Cuando Calle regresó a su habitación estaba un poco aturdida por el encuentro que acababa de tener en la biblioteca. Se quedó un buen rato de pie, con la espalda y la cabeza apoyadas en la puerta. Sebas estaba todavía en la ducha. Cantaba.
Había estado merodeando por la casa sin rumbo fijo, escuchando atentamente los sonidos, dispuesta a no encontrarse con nadie. Lo último que deseaba era toparse de nuevo con tía Marla. Aunque parecía una persona relajada, poco impresionable, seguramente no le hiciera gracia que una desconocida se perdiera por su casa, abriendo puertas o husmeando donde no debía. Así que solo se dejó llevar y siguió sus instintos, hasta que topó con aquella puerta abierta que no sabía adónde conducía. Si lo hubiese sabido a lo mejor se lo habría pensado dos veces antes de entrar.
Cerró los ojos con fuerza recordando su encuentro con Poché. A decir verdad, las fotos no hacían demasiada justicia a la prima de Sebas. Sus definidos y femeninos pómulos enmarcaban una cara angelical, salvo por la sexy sonrisa que se curvaba ligeramente en uno de los lados. Su larga melena oscura descendía en cascada por sus hombros y terminaba en otro color a la altura de los pechos, liso hasta las puntas.
¿Cómo demonios había acabado en su casa? ¿Y por qué Sebas no se lo había advertido?
-Soy Poché, por cierto.
-Lo sé. Yo soy Daniela-le dijo, casi por decir algo.
¡Claro que era Daniela! Ella ya lo sabía. Qué ridículo. Y sin embargo, a Poché no pareció molestarle su estúpida reacción. Solo sonrió de la manera en la que lo hacía en alguna de sus películas. Incluso le pareció haber visto esa sonrisa en la última que fue a ver al cine con su hermana.
Calle bajó la mirada entonces, un poco abrumada por la sorpresa, sin saber de qué manera debía comportarse. A fin de cuentas, no todos los días una se encontraba con una persona famosa, y aunque fue capaz de controlar su nerviosismo, actuar de manera normal, no pudo evitar bajar la mirada. Fue entonces cuando advirtió la pila de revistas amontonada en el suelo. Poché las había estado leyendo antes de que ella tropezara con aquel libro: eran las mismas que su amiga Paula tenía en la peluquería. Estaba segura de haber visto algunas de esas portadas la última vez que le había hecho una visita a regañadientes. Porque Calle siempre iba a la peluquería de mala gana. Le parecía increíblemente tedioso, una pérdida de tiempo, estar allí sentada, con todos aquellos productos químicos y aparatos volando alrededor de su cabeza, si bien era cierto que Paula siempre conseguía hacerle pasar un rato agradable.
Aquel día una de las clientas estaba leyendo una de esas revistas y Paula empezó a comentar con su habitual lengua viperina la noticia de portada.
- ¿Has visto? ¡Otro bodorrio! -exclamó con entusiasmo-. Estos famosos sí que saben cómo organizar fiestas.
Calle sonrió con diversión. En realidad nunca había tenido nada en contra de que los famosos se gastaran su dinero como les diera la gana, incluidas bodas de alto copete. Hasta estaba segura de que ella también habría invertido una considerable suma de dinero en la suya, si tuviese un novio con el que le apeteciera contraer matrimonio o dinero para celebrarlo. Por el momento, no tenía ni una cosa ni la otra.
-Tiene que ser romántico casarse así, por todo lo alto -apuntó otra clienta con un tono sensiblero que consiguió ponerla nerviosa. A Calle nunca le habían gustado las cursilerías.
-Lo que tiene que ser romántico es dar un braguetazo como el que va a dar ese -opinó Paula con afilado sarcasmo, señalando con el dedo al joven que acompañaba a Poché Garzón en la fotografía-. ¡Vamos, que si yo fuera él no la dejaba escapar en la vida!
...
-¿Te encuentras bien? -escuchó que le preguntaba Poché, sacándola de su ensimismamiento-. Tienes mala cara.
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El Secreto De Nadie
Teen FictionDaniela Calle se da cuenta de que los sentimientos por su novio Sebas no son tan fuertes, cuando acuden a la boda de la prima de él, con ella siente una conexión inmediata ¿será deseo o admiración?... Adaptación de un Libro.