Besos, besos, besos...

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En el coche reinaba un silencio tímido e incómodo. Mi cabeza se encontraba en estado de shock. Por primera vez en mucho tiempo podía sentir que mi cerebro y mi corazón me pedían lo mismo.
Otro beso.
Tal vez no era mi corazón y tal vez tampoco era mi cabeza la que me lo decía. Tal vez me había parecido maravillosa esa forma de besar y su manera de hablar en mi mente mientras lo hacia.
Sentir sus manos colocadas en mi cintura y sentirme completa. Embonar como las piezas de un rompecabezas.
Podía ver a A de reojo, sonriendo. Y sabía que yo tenía la misma expresión boba en la cara. Sentía la cara ardiendo y seguramente mi pelo parecía un nido de pájaros, pero no podía concentrarme en eso, solamente podía repetir la escena una y otra vez en mi cabeza.
Paramos en un alto, estábamos a unos 5 minutos de mi casa, pero yo quería quedarme allí y disfrutar de su compañía. Sólo el y yo, en una burbuja que la tristeza no podía penetrar.
A se volvió para verme. Trate de ignorar su potente mirada, en este momento tenía ganas de ser como esas modelos en las revistas, poder estar a su altura.
- eres más bella que cualquier chica. De revista o no.
Me sonroje (más) ante aquel comentario y recordé la abolidas de A de poder escuchar los pensamientos que son acompañados por sentimientos fuertes.
Me morid el labio.
- escuchar los pensamientos ajenos es de mala educación.- sonreí sin poder evitarlo.
- tu voz suena sexi cuando me regañas.- A soltó un pequeño gruñido.
Nuestros ojos hicieron contacto durante varios segundos. No fue hasta que unos pitidos y gritos enardecidos nos avisaron la aparición de la luz verde.
A piso el freno y pronto estábamos estacionados frente a mi casa.
Suspire. Ya sabía la escena que encontraría. Mi madre tirada en la cama, sus ojos inchados de llorar. Tendría que limpiar toda la casa, convencer a mi madre de comer limpiar su cuarto y obligarla a bañarse.
- gracias por llevarme.
- mañana vengó a la misma hora.- la voz de A sonaba reconciliadora.
Abrí la puerta y sentí que A me jalaba el momento en que uno de mis pies toco la acera.
Sus labios chocaron con los míos bruscamente, me quede anonadada unos segundos pero después agregue profundidad al beso. Me dolieron los labios y no rompí el contacto hasta que me quede sin aliento.
Juntamos nuestras frentes y respiramos pesadamente. Finalmente A me dio un delicado beso en la punta de la nariz y dijo:
- te veo mañana.
Ese comentario me mantuvo ocupada el resto del día.

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