Serendipia (COMPLETA)

Capítulo 16

Alba's POV

Pasaron dos semanas desde la conversación que había tenido con Natalia, y para ser sincera, las cosas habían tomado un giro bastante inesperado para ese momento.

A pesar de que durante nuestra plática no surgió alguna solución concisa para el tremendo lío que tenía en la cabeza, mi intento por arreglarlo no había sido en vano.

Natalia estaba mucho más amigable que los días anteriores a nuestro distanciamiento, e incluso a veces tonteaba un poco conmigo cuando nos encontrábamos por la escuela, o coincidíamos en la habitación durante las tardes.

Por las noches, casi siempre nos hacíamos un breve resumen de lo que nos había sucedido en el día, y aunque teníamos un acuerdo implícito de no rebasar las líneas, me sentía cómoda cuando por alguna razón nuestra conversación derivaba en una simple caricia en el brazo, una sonrisa extendida o ese gesto que ella últimamente había perfeccionado de alzar las cejas mientras me contaba algo positivo.

Me hubiera mentido a mí misma si negaba que deseaba arrinconarla en la pared y repetir lo que había pasado entre nosotras durante el fin de semana que me presentó a sus padres, pero lo cierto es que estaba bastante orgullosa de mi autocontrol, aun en los momentos en que más guapa se veía, con su chaqueta negra que se había vuelto imprescindible, sus pantalones ajustados del mismo tono, y sus tenis en color mostaza que combinaban extrañamente con todo lo que eligiera ponerse.

Sabía que ella no se había dado por vencida respecto a nosotras, y eso me alegraba. Me hacía sentir un poco egoísta, era cierto, pero me alegraba. No la quería de una forma controladora, y tampoco pretendía que sufriera por mí. No quería causarle daño, pero tampoco quería alejarla de mi vida. No quería ni siquiera pensar en un escenario donde no estuviera ella, besándome de la forma en que lo había hecho o mirándome de esa forma que conseguía quitarme cualquier miedo en el instante en que la notaba.

Tenía sentimientos por ella, eso era innegable. La magia que desprendía en cada maldita cosa que hacía, me estaba volviendo loca. Un par de veces noté que al momento de elegir mi ropa para ese día, solo estaba en mi mente poder gustarle un poco más. Para mi suerte, esas mismas veces la descubría mirándome sin disimulo, contemplándome de pies a cabeza, sin reparo, mientras colocaba sus dedos sobre su labio inferior.

Extrañaba locamente conversar de forma más íntima con ella, sentir que me abrazaba con cariño o que se acercaba con la excusa más tonta para tener contacto físico. Extrañaba tener clara la idea de llegar a formalizar algo con ella, o escucharla hablar con pasión acerca de las cosas que le gustaban. Extrañaba mirarla, concentrada en sus estudios, tratando de hacer lo mejor posible en la escuela aunque saliendo no le sirvieran los conocimientos en biología, pues se dedicaría a la música, como varios miembros de su familia.

Creía en ella, y en lo que teníamos juntas. Creía porque había notado su mirada cuando me presentó a sus padres, y la sinceridad con que me miraba siempre que podía hacerlo. Carajo, sentía tantas cosas por ellas, que me dolía la garganta al no poder decirle lo bien que olía luego de ducharse y echar encima de su torso medio litro de su loción cítrica.

Sin embargo, tampoco quería adelantarme a nada, pues las cosas con Julia también eran increíbles. Para mi sorpresa, ya no teníamos la pesadez con que se habían dado las cosas durante los últimos meses de nuestra relación; ya volvía a reírme como una loca con sus ocurrencias, con su acento tan particular diciendo algo que me hacía partirme de risa, y con la forma en que me pedía que la besara sin importar qué sucedería después.

Con ella, las cosas eran distintas. No sólo por la confianza que nos daba tanto tiempo conociéndonos, o por las experiencias que teníamos en común; era como si el habernos puesto en riesgo de perdernos nos hiciera abrir los ojos para darnos cuenta de que siempre íbamos a ser importantes para la vida de la otra.