Buscando a A

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Abrir los ojos era cada vez más difícil. Aguantar las lágrimas era un sacrilegio. seguir respirando era una tortura.
Era difícil despertar y recordar que A no estaba aquí. No podía dejar de recordar nuestros momentos juntos. Los pasillos carecían de color al igual que mi humor. nunca le había dicho que lo amaba, no había tenido el tiempo para sentir un verdadero y sincero amor por el. y ahora ¿que podía hacer? Emma no quería ayudar, aseguraba que eso era lo mejor para mi. Me encontraba sola tratando de soportar toda esta tristeza. no contaba con el apoyo de mi madre y tampoco contaba con el apoyo de mi padre. estaba sola.
Pasaba la mayoría de los días con el peculiar caballo que A me había obsequiado. Con el paso de los días se había creado un vínculo entre nosotros. el confiaba en mi y yo confiaba en el. Aún así no sabía como nombrarle así que le llamaba "sin nombre"
Me encontraba tirada en la húmeda hierba, rodeada de flores de todos lo tonos. "Sin nombre" correteaba de aquí para aya y de revolcaba en el lodo. Al final se recostó junto a mi y pude escuchar su respiración acelerada por tanto correr.
Era consiente del ceño fruncido, que se había convertido en un gesto familiar en mi rostro. Me sentía amargada, sola. Sin A para alegrarme el día me sentía desdichada.
No pensaba volver a casa. Emma no había aceptado ayudarme en esta búsqueda, dando por echo que sin ella me quedaría sentada esperando a mi príncipe azul. Pero yo no era una delicada princesa. Mis huesos eran fuertes y mis músculos eran notables. Mis uñas roídas coronaban mi imagen.
No existía un príncipe azul, el chico que atrapo mi corazón era un demonio encomendado a matarme pero que poco a poco se había enamorado de mi.
Una sombra me cubrió del sol, hombros anchos y cuerpo delgado. Su pelo brillaba como echo de oro. Me recordaba a alguien, pero... ¿A quien?
Carlos, el chico nuevo del pueblo. Pensándolo bien no lo había vuelto a ver. Su presencia seguía siendo cautivadora, pero no más que la de A.
-¿qué haces aquí?- mi voz sonó más hostil de lo que quería.
Me levanté y sacudí mis pantalones.
- tengo que hablar contigo.
Se cruzó de brazos y yo lo imite.
- habla.
- estas en peligro, pero supongo que eso ya lo sabes.- aqueo una ceja.- pero no te voy a impedir hacer lo que planeas, sólo quiero darte un consejo.
Lo mire, extrañada.
- ¿quien eres? ¿Cómo lo sabes?
Los ojos de Carlos brillaron.
- tu ángel de la guarda, quien más.
Lo dijo como si fuera tan obvio y lo único que logró fue confundirme más.
Hizo una pausa y continuo.
- se que vas a rechazar cualquier propuesta de que te quedes, así que vallamos al grano. ¿Sabes por donde empezar al menos?
Mordí mi cachete.
- no...
- y como planeas encontrarlo? - me observo de arriba a abajo. - estas más perdida de lo que creí.
- estoy acostumbrada a estar perdida.- comente tristemente.
Carlos suspiro y miro el cielo detalladamente.
- agarra tus cosas, nos vamos en 5.
Me quede anonadada, encontrar a A ya no parecía una misión tan imposible.

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