17- Una locura

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Hipo no daba crédito a lo que había escuchado. Esa mujer acababa de decir que era, ¡Su madre!

Hipo:

- ¿¡Qué has dicho!?

Mujer:

- Shh...

Intentaba calmarlo, pero era algo imposible, ya que Hipo estaba muy alterado y sorprendido.

Hipo:

- ¿¡Qué tú eres...!?

La mujer puso su mano en la boca de Hipo, sin darle tiempo a acabar su frase.

Mujer:

- Ven.

Y apto seguido se fue corriendo por un túnel secreto. Hipo la seguía incrédulo. Mientras tanto en Mema, Estoico había vuelto con Bocón, los chicos también.

Estoico:

- ¿Habéis encontrado a mi hijo?

Mocoso:

- No, pero hemos encontrado una preciosidad mejor.

Dijo Mocoso refiriéndose a Astrid.

Estoico:

- Astrid, ¿Qué ha pasado con mi hijo?

La rubia hizo un esfuerzo por contestarle:

Astrid:

- Hipo... se fue volando con Desdentao.

Estoico preguntó algo enfadado:

Estoico:

- ¿¡Dónde estabais cuándo se marchó?!?

Patapez:

- Estábamos-

Astrid:

- Es- tábamos en una isla, allí hechó a volar con Desdentao. Pero... ni siquiera nos dijo a dónde iba.

Dijo Astrid mintiéndole.

Estoico:

- ¿Y ya está?, ¿Se fue volando sin más?

Astrid:

- Sí, no nos dijo nada.

Estoico:

- Estoy convencido de que ha ido a buscar a Drago. Hipo es muy cabezón cuando se le mete algo en la cabeza.

Astrid:

- Em... o puede que sólo se haya ido porque quería estar solo, ya sabes...

Estoico:

- No, mi hijo no se iría así sólo para eso. Él a ido a buscar a Drago, quiero que ahora mismo entréis en vuestras casas, no quiero que salgáis para nada. Decídselo a vuestros padres. Bocón, tu avisa al resto, después iremos a buscarle.

Bocón:

- Claro, Estoico.

Astrid:

- P-Pero, ¡Podemos ayudarte! conozco a Hipo, sé dónde puede estar.

Estoico:

- No, ni hablar. Ya tengo bastante con tener a mi hijo perdido por ahí buscando a esa bestia humana.

Astrid:

- Pero...

Estoico:

- Nada de quejas, es una orden. Entrad en casa.

Y dicho esto, Estoico se alejó dejando a la rubia desilusionada.

Mocoso:

- Bueno, pues se acabó.

Patapez:

- Venga, bonita, vamos a casa.

Le decía cariñosamente a Barrilete.

Astrid:

- Pues yo, no voy.

Todos la miraron sorprendidos.

Patapez:

- ¿Cómo dices?

Astrid:

- No pienso dejar a Hipo solo.

Dijo decisiva.

Brusca:

- ¿¡Vas a desobedecer al jefe!?

Lo dijo con tono divertido y aventurero.

Chusco:

- ¡Qué divertido!

Patapez:

- ¿Pero no será arriesgado?

Astrid lo miró con molestia, y lo fulminó con la mirada:

Astrid:

- ¿Por qué no le preguntas ESO a Hipo?

Patapez se calló, algo asustado.

Mocoso:

- Pues yo, voy.

Chusco:

- ¡Y yo!

Brusca:

- ¡Y yo!

Patapez:

- ¿Soy el único que piensa que esto es de locos?

Dijo sensato y esperando una respuesta.

Patapez:

- Vale, qué más da...

Y dicho esto, los vikingos, cogen sus dragones y vuelan hacia el mar abierto. Ya en el cielo:

Patapez:

- ¿Y qué piensas hacer, Astrid?

Astrid dice con una sonrisa traviesa y malévola:

Astrid:

- Pues... Primero encontrar a ese Eret, y después, conseguir que nos lleve ante a Drago.

Brusca:

- ¡Me encanta!

Chusco:

- ¡Esto va a ser alucinante!

Mocoso:

- ¡Ya lo creo!

Patapez:

- Hay, Moriremos todos...

Sobrevolando el océano, Astrid mira con preocupación y tristeza hacia el horizonte:

Astrid:

- "Tranquilo, Hipo, muy pronto estaré contigo. "

HTTYD IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora