A, yo y... Mi madre

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Estábamos a la mitad de camino para llegar a mi casa. El silencio reinaba entre los dos y se podía palpar la incomodidad en el aire. Bueno, al menos mi incomodidad. A parecía estar sumido en sus pensamiento, su mirada estaba perdida y llena de confusión.

Comencé a preguntarme si había dicho algo inapropiado, y luego recordé que casi no habíamos hablado, y lo poco que habíamos hecho, trataba sobre mi. Lo único que me entere de el es que se llamaba Aimer y que va dos años arriba que yo en el instituto.

Mientras el no prestaba atención, aproveche el momento para observarlo detenidamente. Tenía un perfil perfecto, su nariz estaba ligeramente respingada y sus labios eran carnosos, pero en el buen sentido. Me detuve a observar sus labios más tiempo del debido y comencé a preguntarme que se sentiría besarlos. Se veían suaves, muy suaves ¿se sentirían igual que como se ven?

Segui mi recorrido y observe sus músculos perfectos y me dieron ganas de trazarlos con las puntas de los dedos. Los músculos de sus brazos se tensaban con el peso de las bolsas, pero se notaba que en realidad no necesitaba ningún esfuerzo para cargarlas. Tenia un trasero muy bien formado. Me sonroje en el momento en que ese pensamiento llego a mi mente y decidí regresar a su cara. Sus ojos eran grandes, enmarcados por unas largas pestañas negras que provocaban sombras es sus pómulos. Su cara era angulosa, pero no tanto. Su cabello era más corto de los lados y un poco más largo en el centro, peinado de la misma manera que cuando lo vi por primera vez.

Su tez era pálida, y estaba salpicada de unas cuantas pecas rojizas, que hacían que su rostro se viera menos severo. Su cuerpo irradiaba un calor intenso, era como un calentador andante.

El frío se colaba hasta mis huesos y estaba tiritando. Quería llegar a mi casa y resguardarme en mi cama con una pijama calientita y una gran taza de chocolate caliente, pero por el otro lado quería quedarme con A y disfrutar de su presencia todo el tiempo posible.

- ¿no estas helado?- pregunte tratando de entablar una conversación, no podía aguantar más el silencio.- estas empapado y el aire está frío.

- no, estoy bien.- no podía creerle. El estaba completamente empapado y con este aire cualquier persona tendría frío.- vengo de un lugar mucho más frío, estoy acostumbrado.

Después de decir eso me volteo a ver y me guiñó un ojo. Sentí como mis mejillas se calentaban y di gracias a dios de que no hubiera suficiente luz como para que viera mis sonrosadas mejillas. Mi casa ya se podía ver desde dónde estábamos y con el paso que llevábamos no tardaríamos más de cinco minutos es llegar. Me sentí un poco decepcionada y luego me recordé que lo vería todos los días en la escuela.

Una vez en el porche A espero a que abriera la puerta y así ayudarme a meter las bolsas. Estaba nerviosa de lo que pensara de mi casa, que era un poco pequeña, y también me reproche no limpiar un poco antes de salir.

- ¡Dios mío! Al fin llegas ¿en qué estabas pensando en irte sin avisarme? Me tenías muy preocupada. Incluso te llame y dejaste el celular en la casa. Me diste un susto de muerte.- me quede pasmada y un poco (más bien mucho) sorprendida cuando lo primero que vi entrando a mi casa fue mi madre, que soltó todas esas palabras como sí fueran una letanía.

Una vez que mi madre reparo en el extraño en la entrada de su casa, fue su turno de parecer un poco confundida. Le lance una mirada a A que significaba "huye por tu vida, o mi madre te castrara" el pareció no entenderme o sólo ignorarme por que siguió actuando como sí fuera muy común que una chica llegara a su casa con un chico.

De seguro mi mamá ha de pensar que me he estado liando con el. Uf que vergüenza.

- buenas tardes señora. Espero no interrumpir nada, estoy ayudando a su hija con la compra. No pude evitar percatarme que tenía el pie lastimado y cargaba con demasiado bolsas lo bastante pesadas como para sus pequeños brazos.- eso último no supe sí contarlo como cumplido o no. Voltee a ver mi brazos, si eran un poco flaquitos pero no tanto.

- ¿dónde llevo esto?- se volvió hacia mi cuando pregunto eso y en su mirada pude captar un toque de incomodidad.

- ammm... Ahí que dejar esto en la cocina. Sigues ese pasillo y vas a ver una puerta roja, es esa.- mientras el se adelantaba a llevar las bolsas yo encare a mi madre que se encontraba con los brazos en jarras contra el pecho.

Me dedico una de esas miradas que significan "ahora que tu amigo se vaya vamos a hablar." Se dio la vuelta y subió las escaleras. Suspire y me recargue en la pared.

Deje las bolsas en la cocina donde A se encontraba parado observando una fotografía familiar de cuando vivíamos en Suecia y yo tenía seis años, Viola era mucho más joven y aún no estaba enferma.

- ¿el es tu padre?- no se por que, pero sonaba más a una afirmación que una pregunta. Decidí no responder y observamos la fotografía juntos, en silencio. -¿quién es ella?

Apunto a viola con el dedo. En esa época ella era un poco regordeta y llevaba un bikini de florecitas amarillas y rosas. Sus ojos brillaban llenos de alegría y me abrazaba desde atrás.

- es mi hermana.- solté.- en ese entonces tenía unos ocho años, ahora tiene diecisiete. Tiene cáncer, se está muriendo. No ha ido a la escuela desde que llegamos a la isla. Es una mierda todo lo que le pasa,lo se. A veces me pregunto por que no puedo cambiar de lugar con ella.- suspire al darme cuenta de todo lo que le había contado a ese extraño. La mayoría de la gente aquí conocía a viola y todos la amaban. Me sentí bien después de decir lo que pensaba.

- pero no puedes hacer eso. Tienes todo un futuro extraordinario que tienes que vivir. A ti te toco algo diferente, tienes que aceptarlo.- sus palabras eran ciertas, pero aún así me dolieron. Pensar en que no podía hacer algo por viola me destrozaba y ahora el me decía que tenía que enfrentarme a un futuro sin ella. Su vos estaba llena de compasión, lo cual hizo que me enojara más.

- si quieres terminar los deberes tendrás que irte. Yo también tengo que hacerlos y además tengo que guardar todo. Es mejor que te vallas.

Dije eso sin pensar. Literalmente lo estaba corriendo de mi casa por un comentario que era la pura verdad. El no agrego nada. Se irguió y salió de mi casa con paso decidido. Y yo me quede parada, observando como desaparecía en las sombras.

Good DemonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora