Poché suspiró y meneó la cabeza intentando tranquilizarse. Necesitaba tener la mente fría y centrarse en lo que estaba a punto de hacer. Su corazón empezó a palpitar con fuerza cuando se detuvo a medio metro de aquella puerta. Si el reencuentro con Sebas había sido la cosa más difícil que había hecho en su vida, aquella iba a ser la segunda más difícil.
Revisó por enésima vez el papel que llevaba en la mano para asegurarse de que era la puerta correcta. Después echó un último vistazo por encima de su hombro para comprobar que su guardaespaldas estaba detrás de ella. Tenía órdenes específicas de no llamar la atención, y por el momento lo estaba consiguiendo, vestido con aquel atuendo informal.
Allá vamos.
Respiró profundamente antes de extender el brazo y poner la mano en el pomo de la puerta, preguntándose qué pasaría a continuación. A lo largo de aquellas semanas se había imaginado la escena en multitud de ocasiones, pero ninguna le parecía real. A veces en sus fantasías desbordaba confianza, y otras acababa arrepintiéndose, con la sensación de que no había sido, después de todo, la mejor idea.
Pero ahora ya era tarde para echarse atrás. Poché tan solo esperaba estar haciendo lo correcto. Abrió la puerta y al principio nadie pareció notar su presencia. Algunas chicas se giraron en su dirección, pero solo una de ellas la siguió con la mirada mientras se dirigía hacia los pupitres, seguida de su guardaespaldas.
Eligió un asiento en un extremo de la clase, junto a una muchacha de aspecto pusilánime, que tenía el pelo sujeto en dos infantiles coletas y llevaba un desfasado jersey a rombos. El reloj que había sobre el marco de la puerta indicaba que eran las nueve en punto, casi la hora. Poché podía sentir su corazón en la garganta, acelerándose a medida que el segundero se desplazaba por la esfera redonda. Intentó calmarse leyendo uno de sus libros, pero el murmullo de voces empezó a crecer a su alrededor, hasta que los cuchicheos se convirtieron en un zumbido parecido al de las abejas y fue incapaz de leer una sola línea más.
—Perdona, tú eres Poché Garzón, ¿verdad?
Se giró y vio a un chico un par de años más joven que ella, sonriéndole con descaro. Era un muchacho de lo más común, uno de tantos como los que había conocido en el instituto, a los que les traicionaba su exceso de autoestima. Estaba a punto de contestarle que se perdiera en el otro extremo del aula, pero ella entró en ese momento y eso fue suficiente para que el muchacho se evaporara. El resto de los estudiantes ocuparon su sitio rápidamente y Poché sintió que le faltaba aire en los pulmones cuando por fin la vio.
Calle caminaba hasta la mesa que presidía el aula.
Y estaba preciosa.
Hacía varias semanas que no se veían, pero Poché no había olvidado el balanceo de sus caderas, la fina línea de su cintura, la curva de sus pechos... Le bastó con mirarla para que todos los sentimientos que había ignorado antes de la boda volvieran a despertarse con fuerza en su interior. La vio situarse delante del escritorio y encarar a la clase. Tomando aire, se presentó a los alumnos del nuevo curso.
—Buenos días a todos y bienvenidos. Soy la profesora Daniela Calle y este año seré la encargada de impartirles esta asignatura. Tengo por costumbre que mis alumnos se conozcan unos a otros, así que les pido que cuando diga su nombre, por favor se levanten y se presenten brevemente.
Calle iba vestida con una falda de tubo negro y una ajustada camisa blanca. Tenía el pelo recogido en una coleta y varios mechones revueltos se escapaban de ella. El atuendo entero le daba un aspecto serio, pero también sexy, y a Poché no se le escaparon las miradas de apreciación de algunos de sus compañeros de clase. Lejos de hacerla sentirse incómoda, simplemente pensó en lo mucho que entendía a aquellos muchachos. Calle era en clase tal y como la había imaginado. Intentaba con todas sus fuerzas ocultar sus encantos tras aquellas prendas recatadas, pero su feminidad y su innegable atractivo físico acababan traicionándola. Su vestimenta conseguía acrecentar el deseo de cruzar aquella habitación y hacerle el amor allí mismo.
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El Secreto De Nadie
Teen FictionDaniela Calle se da cuenta de que los sentimientos por su novio Sebas no son tan fuertes, cuando acuden a la boda de la prima de él, con ella siente una conexión inmediata ¿será deseo o admiración?... Adaptación de un Libro.