Bala perdida

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Me río mientras dejo pequeños besos contra la piel, él también se ríe y rápidamente me da uno en mis labios.

—Deja de provocarme o tendremos un accidente —hago un puchero, mi mano derecha se mueve de estar acariciando sus cabellos y se posa en la mejilla donde lo había besado.

—¿Ya estamos por llegar? —pregunto mirando hacia el frente, la mano derecha de él toma mis muslos y los mueve para lograr que esté más cerca de él.

—Faltarían como unos quince o veinte minutos —responde, siento que el auto acelera un poco más dicho eso, vuelvo a reír por la sensación que eso causa—Estás muy risueño hoy —me giro a verlo con una sonrisa. Arrugo la nariz y la pego a su mejilla, donde la muevo de lado a lado, dándole un pequeño besito.

—Estoy muy feliz —respondo sinceramente, Yoongi detiene el auto en una luz roja. Entonces siento sus manos tomar mis mejillas y acercarme a su rostro. Apenas nuestros labios se tocan, tomamos un ritmo, el mismo de siempre; lento y cariñoso. Sus manos se escabullen hasta meterse debajo de mi camisa.

Acaricia la piel de mi cintura con la yema de sus dedos, lo cual provoca que un escalofrío recorra mi columna, gimo por ello, lo cual hace que él gruña y tome mi nuca para pegar más nuestros labios.

El claxon de un auto me saca de mi propia burbuja, pero antes de que pueda siquiera abrir los ojos, Yoongi acelera y su auto da un rugido.

Me separo para dejar que él pueda ver el camino. Estoy sentado en su regazo, mientras él conduce, es un milagro que no nos haya pasado nada. Pero sentir el toque constante de Yoongi por todo mi cuerpo es un placer que hace que me olvide de lo inseguro que es esta posición. Mis pies están recargados en el asiento donde debería estar.

—Siéntate en tu lugar, ya vamos a llegar y el portero no debe vernos así —asiento, de repente las calles dejaron de ser tan luminosas y pasaron a ser un poco más oscuras.

Conduce por el largo sendero que está subiendo una pequeña colina, se detiene por fin enfrente de unas rejas negras, donde hay un hombre parado, el cual se acerca al auto.

Yoongi pone una de sus manos sobre mi muslo izquierdo y lo aprieta un poco, sonrío, pequeño celoso.

—Buenas noches, señor, ¿tiene invitación? —pregunta una vez que está inclinado para quedar a la altura de la ventana del auto, sus ojos me miran por un segundo antes de que Yoongi lo cortara colocando su cabeza entre nosotros.

—Sí —gruñe irritado, quiero reírme, pero entonces él se gira a verme y con una pequeña sonrisa me acaricia el muslo—¿Podrías sacar la invitación de la guantera, amor? —quiero derretirme por dentro, retengo el impulso que tengo de lanzarme a sus labios y me inclino para sacar el sobre donde está la invitación, cuando la tengo, se la paso a mi hombre.

Él lo toma para poder dárselo al portero, que después de abrirlo y leerlo, reacciona y se pone notablemente nervioso.

—Bi-bienvenido, señor Lee, que tenga una linda velada, pase, por favor —se aleja y Yoongi sube la ventana, su mano abandona mi pierna cuando las rejas se abren, entonces pasamos por ellas.

El sendero sigue, la vista comienza a adornarse por arbustos perfectamente cortados e iluminados con luces. Llegamos a un pequeño estacionamiento, donde Yoongi busca un lugar y se estaciona. Apaga el auto y se gira a verme, yo hago lo mismo y nos quedamos en silencio por unos segundos.

Yoongi's Boy |Yoonmin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora