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                Desperté por la mañana, era sábado. Me puse unos leggins, las deportivas y una sudadera, estábamos a mediados de Diciembre y yo hoy no tenía ganas de ir a ningún lado.

Massimo estaba en su despacho y yo decidí no molestarlo. Carla estaba desayunando en la cocina mientras hablaba con Valeria.

-Señora, quiere un café? – me preguntó Carla

-Puede alguien en esta maldita casa – grité todo lo que pude – llamarme por mi maldito nombre. Ada joder, me llamo Ada ni señora ni jefa ni pollas en vinagre.

Me apoyé en la puerta, algo en el pecho me impedía respirar, empecé a temblar y a buscar aire, necesitaba aire por Dios, tenia la maldita sensación de que me estaba ahogando. Reconocí los brazos de Massimo que me elevaron y salió corriendo. Lo ultimo que recuerdo es la palabra hospital.

Desperté y Massimo estaba dando vueltas por la habitación del hospital mientras que Valeria estaba sentada en el sillón.

-Que me ha pasado? –

-Cariño – mi marido se acercó a la cama y me besó la frente – tuviste un ataque de ansiedad. Estamos esperando los análisis de la sangre que te sacaron. No te preocupes, todo estará bien.

Me quedé en silencio recordando como le estuve gritando a Carla antes de sentir que me ahogaba. No comenté nada más, me conformé con mirar a Massimo que ahora estaba sentado en la cama, jugando con mi alianza.

-Bueno – dijo una doctora al entrar – los resultados ya están aquí. No hay nada raro, lo único es que la Gonadotropina Coriónica es alta.

-Que es eso? – preguntó Massimo preocupado

-Pues eso es que van a ser papás.

Vi como su cara se iluminaba mientras que yo no entendia nada. Si tenía un DIU,

-No puede ser, pero si yo tengo un DIU – esta vez Massimo estaba sorprendido

-Pues debemos quitarlo cuanto antes y aprovechando que todavía está en el primer trimestre y se puede ver, si no existe un riesgo mayor de aborto espontáneo o de un parto prematuro.

Por la tarde salía del hospital con un Massimo enfadado sin saber por que, una Valeria loca por que iba a ser tia y yo, que estaba hecha polvo. Descanso, mucho reposo, nada de altibajos y tomar ácido fólico, esas eran sus indicaciones. Llegamos a casa.

-Te quiero en el despacho , ahora – subí detrás suya y una vez que estaba dentro cerró de un portazo – con que un DIU ehh, que pasa que no querías tener hijos?

-El DIU me lo puse después de perder el bebé, no me acordaba de el la verdad.

-Hablas como si no te acordaras de lo que comiste ayer. Me casé contigo maldita sea, lo he dado todo en esta maldita relación y me entero ahora que tienes un DIU.

-Joder, es que ni tenia pensado casarme y tampoco tener hijos. Que no me acordaba maldita sea, que ya está fuera y no le va a pasar nada al crio, ya.

-Fuera, fuera de mi vista – señaló la puerta – he dicho que fuera – gritó

Con lágrimas en los ojos salí del despacho y fui al baño donde me pegué una ducha y me metí en la cama.

Me desperté al día siguiente y era mediodía.

-Venga – Massimo estaba en la puerta – vamos a salir a comer.

-No tengo hambre – le contesté pero la verdad es que después de la discusión de ayer no me apetecía ni verle.

-Ayer no comiste nada asi que tienes que alimentarte.

-Por el bebé no? – ahora la que tenia ganas de discutir soy yo

-Si, por el bebé – dijo – aparte de que no quiero que mi mujer se muera de hambre.

-Que no quiero he dicho – ahora la que alzaba la voz era yo

Tiró las mantas a un lado y me sacó de la cama para llevarme agarrada del brazo al baño.

-No saldré de aquí hasta que no te hayas vestido y aseado.

-No voy a hacer mis necesidades delante de ti.

-He dicho que lo hagas

Una hora después y con Massimo más cabreado que nunca, aunque claro, hacer todo tan despacio y quedarme durante quince minutos sentada en la taza sin necesidad alguna, tenia algo que ver.

-Os quiero a diez metros de nosotros – le dijo a Frank – tu – señaló a Valeria – te quedas aquí o te vas a tu casa que ya va siendo hora.

Me saco del brazo de casa y me subió al coche. No dijo nada durante todo el camino, juraría haber visto salir hasta humo de sus orejas, igual que en los dibujos animados.

-Me has decepcionado – por fin habló – confiaba en ti más que en mi propia vida pero me has engañado.

-Max, que se me había olvidado, te lo juro – lagrimas salieron de mis ojos, me dolia mucho que el no me creyera – además estoy embarazada, vamos a ser padres con DIU o sin DIU puesto. Créeme por favor, se me ha olvidado.

Se quedó callado y siguió conduciendo hasta que llegamos a un restaurante. Detuvo el coche y me tendió su pañuelo.

-Te creo – estaba arrepentido – algo me dice que es verdad. Vamos, limpia esa cara bonita y vamos a comer los tres – sonreí.

Era lunes, Massimo se había marchado esta mañana a ocuparse de otros negocios, pero no me dijo nada más, no quería implicarme. Yo, subí al coche que me regalaron y fui a la cafetería que había frente a la bodega. Habia quedado con Valeria ahí a las 8.

-No – le dije viendo que Frank bajaba del coche – estaré con Valeria, estaré bien.

Ellos a desgana aceptaron mi orden y se quedaron fuera del coche. Cuando llegue Valeria estaba junto a un hombre que de espaldas me resultó conocido pero hasta que no me acerqué a la mesa no supe que era Jorge.

-Ada cariño – ella me saludó encantada – mira, te presento a Jorge – vi la sonrisa maléfica que el ponía en su cara – como está mi sobrinito?

-Bien. Valeria, tengo que salir a atender la llamada de tu hermano – mentí, la que estaba llamando a Frank era yo.

Cuando me di la vuelta Valeria estaba en el suelo y Jorge tenía una pistola apuntándome en la cabeza. Frank y Luca estaban en la puerta, los dos pistola en mano.

-Que haces Jorge? – pregunté intentando mantener la calma

-Joder la vida de aquel desgraciado igual que el jodio la mia.

-Nadie ha jodido tu vida Jorge, tu mismo la jodiste.

-Claro que no. Nunca disfrutaste ni fuiste conmigo tan feliz como cuando estas con el.Te pedi matrimonio tres veces. Dejadme salir o le disparo – esta vez Frank y Luca se hicieron a un lado y yo les miré horrorizada.

-Jorge, pedirme matrimonio después de pegarme una paliza no da mucha confianza que digamos.

-Cállate. Y vosotros delante mia sin dar un paso en falso.

-Que le hiciste a Valeria?

-Un somnífero y un golpe en la cabeza funcionan estupendamente.

Frank y Luca seguían caminando delante. Escuché un disparo y cerré los ojos asustada pero el grito no era mio. Frank y Luca corrieron para ponerse delante mia y taparme. Un coche llegó frenando en seco a dos palmos de mi y de el salió Massimo.

-Dan, a la estación. Luca, mi hermana. Frank, cámaras de seguridad. Tu – me señaló – al coche.

Eres mía y de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora