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Eran ya las 12 de la noche cuando entramos en nuestra habitación. Llevaba unos días incómoda y decidí ir al baño a ver que es lo que pasaba.

-Joder – alcé la voz y Massimo entró al baño, viéndome sentada en la taza con el papel lleno de sangre – nuestra noche de bodas va a ser pasada por sangre – bromeé – lo siento

-Estás bien? – preguntó y yo negué con la cabeza

-No, me está doliendo horrores. Voy a pegarme una ducha haber si eso me relaja.

Después de una larga ducha me puse el pijama y me metí en la cama con Massimo. El se encontraba en bóxer, viendo la tele.

-Lo siento.

-Por que lo sientes – me atrajo hacia el y me abrazo – no pasa nada amor, es un cuerpo y tiene su funcionamiento.

Hice una mueca y cerré los ojos.

Por la mañana cuando me desperté Massimo se encontraba en el balcón atendiendo varias llamadas de su gente. Lo veía bastante relajado y no pegaba voces, por lo tanto no había ningún problema. Me había quedado dormida en sus brazos. Joder, recordé lo que ayer había pasado y miré mi mano izquierda, estaba casada con el mayor narco de Italia.

-Buenos días - le dije apoyándome en la puerta de cristal que separaba la habitación del balcón.

-Si, pues a Cris le debemos recordar quien manda – silencio – si, enseñale una foto de su hermana pero ni se os ocurra tocarla – silencio – muy bien, mantenme informado – colgó – buenos días preciosa – me besó – como estás?

-Algo mejor, pero me sigue molestando.

-Tu padre me ha avisado de que nos están esperando abajo. Volvemos a su casa – yo asentí

Me puse un vestido rojo y unas botas de entre tiempo. Cogi mi chaqueta de piel negra y guarde mi vestido de novia en la pequeña maleta que llevaba. Los dos, de la mano, llegamos a la recepción, seguidos por esos tres armarios empotrados.

-Espero que hayas descansado – dijo Elisa – tu padre te ha preparado una sorpresa.

-Que sopresa , papá?

-Tu moto está arreglada hija y te he apuntado a una pequeña carrera que hay hoy en el circuito.

-Que bien – comencé a saltar igual que una niña pequeña cuando recibe sus regalos en Navidad.

-Ni de coña – habló Massimo y al mirarlo vi como los hombres detrás suya se estaban riendo - estás enferma y no te pondré en ese peligro.

-Que sucede cariño?

-Nada papá, cosas de mujeres – le sonreí y noté como la tensión se iba de su cuerpo.

-Bueno, si Massimo no lo considera seguro no pasa nada. Podré verte disfrutar de la moto en casa dando vueltas por la calle como lo hacias de pequeña.

-Massimo llevó subiendo en una moto desde antes de decir mi primera palabra, asi que nada, iré a aquella carrera.

Al final no fui a la carrera, no por que Massimo me lo prohibiera sino por que me tuve que quedar todo el día en la cama ya que el dolor de ovarios que tenía me hacia imposible moverme. También había que tener en cuenta que debido al dolor también me daban cólicos.

-Estás bien hija? – entró mi padre y me puso un paño con agua fría en la frente.

-No papá, me encuentro tan mal que no tengo ni fuerzas de levantarme.

Eres mía y de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora