14- Confusión...

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Astrid:

- ¿A dónde vas?

Le dice preocupada.

Hipo:

- Suéltame el brazo, Astrid. Tengo que hacerlo.

Astrid lo sujeta más fuerte haciendo que Hipo la mirara a los ojos. Estaban húmedos, y llenos de miedo.

Astrid:

- ¡No voy a dejar que hagas eso...! ¿Y si algo malo te pasará?, ¿Qué le diría a tu padre?

Hipo le acaricia la mejilla, y le dice tranquilizadoramente:

Hipo:

- Confía en mí. Te prometo que volveré a Mema con Desdentao.

La rubia cambió su mirada a confianza.

Astrid:

- De acuerdo... Vete, nosotros nos encargaremos.

Ambos intercambiaron una mirada cariñosa. Después, Hipo montó a Desdentao, y se perdió entre las nubes y la mirada azul de Astrid. Mientras tanto, Estoico y Bocón estaban sobrevolando una isla con sus nuevos dragones.

Estoico:

- Nada... Aquí tampoco están.

Dice preocupado.

Estoico:

- ¿Crees que los chicos los habrán encontrado?

Bocón:

- ¿Quién sabe?, quizás.

Estoico:

- No entiendo a mi hijo... ¿Pero por qué nunca es capaz de obedecer una simple orden?

Dice con molestia.

Bocón:

- Ya lo conoces, Estoico. Hipo siempre ha sido muy cabezota; Cosa que veo normal siendo tú su padre.

Estoico:

- Estoy preocupado, Bocón... Hipo tendrá que asumir su futuro. Tú sabes que él no es como yo, ni siquiera ha hecho un esfuerzo para parecerse a mí...

Bocón:

- Es un veinteañero, a su edad tú también eras igual que él.

Le dice muy seguro.

Estoico:

- De alguna manera sé que no está preparado...

Hipo y Desdentao estaban sobrevolando el mar, con la esperanza de encontrar por fin a Drago, Puño Sangriento.  Hipo estaba desanimado. Intentó distraerse un poco con las nubes del atardecer. Se tumba boca arriba en la silla de monta de Desdentao.

Hipo:

- Ah... No sé qué voy a hacer, amigo.

Desdentao:

- Grr, agrr (Dándole ánimos)

Hipo:

- No sabemos dónde está ese tal Drago, y aunque lo supiéramos, ¿Crees que conseguiré convencerle?

Desdentao:

Grr... (Confuso)

Hipo:

- Sí, yo estoy igual...

De repente, una máscara en forma de dragón se asoma entre las nubes, sobresaltando a Hipo y haciéndole sentarse de nuevo. Desdentao también la miró extrañado. Pero en poco tiempo, la máscara, desapareció entre las nubes.

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