Capítulo 1

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CAPÍTULO 1

POV'S NATALIA

Estaba recostada en la cama, con un terrible dolor de cabeza, tanta sed que me tomaría un vaso de agua de mar, y el estómago revuelto por la combinación de todas las cosas que comí y bebí la noche anterior. Me encontraba perdida entre pensamientos que no me llevaban a algún lado. Un vacío, irónicamente, "llenaba" mi vida.

Tardé mucho tiempo en descubrir la más difícil de mis verdades. Aún a veces me cuestionaba si estaba haciendo lo correcto, o si era la forma en que debía hacerlo. Es decir, yo siempre había sabido que era diferente a la mayoría de las personas que me rodeaban, y no me molestaba en lo mínimo, pero sabía, también, que no todo el mundo no estaba listo aún para que el entenderlo o respetarlo.

Mis papás pensaban que era una rebelde que tan sólo estaba haciendo todo para hacerlos enfadar. Eso no era cierto, pero sólo yo lo sabía. Si quisiera dañarlos, buscaría otras maneras de hacerlo. Algo que no me afectara a mí, algo que no me doliera como lo hizo en algún tiempo, algo que no hiciera mi vida complicada.

Pero las cosas no siempre son como deberían de ser. No podía tampoco tener el descaro de decir que todo lo que me estaba sucediendo era a causa de ello. Creo que había llegado a una edad y a un grado de autoconocimiento que me permitía decir libremente que estaba siendo idiota por elección propia.

Nunca había sido alguien de muchos amigos. Conocía a muchas personas, y eso era innegable, pero siempre había estado consciente de que pocos de ellos merecían mi confianza. Mis amigos de verdad hubiera podido contarlos con una mano, y me sobrarían dedos.

Sólo podía nombrar a María, quien prácticamente creció conmigo, y quizás a Marta, una chica divertida que había llegado a ganarse un espacio en mi corazón con su dulce y siempre sincera forma de ser. Quizás a la segunda le hubiera cambiado un poco del sentido religioso que tenía, pero para ser sincera, no me molestaba en absoluto: ambas eran de las personas más apegadas a Dios, y no sólo por ir a la iglesia cada domingo, sino por poner en práctica eso del AMOR VERDADERO AL PRÓJIMO.

Recuerdo que el día que les confesé que me gustaban las chicas, ellas simplemente me sonrieron, pusieron un beso en mi mejilla y actuaron como si fuera lo más normal del mundo. María me dijo que lo sabía desde hacía mucho tiempo, y Marta simplemente le restó importancia con un movimiento de manos, para después comentarme que, si ella compartiera mi orientación sexual, sería su chica ideal. Esa fue la primera vez que me acepté realmente. Fue triste tener que aceptarme por medio de alguien más, pero aquello era el inicio de un proceso que con el tiempo finalizó en estar conforme con lo que era, y disfrutarlo.

En muchas ocasiones había querido hablar abiertamente con mis papás acerca de esto, pero al final me arrepentía tanto que optaba por hablarlo con desconocidos a los que llegaba a toparme en fiestas o mis salidas esporádicas. Creo que lo hacía porque sabía que a esas personas les importaba una mierda lo que pasara conmigo, pues ni siquiera me conocían, o tampoco pretendían quedarse por mucho tiempo en mi vida.

- ¡Natalia! Abrí los ojos por inercia, a pesar de que los sentía pesados. La voz de mi madre era lo único capaz de sacarme del trance en que caía cuando estaba pensando en cualquier cosa. Sobre todo cuando utilizaba ese tono molesto que le llegaba cuando no soportaba verme en cierto estado.

- ¿Qué pasa?- fue todo lo que le pude responder, apenas logrando hilar las palabras. Mi garganta estaba tan seca que me dolía hablar. Además no lograba despertar de todo, y lo que había alcanzado a hacerlo, sólo servía para recordar la irritación que me causaba que interrumpieran mi sueño.

Serendipia (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora