Capítulo 15

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— ¿Estás segura de que no quieres hablar del tema?

Marley observó a su amiga por el rabillo del ojo. Poché estaba con el codo apoyado en la ventanilla del copiloto y la mejilla hundida en su mano. Por toda respuesta, emitió un gruñido.

—De acuerdo, pero algún día vas a tener que decirme qué ocurrió anoche para que estés así.

Marley siguió conduciendo en silencio. Sabía que Poché necesitaba un rato más para decidirse a hablar, pero que acabaría haciéndolo. Cuando entraron en la autopista y el coche fue adquiriendo velocidad, la actriz comenzó a desahogarse.

—No ocurrió nada, ya que tanto quieres saberlo. Nos besamos, fue genial y...

—Hey, hey, espera un momento. ¿Os besasteis?

—Eso he dicho.

— ¿Y qué tal?

Poché hizo una pausa. Se mordió el labio inferior y gruñó para liberar la tensión que llevaba dentro.

—Increíble— dijo, suspirando. —Simplemente... increíble. Creo que nunca me había sentido así con nadie. Hay química entre nosotras, Marley. Mucha química. Pero no sé qué se supone que tengo que hacer con ella.

— ¿Seguro que solamente os besasteis? — Marley alzó una ceja, y Poché supo lo que estaba pensando.

—Apareció el guardia de seguridad y tuvimos que parar.

—Ah, eso ya tiene más sentido. ¿Se lo vas a contar a Sebas?

Poché se mordió el labio inferior. Había pensado en eso, claro, pero no encontraba la respuesta. Una parte de ella le decía que no ganaba nada con ser sincera con Sebas. Le haría daño. Y si lo suyo con Calle de veras se iba a quedar en un par de besos, ¿qué conseguía con ello?

—Puede. ¿Debería? No es como si hubiese ocurrido algo. Es decir, esto no cambia las cosas.

—Ya, pero es tu primo. Y la última vez que lo comprobé, no estaba muy bien visto que te enrollaras con la novia de tu primo.

Poché sabía que Marley tenía razón. Pero estaba convencida de que para Calle no había significado lo mismo y, tal y como había dicho ella, esto no cambiaba nada. Nada.

—Supongo que ahora ya da igual. Tengo la sensación de que para Calle ha sido como un experimento. ¡Besarse con una actriz! ¿Sabes?

—A mí no me dio esa impresión cuando hablé con ella.

— ¿Hablasteis de mí? — se sorprendió Poché.

—No, exactamente. Pero hay cosas que se notan.

—Créeme, si quisiera algo más, no habría salido huyendo de esa manera.

—O a lo mejor está muerta de miedo— terció Marley. —Poché, ¿qué hablamos siempre de ser un poco más empática? Cuando esa chica llegó a esta casa se suponía que era hetero. Jamás en su vida se le había pasado por la cabeza estar con una mujer, y de repente apareces tú, rica, preciosa, famosa y a punto de casarte. ¿Cómo te sentirías si fueras ella?

—Como una mierda.

— ¡Exacto!

—Mira a la carretera— le pidió Poché.

—Eso hago.

—No, en serio, céntrate. Si tenemos un accidente sería el final perfecto para un día de mierda. — Poché se llevó una mano a la sien. Tenía resaca y le dolía la cabeza.

Marley le hizo caso y trató de estar más pendiente de la carretera.

—¿Piensas seguir con la boda?— le preguntó entonces, al tomar una curva.

El Secreto De NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora