Capítulo 2

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La doctora nos dejó a solas y se hizo un pequeño silencio. Finalmente ella se decidió a hablar, algo apenada. Se notaba que era una persona reservada, de esas que hablaban tan solo lo necesario. Eso le dio un toque de ternura tan grande que por momentos me sentí tentada a darle un abrazo, a pesar de que rara vez tenía esos impulsos. Desde ese momento me di cuenta de que todo lo que tuviera que ver con ella sería totalmente diferente a lo que pude haber vivido con cualquier otra persona.

- Como ya lo dijo la Dra, mi nombre es Alba... ¿Cuál es el tuyo?- preguntó tímidamente, sosteniendo la mirada en mis ojos por unos momentos, pero desviándola hacia cualquier sitio en cuanto le fue posible. Sus ojos eran tan bonitos y expresivos que me resultó una lástima que se haya girado tan pronto.

- Natalia- respondí en un tono que quizás fue más seco de lo que pretendía. No quería ser borde, pero no lograba concentrarme en algo más que en la forma en que se encontraba mordiendo su labio.

- Natalia, como ya te explicó la doctora, soy tu "guía". Digamos que te voy a asesorar para que sepas como manejarte dentro del instituto. No soy tu superior, no soy tampoco tu niñera. Tan solo veme como una amiga en la que puedes confiar si es que necesitas algo, académicamente hablando- agregó ruborizándose, pero logrando recuperarse al instante. – Ahora, ¿puedo preguntarte algo?...

- Claro- le respondí en tono sereno mientras nos mirábamos a los ojos.

- ¿Por qué estás aquí?...

Titubeé un momento. Su mirada estaba examinando cada parte de mis ojos, como buscando sinceridad, así que eso fue lo que le ofrecí.

- Varias cosas. Creo que tengo problemas con la bebida, ya se me salió de control, al menos esa es la excusa de mis papás, pero yo sé que es por otra cosa -su mirada penetró aún más en la mía- Es que me gustan las chicas, creen que aquí se me va a quitar- le sostuve la mirada, y pude notar que ella enrojeció nuevamente. Me regañé al instante, pensando que quizás había sido demasiado. Lo que menos quería era hacer incómodo su "trabajo". A pesar de que estaría pocos meses (pues iba a más de la mitad de mi último año de bachillerato), no deseaba tener una relación "extraña" con ella.

- Ah. Bien, pues eso es algo que no se te va a quitar, pero podemos hallar la manera de que tus papás no se sientan atacados por tu orientación sexual- lo dijo en tono neutro, como si muchas veces ya hubiera pasado por lo mismo, con alguna otra niña tonta que hiciera tantas estupideces que la hicieran terminar en ese sitio. Me pareció una chica demasiado madura para ser de mi edad. Eso, increíblemente, le daba un atractivo todavía más grande- Bien, ahora te voy a mostrar tu cuarto, que por cierto, compartirás conmigo. Esto regularmente no se hace, pero esta vez es una excepción por que estoy haciendo un servicio especial, para obtener algunos puntos extras, además de que me acabo de quedar sin compañera de habitación –dijo naturalmente. Mi mente viajó a sitios tan insospechados e inconfesables que preferí no mirarla durante todo el camino. Pensé lo difícil que sería tenerla como compañera de habitación y lo mucho que tendría que lidiar con mis instintos.

Quise evitar verla, pero me fue prácticamente imposible cuando comenzó a caminar delante de mí, dejándome notar que tenía bastante buena vista por detrás. Me regañé por estar viendo el contoneo de sus caderas, pero al mismo tiempo me di cuenta de que no lo podía evitar. Ese vaivén se había vuelto adictivo, aunque recién habían pasado unos segundos.

Nos dirigimos hacia las habitaciones, y entramos en una que era bastante grande. Era muy agradable estar ahí, aunque para mi gusto el lugar era demasiado sobrio. Estaba llena de libros, muchos ejemplares pero cada uno ordenado de manera sorprendente.

Serendipia (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora