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Efectivamente, dos días después Massimo entró en casa con un ramo de flores. Yo estaba en la cama, todavía no era capaz ni de caminar bien debido al daño provocado.

-Lo siento – se quedó parado cuando vio que yo me alejaba de el – soy un hijo de puta y te hice daño, lo siento.

-Me crees? – asintió – de verdad?

-Si, te creo y siento mucho lo que te hice.

Me tiré a sus brazos , a aquellos brazos que me recibieron gustosamente y comencé a besarle.

-No puedo – cuando me restregué contra su miembro y alcé la cadera pidiéndole entrar me rechazó – lo siento pero no puedo.

Llegó entrada la noche, se duchó y se metió en la cama abrazándome pero cuando comencé otra vez a restregarme se fue. Diez minutos después fui detrás de el y le encontré frotando su miembro en el despacho. Decidí no hacerle ningun escándalo, sino que quitándome los pantalones del pijama, aparté el ordenador y me senté encima de la mesa, con las piernas abiertas mientras me tocaba, mirándole a los ojos.

-Joder amor – grité cuando llegué al orgasmo con una ultima estocada suya.

-Te hice daño? – negué – lo siento

-Te necesitaba amor – le acaricié la cabeza que la tenía apoyada en mi hombro – te necesitaba.

-No puedo hacer esto Ada.

-El que no puedes hacer?

-No puedo hacerte el amor, no sin recordar el daño que te hice.

-Pero yo te perdoné.

-No Ada, he dicho que no.

Salió del despacho y minutos después escuche la puerta del garaje abrirse y un coche salir. Por la mañana cuando me desperté Massimo ya no estaba a mi lado. Me duché y fui a la cocina donde Clara les estaba dando el desayuno a los pequeños.

-Max, deja de escupir la comida – le regañé ya que Clara iba llena de potito.

-Ma ma – la pequeña Victoria dijo su primera palabra y alzó los brazos hacia mi.

-Corazón, ven aquí – la levanté en brazos y empecé a lanzarla para arriba.

-Ada – entró Frank y no con buena cara – Massimo se ha ido.

Deje a la pequeña en su silla y nos fuimos los dos al despacho.

-Como que se ha ido?

-Si, ha cogido un vuelo a Nueva York.

-Sabes donde está? – el asintió – pues dejadlo en paz, volverá.

Sali de esa habitación sin poder respirar muy bien y me encerré en mi dormitorio, su vestidor estaba vacio.

-Clara – grité – Clara , donde esta la ropa de mi marido?

-Señora, anoche el se hizo las maletas y dejó esto para usted.

"Necesito tiempo, siento marcharme así . Volveré, os quiero"

-Frank, necesito que me mantengas informada de todo lo que hace – asintió – me ha dejado el muy cabrón.

Paso una semana desde que el se fue. De vez en cuando recibía algún ramo de flores con notas que siempre acababan en el mismo sitio, el cubo de la basura y las notas sin leer. No podía entender que es lo que le había hecho tomar esa decisión, no después de quedarme a su lado. Si, había cometido un error, no reconocerlo y acostarme con su hermano pero el también joder.

Eres mía y de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora