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-Hola Valentina – la saludó frio – si, unos cuantos años. Mira, te presento a mi mujer Ada.

-Te has casado? – la falsedad se le notó en la voz.

-Si, y seré padre dentro de unos meses – acarició posesivamente mi vientre.

-Pues a mi desde que me dejaste plantada el dia de nuestra boda, no me dio tiempo a hacer tantas cosas.

-Pues lo siento mucho Valentina. Pensaba que seguías con Adam.

-No se nada de el desde el dia de nuestra boda.

-No, no te dejó – sonrió Massimo maliciosamente – tuvo un trágico accidente de coche.

-Le mataste? – preguntó ella sorprendida – le quería.

-No Valentina, yo no.Fue tu padre. – ella tapó su boca horrorizada – yo cumpli mi palabra, hasta hoy.

Ella se fue llorando de ahí y a mi me dio un poca pena, pero si Massimo la trato así es por que ella le hizo algo. Luego le preguntaría por aquella boda fallida.

Nos sentamos en la mesa a cenar, pero me di cuenta de que muchas de las cosas yo no las podría comer.

-Por favor – le pedí a un camarero – me podría poner un plato de pasta carbonara con nata pasteurizada?

-No le gusta el menú señora? – preguntó el descadaramente

-Estoy embarazada y no puedo comer cualquier cosa, como por ejemplo embutidos, marisco, quesos y pescado si es fresco.

-Pues algo deberá cenar – dijo mirándome las tetas cada vez más descarado – yo tengo algo para usted, si me acompaña.

La que le acompañó fue la ostia que le di, llamando así la atención de todos y sobre todo de Massimo que en un segundo estaba de pie, a mi lado y los hombres de mi seguridad.

-Que pasa aquí? – me habló Massimo

-El chico, que no quiere ponerme un plato de pasta y me ha ofrecido comerle otra cosa.

Pude ver como aquel muchacho se meaba en los pantalones cuando cinco pistolas le apuntaban en la cabeza.

-Lo, lo, lo siento señora – dijo – a mi me han pagado para decirle semejante barbaridad.

-Quien ¿ - pregunté bajando la pistola de Massimo – habla.

-Una joven con pelo largo y el vestido verde. No se preocupe señora, yo le traigo el mejor plato de pasta que haya probado en su vida. Lo siento mucho.

Yo asentí y el se fue corriendo, seguramente a cambiarse los pantalones.

-Quien es el padre de Valentina? Habla Massimo.

-Es aquel que tiene la camisa azul, está sentado en nuestra mesa. – le quité el arma de la mano rápidamente y me di la vuelta para apuntarle.

-Tu cabeza o la de tu hija – el se asustó pero el oooh, se escucho de la boca de varias personas – repito, tu cabeza o la de tu hija?

-Que ha hecho mi hija ahora? – miró a Massimo – yo le diré que te pida disculpas.

-Las disculpas me las debe pedir a mi, soy yo la que te está hablando – levanté la voz y el me miró burlón.

-No voy a hablar con una mujer que no sabrá ni disparar.

Creo que nada más decir eso se arrepintió ya que apreté el gatillo y la bala pasó por el hueco que había entre su cabeza y la de su putita.

Eres mía y de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora