperarás, ya verás! —interrumpió Armin, frunciendo ligeramente el ceño y apretando más la mano de su papá. Detestaba que su padre fuera tan poco "optimista" (aunque muy en el fondo sabía que Uri solamente estaba siendo realista) y mencionara esa clase de barbaridades. El solo hecho de pensar una vida sin su procreador le hacía estremecer y odiar la vida. 

Uri negó con la cabeza, riendo suavemente.

—Niño tonto. A veces me sorprende lo terco que puedes llegar a ser, Armin. ¿Qué puedo decirte? Algo tenías que heredar de Kenny.

El joven omega rió también y se limpió las lágrimas con la manga de su camisa.

En ese preciso instante, el médico Jaeger tocó la puerta. Sabían que era él por la manera en la que lo hizo; tres veces seguidas a su conocido ritmo.

Luego de que Uri le indicara que pasara y el típico protocolo del intercambio de saludos formales, Armin abandonó la habitación como comúnmente hacía. Siempre era así, acompañaba a su padre hasta que Grisha llegara, pues el rey se solía poner nervioso cuando estaba solo y su mente comenzaba a deambular en un laberinto de pensamientos negativos, esperando que algún día el médico le confesara que no pasaría de esa noche.

Seamos malos juntos || Yumihisu y EreminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora