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-Señores – nos llamó el comisario indicándonos pasar a su oficina – el examen médico nos dice que esta niña ha sufrido maltrato y aparte de eso han abusado de ella – yo estaba horrorizada – supongo que podrán despedirse de ella ya que irá a una casa de acogida.

-No se puede venir con nosotros? – pregunté yo sujetando con fuerza a mi bebé

-Si deciden adoptarla si, siempre será mejor una familia que irse a aquel lugar esperando que alguien la quiera. – miré a Massimo que tenía cara de pocos amigos –

-La adoptaremos , la pequeña se viene con nosotros.

Llegamos a casa el con Max en brazos y yo llevaba a esa preciosura. Como no teníamos ropa para un bebé tan grande, tenía 10 meses según el médico , le puse una camiseta mia y la metí en una cama rodeada de almohadas para que no se fuera a caer. Massimo estaba en la cocina bebiéndose una copa de vino.

-Por que no te detuvieron en la comisaria?

-Por que para ellos yo soy Massimo de Luca, un hombre honorable que se encarga de su negocio y ellos al que buscan es al hombre sin rostro Francesco Luca.

-Volveremos a nuestra casa? – negó

-No, la policía ya sabe que ahí vive Francesco Luca, por lo tanto estará vigiliada siempre. Ahora debemos buscar otra casa, aparte de ocuparnos de la nueva bebé.

-Max – me acerqué a su espalda y puse las manos en sus hombros – no soy capaz de dejar a una bebé así, no después de saber por todo lo que aquella niña ha pasado. Entiéndelo por favor – solo asintió para terminarse su copa de vino y encerrarse en el despacho.

Estaba durmiendo en nuestra habitación, una pequeña donde había una cama, el armario lleno de ropa mia y de mi marido y una cómoda aparte de las mesitas, me despertaron los llantos de dos bebés. Mientras los dejaba con el chupete en la boca iba a la cocina donde les prepararía el biberón, pero varios gemidos llamaron mucho mi atención y entré en el despacho sorprendiéndome ante esa imagen. Massimo, detrás de su mesa, frente al ordenador se estaba acariciando el miembro.

-Que haces? – lo pillé

-Ada, no es lo que piensas – se la guardó en el pantalón.

-Ahh no? Te estabas haciendo una paja.

-Ada – no pudo decir nada más por que no lo dejé

-Resulta que desde que nuestro bebé nació a mi ni me tocas, ni me buscas. Pensaba que era el trabajo, que estabas estresado, cualquier cosa menos esta. Joder, me estás dando mucho asco ahora mismo asi que a mi no te me acerques.

-Ada, no hagas un maldito drama de esto.

-Ahh que no haga un drama – grité – que coño te pasa Massimo?

-Que me pasa a mi? Y a ti? He visto nacer a mi hijo cuatro meses antes de tiempo, has estado en casa igual que si tuviéramos un fantasma por que solo respirabas y sonreías cuando íbamos al hospital y para colmo me metes a otra bebé, como si con uno no tuviéramos bastante. Pero de verdad piensas que te voy a hacer el amor ahora con dos niños en casa?

-No eches la culpa a los niños ni a mi de que tu te estuvieras pajeando ahora mismo. Siempre encontraste tiempo para mi, y no siempre hizo falta una maldita cama y lo sabes.

-Vamos a despertar a todos Ada.

-Quien es? Contéstame Massimo, quien cojones es?

-Se llama Aida Martinez, es la heredera de una mafia de Asturias. La conocí hace poco.

-Como es? – tenía un nudo en la garganta

-No ha pasado nada Ada, creeme. No hice nada, ella tiene una niña y es feliz junto al padre de la niña.

-Que como es? – tiré lo que habia encima de la mesa

-Es morena, con unos ojos azules como el mar. Se desenvuelve bien en este mundo aunque se le ve con miedo. No se que me ha llamado la atención de ella, no te lo podría decir.

-La quiero conocer. He dicho que la quiero conocer.

-Es imposible, se ha fugado a Nueva York bajo otro nombre.Ahi está llevando su vida.

-Osea que estás informado de su situación.

-Ada, es a ti a quien quiero pero ella tiene algo, que – no le dejé terminar.

-Osea que te estabas pajeando pensando en ella no? Mueve cielo y tierra para que pasado mañana estemos en Nueva York, la quiero ver con mis propios ojos Massimo.

Llegamos a la tienda que ella tenía en Nueva York, no me sorprendió para nada que Massimo se supiera la dirección. Desde el momento que me contó aquello yo no le volvi a hablar para nada, ni siquiera le contestaba con monosílabos.

Entramos en aquella tienda decorada con azulejos negros en la cual destacaban los vestidos de novia. Dos chicas morenas llegaron a atendernos pero Massimo pidió hablar con Carla Douglas.

-Massimo, que haces por aquí? – una pelirroja pequeña aunque con curvas llegó hacia nosotros, dándole dos besos a mi marido – tu debes ser Ada, la mujer que lo atrapó – yo asentí

-Pues decidimos tomarnos unos días de descanso y he pensado en pasar a verte. Podíamos ir a comer algo ya que estamos por aquí.

-Esperad que coja mi bolso y avise a Diego.

Media hora después su marido llegaba al restaurante donde habíamos quedado, cerca de la tienda. Era muy alto y moreno, pero no tenía nada que ver con Massimo, para mi era un simple mortal más mientras que mi marido era un dios del olimpo.

-Como os conocisteis? – pregunté

-Pues hace muchos años nos conocíamos – contestó ella con energía – era amigo de mi ex pareja. Una noche después de una fiesta nos acostamos y la verdad es que al principio estábamos juntos por Sara, nuestra niña, pero ahora decidimos darnos la oportunidad de ser felices juntos. Y vosotros?

-Bueno – dije con maldad – a mi Massimo me libró de ser matada por mi ex novio y se casó conmigo por que era el último deseo de mi padre, llevarme al altar, antes de morir.

-Ada, no fue así.

-Seguro? – le miré pero no contestó – Ahora somos padres de Massimo y acabamos de firmar los papeles de adopción de otra niña.

-Y el negocio como va por Italia ¿ - le preguntó a Massimo cambiando de tema.

-Bien - le contestó – la verdad es que muy bien, yo no me quejo. Como es que tienes una tienda de ropa?

-Por que los dos así demostramos de donde sacamos el dinero.

-Blanqueo – contesté yo llevándome una mala mirada de mi marido.

-Se podría decir – sonrió ella y vi como Massimo le sonreía.

-Que te pasa? – preguntó el al subirnos al coche una vez terminada la maldita comida

-Esa mirada, esa mirada era para mi incluso el primer día que me llevaste a tu casa.

-Que mirada?

-Aquella en la que tus ojos sonríen, aquella en la que te comes con la mirada a la persona a la que se la dedicas. Esa mirada ahora es para ella.

-No digas tonterías Ada.

-No digo ninguna tontería – estaba llorando – a mi llevas tiempo sin mirarme así.

-Cariño eres la madre de mi hijo, no va a pasar nada.

-No quiero ser solo la madre de tu hijo – dije susurrando

Ninguno de los dos volvimos a hablar hasta que llegamos al hotel. Mañana volveríamos a Roma.

-Quieres que salgamos a dar un paseo?

-No

Ada lo siento. No quería hacerte daño – me di la vuelta en la cama sin querer verlo – no se que me ha pasado Ada, por favor, creeme.

Viendo que no le contestaba decidió rendirse. 

Eres mía y de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora