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Creo que me quedé ahí durante horas sentada, pensando en que yo era una persona que creía en la justicia y estaba en casa de un narcotraficante. Pero claro, el narcotraficante fue el que me salvó de las manos de ese hijo de puta honorable. Me sentía segura con el, estaba a gusto en su compañía y me encantaba como me protegía.

En mi relación anterior fui yo la fuerte. Era yo la que cuidaba de Jorge y la que lo animaba, la que llevaba los pantalones, por decirlo de alguna manera y nunca me di cuenta lo mucho que yo también necesitaba sentirme querida y protegida hasta que el me levantó del suelo aquel día.

Era ya tarde cuando me fui a buscarlo. Estaba en su habitación por lo que Luca me dijo asi que llame a la puerta pero nadie me contestó. Abri despacio, para no despertarlo pero el estaba con los cascos puestos, tenia una conferencia.

-Mañana te llamaré y me informas de como va el cargamento. Aparte de eso, encárgate de Cristian, lleva mucho tiempo sin hacer ningún intercambio – cerró el portátil

Yo estaba sentada en los pies de la cama mirándole. Ahora que sabía a lo que realmente se dedicaba me parecía incluso más atractivo. Miré sus ojos negros y pasé mi mano por su pelo.

-Cuando me levantaste de aquel suelo y me hablaste en el coche, me sentí protegida por primera vez en mi vida. Cuando tomaste la iniciativa por mi y te ocupaste de todo, me sentí cuidada y nunca me había dado cuenta de lo mucho que necesitaba eso. Creo que no hace falta decirte nada más.

El se quedó quieto en su sitio pero yo me acerqué a el. Quité el ordenador y me senté en su regazo, acaricie su torso desnudo y le besé.

-No parece que estés contento – le dije al ver que no se movía.

-Estás segura? – yo asentí – debo hacer una cosa primero – de su primer cajón de la mesita sacó un walkitalki y habló.

-Tenéis via libre.

No pregunté que era eso, no me dio tiempo por que Massimo me empujó y yo me quedé tumbada boca arriba en la cama con el encima.

Beso mis labios con delicadeza para luego aumentar la pasión. Bajo por mi cuello y ayudándose de una mano subió mi pijama.

-Me encanta como te quedan, te regalaré miles de ellos – yo sonreí, le encantaba el pijama putón.

Sus manos fueron a mis pechos mientras de mi boca salía un gemido. No resistí más y busqué acariciarle, primero pase mis manos por su torso pero cuando fui a bajar sus pantalones me detuvo.

-No puedo más – dijo entre dientes y con la voz ronca por la pasión – la próxima vez ire más despacio.

Entró en mi, con posesividad, para quedarse quieto un segundo y susurrar un joder , antes de seguir. Empujaba con firmeza pero a la vez era delicado. Sentía cada vena de su miembro. Llegamos al orgasmo los dos, nunca había tenido uno, no con el hijo de puta. Si tuve alguno siempre fue con mi amigo, aquel que te ayudaba a descubrir nuevas sensaciones o eso ponía en su caja cuando lo compré.

Me desperté con la boca seca, asi que decidí ir a por agua a la cocina. Somnolienta como estaba no me di cuenta de que había alguien en casa hasta que pasé por su lado.

-Señora, está usted bien?

El grito que pegué alertó a toda la casa ya que salieron hombres hasta de debajo de las piedras. Massimo también decidió salir, pistola en mano y apuntando hacia no se donde.

-Que sucede? – preguntó una vez que encendió la luz

-Me asuste al ver a – miré hacia el hombre que iba armado hasta las cejas – Luca, no sabia que estaba dentro de casa.

-Estás bien?

-Si, solo quería agua – bajé las escaleras hablando sola – pero creo que necesitaré un baño por que me he meado del miedo – dije susurrando pensando que no escuchaba a nadie, hasta que la risa de Massimo la escuche en toda la casa.

-Lo siento, este tiempo se escondieron pero hoy les di via libre y no te lo dije.

-Eso es la ronda nocturna no? – el asintió mirando su reloj.

-Son las 6, voy a ducharme y me iré a trabajar.

-Que se supone que pasará con mi trabajo si tu y yo lo dejamos?

-Pues que se te enviará a otra sucursal y otro puesto de trabajo, pero no lo perderás. Cláusula 5. – yo asentí y volvi a mi vaso de agua.

Lo tiré por el desagüe y preparé café recién hecho y también cogi bollería industrial que había en un armario, para ponerlo en el plato. Media hora después cuando me estaba comiendo un donuts con un café, Massimo entraba en la cocina acompañado de Carla.

-Carla no te preocupes por el desayuno, ya está hecho.

-Señora – yo la corregí y le dije que quería que me llamara por mi nombre – que le preparo de comer?

-Nada, no creo que coma aquí – le dije mirando a Massimo – he estado pensando en que quiero trabajar, asi que hoy iré contigo a la empresa – el asintió mientras masticaba el segundo donuts – otra cosa, tienes un cigarro – esta vez abrió los ojos – si, fumo y quiero un cigarro.

De su bolsillo sacó un paquete de tabaco y me lo tendió. Carla me acercó un cenicero y un mechero y por fin pude disfrutar de un cigarro. Después de eso lo apagué y fui a mi habitación donde me vestí.Tacones rojos, falda de tubo y camisa negra y un bolso rojo. Bajé y eran ya las 7 cuando Massimo me estaba esperando en la puerta.

-Tenemos que hacer dos paradas antes de ir a la empresa. – me dijo y me abrió tanto la puerta de casa como la del coche. Hoy cambiábamos e íbamos en un Land Rover negro, y ellos también. – Dan a la estación.

Quince minutos después estábamos en un sitio lleno de naves industriales, parecía un polígono fuera de Roma. Los coches pararon en la más grande que había.

-Necesito que me acompañes – dijo y yo baje para ir detrás. – No vayas detrás de mi, a mi lado siempre.

No entendia bien por que ese cambio de actitud, hasta que entramos dentro. Luca nos abrió la puerta y dentro se encontraban como unos 50 hombres.

-Buenos días – saludó aquel Massimo que no me gustaba mucho ahora mismo – me han contado – comenzó a andar de lado a lado delante de ellos – que más de uno estáis metidos en peleas callejeras o carreras ilegales y dejé bastante claro que eso no lo permitiría.No puedo recibir llamadas de las putas compradas, avisándome de que estáis en comisaria cada tres por dos. Sabéis perfectamente donde estáis y quien está al mando y de sobra como yo me las gasto asi que dejad de hacer el tonto y aseguraros de que os dedicáis a las tareas que se os han dado – me cogió la mano para salir de ahí pero se dio la vuelta y miró hacia todos ellos – ella es mi mujer Ada. La protegeréis con vuestra propia vida si hace falta.

Subimos al coche y esta vez la parada fue en el almacén donde yo tenia guardadas todas mis cosas. Hablamos con la encargada y esa misma tarde me llevarían la ropa a su casa.

Una vez llegados a la empresa eran las 9 menos 10 y vi como cada uno de los trabajadores ocupaban su puesto. No era un edificio grande, todo lo contrario, era un edificio de tres plantas y luego estaba la nave enorme donde según me explicó Massimo, pasaba la uva por distintos procesos hasta embotellar el vino y ponerlo a la venta. La planta de abajo era la de los administradores y comerciales, eran cubículos donde cada uno tenía su ordenador. Arriba se encontraba el archivador y luego la oficina de Massimo. Antes de entrar en su oficina, se entraba en una habitación donde yo tenía mi mesa y varios sillones y una mesita.

-El café se hace abajo – sonrió – me di cuenta que no puedes vivir sin café. Bueno señorita Ada, aquí usted solo debe encargarse de llevar mi agenda, preparar las nóminas de los trabajadores. Si en cualquier momento hay algún problema entre los trabajadores es usted la que debe informarse del problema y si yo lo considero necesario, habrá una reunión con ellos. Aparte de eso, se encarga de las entrevistas si en algún momento hiciera falta contratar a alguien.

-Muy bien señor Luca. – me besó los labios sorprendiéndome y se fue dentro de su oficina.

Eres mía y de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora