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Me puse a hacer mi trabajo y lo primero fue estar pegada al teléfono hasta las 12 del mediodía ya que las personas querían llamar a primera hora y asi conseguir una cita cuanto antes.

-Reunión en 5 minutos con la señora Agnes – le recordé por el intercomunicador a Massimo

Pasaron 10 minutos cuando llegó una rubia con un vestido tan corto que juro que le podía ver el alma ya no las bragas. Unos tacones de infarto, los típicos andamios de los que te caes y te dejas los dientes en el suelo.

-Está Massimo en su despacho? – preguntó mirándome de arriba abajo.

-Jefa – entró un joven que me pareció haber visto hoy en la nave – podría hablar con el señor? Es urgente.

-Que ha sucedido? – le pregunté ignorando a la rubia, al verle la cara y las manos llenas de sangre – voy a ver – le dije y entré corriendo sin llamar para salir fuera dos minutos después y dejarle a el pasar – espere un momento hasta que Massimo avise.

-Massimo? – preguntó ella – y por que te llaman a ti jefa?

-Por que es la mujer del jefe – le contestó el al asomarse por la puerta – Ada pasa – cuando estaba dentro cerré la puerta y vi al muchacho limpiarse la sangre de las manos – el otro dia dijiste que te gustaría hacerle una visita a tu padre – yo asentí – pues nos vamos 15 días a Nueva York. Cancela todas las reuniones de estos días enviándoles a todos una carta y cuando volvamos retomaremos la agenda – yo asentí y salí fuera.

-Lo siento señora – le dije a la rubia – la reunión queda cancelada, dentro de unos días le avisaremos de la nueva fecha.

La rubia salió de mala gana de la oficina y yo llamé a Carla para que fuera a preparar las maletas. Diez minutos después Massimo y el chico salían de la oficina y junto a ellos fuimos al aparcamiento donde todos aquellos armarios empotrados estaban esperando.

-John encárgate de esto. Luca, Dan y Frank os venís con nosotros a Nueva York.

Nos fuimos directamente al aeropuerto. Massimo recibió un mensaje donde le avisaban de que nuestras maletas estaban ya en el avión.

-Toma – me tendió un móvil negro – es una llamada segura, avisa a tu padre de que iremos.

-Papá – al primer tono siempre me lo cogía – voy a Nueva York, llegaré esta madrugada

-Cariño, te esperaré en el aeropuerto. Que vuelo es?

-Es un vuelo privado papá, luego te lo contaré.

Massimo no dijo nada durante todo el camino hasta que estábamos dentro del avión.

-Creo que iré a descansar un rato – dijo una vez que despegamos

-Hay habitación dentro?

-Si, si quieres echarte un rato conmigo.

Antes de levantarme del asiento me quité aquellos zapatos, normalmente los pies no me dolían con los tacones pero hoy me había tocado correr practicamente detrás de Massimo. Le seguí por el estrecho pasillo hacia dos puertas, una frente a la otra.

-Este es nuestro baño – señaló a la derecha y entró en la habitación.

Era una cama de matrimonio pero estaba pegada a la pared para dejar así más espacio al escritorio que había dentro. Anclado a la misma pared de la mesa me encontré con varios muebles.

Massimo se quitó la camisa, arrancándole los botones y luego los pantalones, para quedarse con los bóxer y una vez en la cama taparse con la manta. Yo en cambio me quité la ropa sin romper nada, dejando también solo la ropa interior y me acurruqué a su lado. Pensaba que habría algo de acción pero cuando vi de reojo como Massimo cerraba los ojos y se frotaba las sienes, decidí descansar yo también.

Eres mía y de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora