Ironico

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Nuestros primos llegaron a eso de las cinco de la tarde, un poco antes de lo esperado. La cena familiar también transcurrió bien. Se pasó volando entre risas y comentarios alegres, nadie comento nada de la enfermedad y eso me agrado y me subió el ánimo de depresiva a neutral.

Había tomado un poco de vino y mi cabeza se comenzaba a calentar (en el buen sentido, supongo) bueno había tomado unas tres copas pero los demás no se habían dado cuenta ya que estaban el medio de una calurosa discusión sobre la economía del país.

El alcohol me había ayudado también con el ánimo y ahora me sentía demasiado feliz como para mis estándares de felicidad.

Eructe y todos me voltearon a ver.

- uy.-comencé a reírme locamente. Eso no había sido para nada gracioso para los demás pero, para mi, era totalmente gracioso.

Mi padre extendió la mano y tomo mi copa de vino. se la llevo a los labios y la vacío de un rápido trago.

- ¡oye! Eso es mío- me enoje. No tenía derecho a tomarse mis cosas.

- creo que haz tomado suficiente por hoy- mi madre comenzó a hablar mientras se levantaba de su silla y me ayudaba a levantarme. Le dije que no necesitaba su ayuda pero la verdad es que si.

Una vez después de despedirme de los invitados y reírme un poco más al tambalearme deje que mi madre me ayudara a subir las escaleras. Una vez en mi cuarto me desplome en la cama y mi madre me observaba enfurruñada.

- ¿qué? ¿qué hice?

Resoplo y contesto:

- ¡hiciste un espectáculo! Además ¿desde cuando tomas? Siempre nos reprochas a tu padre y a mi el consumo del alcohol.

Eso era cierto ¿por qué había tomado alcohol si estaba en contra de su consumo? Desde los últimos días me había sentido desconectada de la realidad, una bruma cubría mi cerebro y me confundía. Pero ¿qué provocaba eso? Lo tenía en la punta de la lengua, una imagen borrosa se fue formando en mi cerebro y derrepente todo se aclaró.

Cada vez que lo veía trataba de hacer contacto visual, no importaba el estado de ánimo que tuviera antes, su mirada me hacia sentir feliz y me hacia querer acurrucarme en su pecho. ese enamoramiento no era verdadero.

Tenía que ir con el y sabía exactamente donde vivía y nunca me lo había dicho. Fue como si fuera un GPS. sabía su dirección exacta.

El tenía algo que ver con eso.

Algo me estaba haciendo, sin mi permiso.

La sobriedad me golpeo como una pared de concreto y me senté de sopetón en la cama y mi mundo se derrumbó unos segundos junto a mi. La sonrisa se borró de mi casa y me pare, casi corriendo, de la cama.

- ¿a dónde vas jovencita? Estas castigada si no regresas a tu cuarto en este momento.

Yo no podía prestar atención. Baje volando las escalera y agradecí a dios no caerme de cara, atravesé la puerta de entrada y me trepe en la bicicleta de mi padre.

Nunca había aprendido a andar en bicicleta, pero en este momento mantuve el equilibrio a la perfección.

Los gritos que provenían de la casa se hacían más ligeros mientras me alejaba y pronto deje de escucharlos.

¡Bravo! Me iba a ganar un mega castigo.

Pronto me encontré frente a una lujosa casa completamente iluminada, con las manos sudorosas. vaya casa ¡uf!

Olvide las inseguridades y me dirigí a la puerta de caoba que adornaba las paredes blancas.

¡RIIIINNNGGG!

Sonó el timbre y espere. La puerta se abrió y apareció la persona que menos esperaba.

Emma estaba parada ante la puerta con cara sorprendida, seguro yo tenía la misma cara. Su boca estaba tan abierta que cualquier bicho podría introducirse dentro fácilmente.

- ammm... Tu... ¿Hola?

De todo lo que pude haber dicho, dije lo más estúpido.

Good DemonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora