Capítulo 6

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Capítulo 6

Poché Garzón no era una persona de grandes fiestas. Accedió a ir a muchas al principio de su carrera porque sabía que su publicista tenía razón. Will hacía mucho hincapié en lo importante que era para una actriz novata dejarse ver en las fiestas que daba la gente de la industria cinematográfica.

«Vas, meneas el culito, saludas con tu mejor sonrisa, te bebes una copa mientras les haces pensar que has bebido cien y al día siguiente esperamos a que lluevan las ofertas», solía decirle él, frotándose las manos con codicia.

Pero de aquello hacía ya varios años. Ahora era una actriz consolidada. Ya tenía el control de la situación y, como tal, podía permitirse el lujo no solo de escoger muchas de sus apariciones públicas, sino también qué personas la acompañaban.

Sin embargo, la celebración de una boda era algo completamente diferente. Poché tenía tantos compromisos adquiridos, tantas personas a las que complacer, que se negaba a repasar aquellas listas interminables de nombres. ¿Quién era toda esa gente y por qué parecía tan importante invitarles a la boda? Ni lo sabía ni le importaba. Estaba cansada de todo aquello. Ella solo quería pasar página. Por eso tomó la decisión de dejar el tema en manos de su madre y de Will, pero había sido una pésima idea porque ahora tenía por delante una agotadora semana de fiestas y recepciones repletas de gente a la que apenas conocía y de invitados que no le importaban.

— ¿De veras tenemos que hacer esto? La mayoría ni siquiera va a venir a la boda— protestó, dejándose caer sobre la cama mientras su ayudante personal descartaba el enésimo vestido que le había traído su estilista.

Poché sabía lo obstinada que podía llegar a ser Marley. Su ayudante no pararía hasta encontrar el atuendo perfecto. La pasión que tenía por los pequeños detalles era una de las cualidades por las que la había contratado sin pestañear, aunque se alegraba de no tener que padecerla en sus propias carnes. De veras sentía lástima por aquel estilista.

—Poché, no seas testaruda, ya lo hemos hablado— replicó Marley. Tenía en sus manos una prenda azul satén, pero, por su gesto de disgusto, tampoco esta le convencía. —No, demasiado escotada— dijo, lanzándosela de vuelta al estilista antes de dirigirse de nuevo a ella: —Precisamente, hacemos estas recepciones para que no tengas que invitarles a la boda.

Poché bufó, reptó por la cama y se tapó la cara con la almohada. Entre promociones y meses de grabación hacía más de dos años que no tenía vacaciones. ¡Dos años! Empezaba a hacérsele cuesta arriba. Su único deseo aquella semana era pasar unos días agradables en compañía de su familia y olvidarse de los compromisos. Pero, en lugar de eso, esa noche le esperaba otra aburridísima recepción con algún colectivo de la industria.

— ¿Quiénes son esta vez? ¿Productores?— Su voz sonó amortiguada por el relleno de la almohada.

—Guionistas— le informó Marley.

Al menos los guionistas no son aburridos, pensó. Todavía recordaba vívidamente una noche en casa de un adinerado productor en la que se había visto obligada a aguantar su soporífera verborrea durante más de una hora porque Will tenía la impresión de que estaba pensando cancelar un proyecto que, al final, se canceló igualmente. ¿Qué sentido tenía todo aquello?

—Vamos, muestra un poco de espíritu— Marley intentó animarla acompañando sus palabras con un par de rápidas palmadas. —Piensa que después del cóctel podrás cenar con tu familia.

Aquello no era exactamente un consuelo, pero al menos había un pensamiento que la animaba: volvería a ver a Calle.

Si tenía que ser sincera, no había podido dejar de pensar en su paseo hasta el río, aunque la compañía de Calle le reportara tanto placer como dolores de cabeza. Poché sonrió para sus adentros en ese momento. ¿Cómo era posible que no se diera ni cuenta? Parecía completamente ajena a todo lo que despertaba en ella.

El Secreto De NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora