23- La guerra se acerca

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Eret:

- Y además también te traigo a sus jinetes.

Astrid:

- ¿¡Qué!?

Brusca:

- ¡Ay!, ¡Con lo perfecto que eras...!

Eret:

- Resulta que hay un montón por ahí, los at-

Eret no pudo terminar de hablar, Drago lo había cogido del cuello.

Drago:

- ¿¡Cuántos son!?

Astrid:

- Al final no los tiene Drago...

Se murmura a si misma.

Astrid:

- Cientos; ¡Una isla entera!

Le dice a Drago, quien le mira fríamente.

Eret:

- Yo no me preocuparía... Mis hgombres andan degtrás de egllos.

Intentaba hablar Eret aún cogido por el cuello.

Eret:

- No sagbrán donde de escongdes, eso te lo prometo...

Astrid:

- ¡Claro que lo sabrán!

Drago vuelve a prestarla atención, y suelta a Eret dejándole caer al suelo. Astrid:

- Tienen dragones rastreadores, y como se te ocurra tocarnos, ¡Hipo vendrá y arras-!

Drago:

- ¿Hipo?

Eret:

- No es un problema, te lo aseguro.

Dice levantándose.

Astrid:

- No... Sólo es hijo de Estoico, el Inmenso Y, heredero al trono de isla Mema; ¡Y el mejor maestro de dragones que el mundo ha visto jamás!

Dice desafiante.

Drago:

- ¿Maestro de dragones?, sólo yo, controlo a los dragones. ¡Sólo yo!

Bramó con furia.

Mocoso:

- Eh, no.

Chusco:

- Lo siento.

Patapez:

- Je, je...

Dicen riéndose burlones.

Astrid:

- Y a no ser que nos liberes, ahora mismo, aparecerá por aquí con su Furia Nocturna; ¡Y volará toda tu flota por los aires!

Brusca:

- ¡Y luego llorareis como bebés...!

Mocoso:

- ¡Ja, ja, ja!

Patapez:

- Qué graciosa...

Mocoso:

- Graciosa y preciosa.

Brusca:

Aj...

Drago vuelve a coger a Eret del cuello, pero esta vez, más fuerte:

Drago:

- Primero había un jinete, y ahora toda isla Mema... ¡Y tú los has traído hasta aquí!

Lo tira al suelo de mala manera.  Eret se levanta dolorido.

Drago:

- Preparad todo lo necesario, iremos a por el nido de esos jinetes de dragones. Primero eliminaremos a su Alfa. Y luego, ¡Tomaremos isla Mema!

Todos los hombres gritan asintiendo.

Eret:

- P-Pero Drago.

Drago:

- Libraos de él.

Drago sube a un barco y ahí desaparece. Un hombre le lanza un arma a Eret; Pero justo antes de que le matara, Tormenta, el dragón de Astrid, se puso en medio bloqueando el ataque.

Tormenta:

- ¡GRUAJJ!

Astrid:

- ¡Tormenta...!

Lanza sus púas hacia los atacantes, pero ellos le lanzan un dardo tranquilizante, y la duermen en el acto; La dragona cae, abatida.

Astrid:

- ¡No...!

Grita intentando liberarse en vano, de las cuerdas que tenía atadas a sus brazos. Eret mira sorprendido a la dragona. Era consciente de que acababa de salvarle la vida.

HTTYD IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora