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-Max – me acerqué a el para tranquilizarlo – no lo sabia, por favor, no lo sabia, creeme.

-Desaparece de mi vista por que te voy a matar. Te has acostado con otro.

-Massimo – Frank estaba en la habitación junto a Luca – deja de gritar. Sal de aquí – esta vez me miró a mi que acompañada de Luca fui a la cocina donde me preparó una tila para tranquilizarme y yo le conté lo que acababa de descubrir.

Media hora después Luca seguía tranquilizándome.

-Nos vamos – entró Massimo en la cocina más tranquilo.

-Lo siento – comencé a llorar pero el no me miró siquiera,

-Te avisaré para que la lleves a la casa cuando estemos ahí – Luca asintió

-Max, lo siento, perdóname – en la mirada fugaz que me dirigió vi dolor, vi un corazón roto.

Tres horas después yo estaba dormitando en el salón cuando Luca entró y me avisó que debíamos marcharnos. En las afueras de la ciudad, en una casa pequeña pero muy bonita y arreglada, ahí estaba el coche en el cual se habían marchado Massimo y Frank. Nosotros entramos en silencio y pude ver a los dos hombres sentados uno al lado del otro.

-Ada - Frank habló – el jefe quiere ponerte a prueba – Luca y yo nos sorprendimos cuando vimos que me daba una pistola – al que tu decidas le pegas un tiro.

-Y como cojones voy a saberlo ¿ Son idénticos o es que no los vez?

Me quedé un rato pensativa, haber como hacia esto y recordé la pregunta que le hice a Massimo en casa.

-Que tacones llevaba el día de nuestra boda?

-pffff – dijo uno

-Rojos – contestó el otro.

-Por que nos casamos?

-Por que nos queríamos – contestó el de la derecha

-Una de las razones fue que tu padre nos lo pidió, era su último deseo.

-Que opinaste cuando me llevé a Victoria a casa y decidimos adoptarla?

-No es adoptada- contestó el que llevaba ya dos errores

-No quería, pero fuimos a comisaria y cuando supe que la habían maltratado y abusado de ella cedí.

Levanté el brazo con el arma y apunté al de la derecha.

-Frank, suelta a Massimo, y tu – miré al impostor – por que lo hiciste?

-Por que pude, aprovechaba el tiempo que el estaba fuera para follarte y para destruir tu matrimonio. También fui yo el que se dejó ver en Los Angeles con una mujer, el que llamó a la prensa. Lo único que me molestaba era hacer de padre de esos malditos niños.

-Por que lo hiciste?

-Por que tu – miró a Max – tuviste todo en la vida, y yo por culpa de tu padre no tuve nada. El fue el que me hizo desaparecer diciendo que estaba muerto y me envió a Africa a una tribu. Todo por que yo era el débil, yo era el que no habia llorado por que tenia hambre y tu no parabas y eso el lo interpretó como que tu eras el luchador, pero lo único que eres es un hijo de la gran puta que me ha quitado todo. Me iré tranquilo por que se que por lo menos a tu mujer la hemos compartido.

Murió cuando le pegué el primer tiro pero no paré hasta que no le vi la cara desfigurada. Lágrimas salían de mis ojos y de los de Massimo. Vi que al intentar acercarme a el dio un paso atrás y decidi irme caminando de ahí, necesitaba aire, necesitaba respirar.

Llevaba unos diez minutos caminando cuando el coche paró.

-Sube – me dijo Massimo que iba conduciendo. Si, conducía igual que yo la noche del accidente hasta que a salvo llegamos a casa.

No espero que fuera a bajar sola del coche sino que me echó al hombro igual que un saco patatas hasta llegar a nuestra habitación donde me tiró en la cama y me hizo el amor tres veces.

-Massimo, me perdonas? – el no contestaba, miraba el techo – lo siento – volví a llorar

-Era imposible reconocerme, lo tenía todo pensado, hasta Frank dudo de cual de los era yo, hasta que tuvo la maravillosa idea de atarnos a los dos. Primero nos golpeó en la cabeza con el arma y luego nos ató hasta que tu llegaste.

-Lo siento.

-Aún así no puedo olvidar que otro te tocó – me tumbó de lado y volvió a meterse dentro de mi – el viaje queda cancelado pero aún así los niños se quedarán con Valeria.

Por la mañana, vi que en casa no habia nadie, solo Massimo y yo.

-Donde están todos? – le pregunté

-Estan fuera unos días.

-Y eso? – me eché café en la taza.

-Por que tu y yo estamos aquí.

Me obligó a apoyar las manos en la encimera y desde detrás el me volvía a hacer suya, así hasta que a la hora de la comida habíamos echado ya otros cuatro polvos.

-Max, por que haces esto? Yo no puedo ni sentarme ya.

-Por que quiero borrar cada caricia de tu cuerpo.

-Max – le acaricié la cabeza pero el se apartó – esto es un encierro sexual? Un castigo

-Si, te estoy castigando por no reconocerme, asi si alguna vez dudas de quien es tu marido lo sabrás por como mete la polla dentro de ti – tiró la comida de la mesa y se encerró en su despacho hasta bien entrada la tarde.

Cuando hizo acto de presencia estaba en el salón viendo la tele.

-No puedo más – dije cuando tiró de mis pantalones y me comenzó a lamer el clítoris.

-También lo sabrás por como te come el coño.

-Max – estaba llorando - no puedo más, para por favor. Detente – no me hacia caso al gritarle, todo lo contrario, apretaba mis muslos con más fuerza y llegó a introducir los cuatro dedos dentro de mi haciéndome daño.

-Massimo – entró Frank en el salón – que cojones estás haciendo? – yo me tapé como pude con la manta que varios minutos tenía encima.

-Por que te metes Frank? – estaba fuera de si

-Por que desde anoche no has parado de follarla, es tu mujer coño no una puta cualquiera.Le estás haciendo daño.

-No, le estoy enseñando como reconocer a su marido por si acaso se vuelve a equivocar y otro que se hace pasar por mi se la vuelve a clavar.

Recibió un puñetazo en la mejilla, para luego enganchado de la camisa fue sacado fuera por Frank. Al principio se escucharon voces que no se entendían, hasta que escuche un portazo y un coche.

-Lo siento, está fuera de si – dijo Frank – el dolor le ha cegado.

-Frank, te juro que yo no lo sabia, creeme.

-Te creo, yo mismo no los distinguí. Ahora vez y descansa, Massimo no aparecerá hasta dentro de un par de días.

Eres mía y de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora