Capítulo 24

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24

NATALIA'S POV

Abrí los ojos poco a poco, al sentir un movimiento en mi mano. Tras tardarme unos segundos en lograr enfocar la vista, noté que mis dedos estaban entrelazados con los de Alba, por encima de la sábana revuelta.

Su boca estaba entreabierta, apenas por algunos milímetros, y su cabello lucía completamente revuelto, haciéndola ver como el ser más adorable del planeta. Sin embargo, esa imagen poco duró en mi mente, cuando recordé las circunstancias por las cuáles se encontraba hecho un desastre; recordé mis manos, pasando desesperadamente entre aquellos hilos platinados, buscando atraerla con más fuerza hacia mí, mientras me hacía enloquecer perdiéndose en mi entrepierna.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal al recordar esa escena, y culminó en la misma zona que Alba estuvo ocupada durante algunas ocasiones y de diferentes maneras en el transcurso de la madrugada.

Suspiré, procurando que no se escuchara por toda la habitación el aire saliendo con fuerza de mis pulmones.

Sólo para tratar de comprobar que no estaba soñando, me fijé con detalle en su cuerpo desnudo, cubierto a medias con la sábana de seda en color vino. Alba lucía realmente espectacular, y su palidez resaltaba especialmente con aquel tono y los rayos del sol que apenas entraban por la ventana.

Segundos después, viajé finalmente hacia el sentido donde su otra mano se encontraba, para verla entrelazada con una de un tono ligeramente más tostado que el nuestro; se tomaban con la misma intensidad que nuestras manos, y me parecía extrañamente adorable aquel gesto.

Luego distinguí el cabello largo de Julia, tendido entre sus hombros y los hombros desnudos de Alba. Recordé que después de un rato de pasarla bastante bien, habían caído rendidas ante el sueño, y la rubia nos había pedido que la abrazáramos. Ni Julia ni yo pudimos negarnos ante su petición, pero lo cierto es que ninguna de las dos tenía ganas de negarse.

Traté de zafarme de su agarre sin moverlas, pero fue inútil; al sentir que me movía, Alba abrió los ojos lentamente. La sonrisa más bonita, descansada y sincera que le había visto, surgió en ese instante.

Se veía como una mujer que se sabía querida, y que se sabía deseaba. Se le notaba tanta seguridad y amor por sí misma, que deslumbraba. Siempre había visto a Alba como etérea, pero en esa mañana lucía más impresionante que nunca, completamente inalcanzable, aunque apretaba mi mano de una forma que se hacía notar.

Procurando no hacer más ruido ni más movimiento del necesario, me acerqué suavemente a ella y coloqué un beso en su frente. No sabía qué pasaría con nosotras a partir de ese momento, pero al menos buscaba demostrarle que no importaba qué, la quería más que nunca, y que todo lo que había sucedido no era un simple descontrol por haber bebido de más o por estar cegada de pasión, sino porque quería hacerla feliz de la forma en que fuera necesario.

Ella pareció entender el mensaje, pues amplió su sonrisa y luego me dijo un "Gracias" al que no le hizo falta agregar más.

- A ti... - le respondí, volviendo a besarla.- Iré a preparar el desayuno- avisé, queriendo huir de ahí antes de sentir la necesidad de prestar más atención a sus pequeños pechos, que se despertaban a causa del contacto físico o del frío que pudo haberle provocado que me alejara de su abrazo. También quería escapar de la vista del cuerpo de Julia, que en su precioso tono de piel, se asomaba de forma descarada entre las sábanas.

Alba respondió con una sonrisa, y me vio mientras me levantaba de la cama y caminaba hacia donde había dejado mi ropa. Ambas sonreímos cuando tuve que buscar lo que me pertenecía, entre todas las prendas que se encontraban en el suelo.

Serendipia (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora