Yoongi's Boy |Yoonmin|

Gravedad

—¡Suéltalo, bastardo asqueroso! —bramaba Yoongi luchando contra las cadenas que lo ataban. Podía ver como le dolía la herida del hombro, pero parecía importarle poco.

Dae-Hwon me mira fijamente a los ojos, y... ¿qué hacer en una situación cómo esta? Donde todo parece totalmente perdido, no hay lugar para las opciones o errores. No teniendo al enemigo frente a mi rostro.

Mi cuerpo no sabe en qué concentrarse, si en quitar las manos de Dae de mi cuello para respirar, o en el dolor que siento abajo en mi vientre que me aterra con cada segundo qué pasa o quizás en los gritos y quejidos de Yoongi.

Me veo interrumpido por la risa, que ya se comienza a volver irritante, de Dae-Hwon.

Juro que si escucho un insulto más hacia mí...

—Por que tan poco cambiaste a mi hija —se va a burlar de Yoongi, pero antes de que siquiera pueda hacerlo, yo respondo.

Se queda estático cuando le escupo en la cara.

—Púdrete... tú y tus malditas perras —me esfuerzo a decir aún cuando su agarre es suave sobre mi cuello, y me atengo a la consecuencia, me agarra con más fuerza mientras me gira a ver.

En lugar de ver enojo en el rostro de Dae, sólo puedo ver que está... ¿impresionado? Tiene una media sonrisa mientras me mira tratar de respirar.

De repente y con brusquedad, su mano se mueve de mi cuello hacia mis cabellos, me jala de ellos y me tira al suelo. Está ya me la sé, así que rápidamente cubro mi vientre para evitar que dañe a mi bebé y en cambio le doy mi espalda.

Me aturdo, Yoongi grita como endemoniado y eso se mezcla con los insultos de Dae-Hwon y mis quejidos por las patadas. Pero me concentro en no dejar que toquen a mi bebé. No puedo perderlo.

Cuando Dae al parecer se cansa de patear mi cuerpo, se detiene y vuelvo a la realidad donde escucho su respiración agitada. Abro los ojos para ver como a los hombres de Yoongi que tengo en frente me miran apenados, y los de Dae se burlan.

—¿Te crees mucho, no? Todos hablan sobre cómo tienes al hombre más poderoso del mundo a tus pies, sobre cómo eres intocable y muchos han muerto por ponerte una mano encima —pagaría a quien sea que diga algo diferente—Muchos han estado en tu lugar, no eres el primero, tampoco serás el último.

Ruedo los ojos, y Dae parece captarlo y me responde con una patada que hace que ruede un poco.

Pero rápidamente, con mucho esfuerzo y ansias a la vez, busco a Yoongi. La escena con la que lo encuentro me destroza por dentro; postrado sobre sus rodillas, sus brazos en una ligera lucha contra las cadenas que lo aprisionan y su rostro, lleno de desesperación y pena me miran, con lágrimas que salen sin cesar, mojando la piel blanca de su rostro.

Me recuesto mirando el cielo. Luce extrañamente hermoso con las estrellas destellando. Es tan hermoso, sin importar lo que pase abajo de el.

Y de repente, pienso.

¿Será este el fin? ¿Así es como todo acabará? ¿No seré feliz al lado de Yoongi por el resto de nuestras vidas, junto a nuestro hijo?

Todo parece perdido. Estamos varados sin opciones para escapar.

No hay esperanza. Para nadie.

—Haber matado a mi familia fue tu peor error, Min —escucho cansadamente. Me estoy resignando al destino—Y te voy a pagar con la misma moneda.

Hasta parece ser que alucino con el fin cuando escucho una risa seguido de balazos. No me muevo y busco admirar las estrellas una última vez.

Giro a ver cuando escucho lo que parece ser el sonido de cuerpos cayendo. Y me topo con eso mismo. Son nuestro equipo en el suelo. A algunos no los reconozco.