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-En que estabas pensando? – era Massimo con su voz ronca, cabreada. – quieres matarte?

-No, no voy a matarme, no por ti.

-Pues sube al coche y volvamos a casa.

-No voy a ir contigo en el coche.

-He dicho que subas al coche - golpeó el coche con un puñetazo dejando asi la marca justo al lado de mi cabeza.

-He dicho que no voy contigo a ninguna parte. Llama a Valentina, quizás comprando un coche para minusválidos esté encantada de acompañarte – volvió a dar varios golpes en el coche pero esta vez tenía las dos manos al lado de mi cabeza, apoyadas en el bentley.

-Te vas a arrepentir si no subes en menos de dos segundos al coche.

-Massimo – esta vez era Frank que estaba a nuestro lado – se viene conmigo.

-No – le contestó sin apartar la mirada de mi – es mi mujer y se viene conmigo.

-Massimo, no estás en las mejores condiciones, piénsalo.

Cedió y yo despacio me puse detrás de Frank, nunca lo había visto así, nunca me había dado tanto respecto. Siempre era cariñoso y atento conmigo. Frank me cogió del brazo y me llevo al segundo coche. Me cerró la puerta al entrar y mientras el se colocaba en el asiento pude ver como Massimo seguía dándole golpes al Bentley para parar de vez en cuando y pasarse las manos por el pelo. Volvia a darle golpes y otra vez a pasarse las manos por el golpe.

-No te preocupes – dijo Frank después de estar más de diez minutos en silencio – no te iba a hacer daño alguno.

-Y entonces por que me traes tu?

-Por que es mejor que recapaciteis cada uno por separado, las cosas se tranquilizarán.

-Como estás tan seguro de eso?

-Por que lo conozco y es una olla a presión que después de explotar recapacita y se da cuenta de los errores que comete. No la quiere si eso es lo que te preocupa.

-Si, si que la quiere, no me mientas.

-Nunca la ha querido, pensaba que la quería pero nunca la ha cuidado ni protegido como a ti. Mira, nunca lo vi llevar tanto tiempo en brazos a una mujer como a ti, nunca lo he visto entrar en esta casa con ninguna, salvo tu y enfadarse por que utilizaban algún método anticonceptivo puesto ni hablemos.

No hablamos durante el resto del camino. Cuando llegamos Massimo estaba en la puerta, de brazos cruzados esperándonos.

-Habéis tardado mucho.

-Tu mujer no necesita más sustos por hoy.

-Estás bien? – me volvió a coger del brazo pero esta vez era con delicadeza

-No.

Cogí a Soldado en brazos y entré con el al salón. Me tumbé en el sofá y me quedé durmiendo, ahí, abrazada a un perrito encantador.

Era el día de Noche Buena y las cosas no estaban del todo bien en casa. Hoy mis cuatro armarios empotrados irían a cenar con sus familias, es decir que la casa por una noche se quedaba sin mucha vigilancia. Solo se quedaban aquellos que no tenían familia o que no querían irse.

-Prepara una maleta con lo que necesites, hoy no dormiremos aquí. – Massimo entró en la habitación y se sentó en la cama para quitarse los zapatos.

-No cenamos aquí?

-No, cenaremos con Valeria en un restaurante y dormiremos en un hotel.

-Feliz Navidad chicos- me despedí de ellos al subir al coche. Nos acompañarían al hotel donde nos quedaríamos para luego cada uno irse con su familia.

-Feliz Navidad jefa.

Me duché al llegar mientras Massimo tumbado en la cama cambiaba de canal una y otra vez. Ya ni recuerdo la última vez que hicimos el amor y mis hormonas habían aumentado mi libido, deseando asi tirarme encima de ese hombre y hacerlo mio, pero quité esa idea de mi cabeza. Se había equivocado y yo no sería quien diera mi brazo a torcer.

Salí de la ducha y me puse un conjunto de ropa interior rojo, igual que el vestido que llevaría. Me ricé el pelo y me maquillé para luego ponerme unos zapatos plateados.

-Estás preparada? – estaba detrás de mi, veía su imagen reflejada en el espejo asentí antes de apoyarme en su duro pecho y notar como me ponía algo en el cuello. Un precioso collar – tu regalo de Navidad.

-El mio es tu hijo – dije de mala gana quitándome su collar.

-Estoy intentando hacer las paces – ahora mi mal humor ya no se debía al enfado sino a las ganas que tenia de tirarme encima de el.

-No debes hacer las paces o disculparte por haberme dicho la verdad.

-Que verdad? – puso posesivamente las manos en mi tripa que ahora estaba un poco más abultada, bajando una de ellas a mi parte más delicada, aquella que estaba en ebullición – crees que no se lo que quieres? – dijo con una voz seductora – piensas que no noto la tensión que tu precioso cuerpo emana y que no reconozco aquella mirada?

-Que mirada? – suspiré mientras el me besaba el cuello

-Aquella que pones cuando quieres ser follada – me dio la vuelta y prácticamente me atacó.

Apoyada de espaldas en el espejo, con mis piernas rodeando su cintura y mis brazos alrededor de su cuello , me estaba haciendo suya, subiéndome y bajándome encima de su falo, haciéndome gritar con cada embestida. Me bajó para luego limpiarme mis partes con su pañuelo y colocarme el vestido.

-Te has vuelto a guardar el pañuelo en el traje? Esta sucio.

-Asi – me volvió a acercar posesivamente a su cuerpo – cuando me veas oliéndolo o acariciándolo vas a mojarte y pensarás en las mil maneras que pienso follarte una vez terminada la maldita cena. – gemí

Me colocó otra vez el collar y ahora bajamos. Valeria estaba en la mesa ya esperándonos, bebiendo de su copa de vino.

-Fui a buscaros – dijo nada más sentarnos – pero por los gritos de Ada supe que no era el momento adecuado.

-Si, estaba follando con mi mujer – abrí los ojos sorprendida mientras Valeria estaba riéndose a carcajadas – algún problema?

-Ninguno hermanito – contestó ella entre carcajadas – un poco de envidia por que la gente folla más que yo, pero nada más.

-Me muero por una copa de vino.

-Tu estás embarazada – vi a Massimo tocar el pañuelo y yo me moví incómoda en la silla

-Cuando esté niño salga prometo encerrarme en la habitación con dos botellas de vino y no salir de ahí hasta que no me las haya terminado.

-Eso será cuando tenga más de un año – se estaba riendo Valeria – por que los primeros meses no te podrás separar de el sin que llore.

-Dios – me pasé la mano por la cara – la que me va a caer encima – pensé en voz alta.

-Pues entre el niño y mi hermano saldrás loca – las dos nos reímos menos Massimo

La cena pasó muy rápida, como siempre, había algún plato que no podía comer por el embarazo. Subimos los tres en el ascensor pero mi mirada no podía apartarse, viendo como Massimo sujetaba aquel pañuelo en su mano.Me había tirado ya encima suya si no fuera por que Valeria estaba con nosotros en el ascensor y se bajaría en la misma planta. Cuando llegamos Massimo tiró de mi prácticamente.

-Tienes prisa por llegar a la habitación , eeh hermanito – se reía

-Buenas noches – dijo al cerrar la puerta detrás de nosotros.

Me tiré encima de el haciendo que se golpeara con la puerta. Me volvió a coger en brazos enredándome así las piernas en su cintura pero cuando fuimos a la cama me tumbé encima de el. Tiré de su camisa provocando que todos los botones saltaran y comencé a besarle el torso desnudo mientras el subía mi vestido por las piernas. Después de varias caricias estaba ya que me subia por las paredes e introduje su pene dentro de mi. Las manos en mi cintura me hacían subir y bajar en un ritmo frenético.

Eres mía y de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora