Capitulo 1

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Capitulo 1

Corría. El helado viento azotaba mis cabellos mientras la lluvia entumía cada uno de mis músculos. Mientras corría perdida en medio de un terreno baldío lleno de engañosos caminos y arbustos del tamaño de mi cuerpo, pensaba en que si estuviera en una situación menos mortal ya hubiera parado de correr para tomar una buena bocanada de aire. Si... en una situación normal...pero mi instinto me decía que no debía parar, debía de seguir corriendo. El agua de la lluvia nublaba mí vista cada vez más, mis pulmones se encogían en busca de aire, mis piernas cada vez pesaban más, mis músculos se engarrotaban cada vez más.

Era extraño. A finales de Julio era extraño que precipitara de esta manera. El lodo ya había cubierto por completo mis Converse negros y mis vaqueros se hallaban cubiertos de hierbas. Aun no sabía cómo había soportado ya 15 minutos corriendo sin parar en medio de la nada. Mis brazos estaban llenos de rasguños y de sangre gracias a los arbustos espinosos que estaban de pasada.

Pero aun así no me importaba, no me importaba la sangre que corría mi cuerpo, la suciedad en mi ropa, el cansancio de mi cuerpo... No me importaba... Por eso seguía corriendo...

En todo lo que pensaba era en alejarme del depredador que se encontraba en la oscuridad de este baldío, observándome, observando cada uno de mis pasos y se regodeaba al ver mi expresión de miedo, oyendo como el latir de mi corazón se aceleraba con cada paso que daba.

Estaba a punto de perder la cabeza. No veía nada, ningún camino, nada, nadie. Me sentía sola, perdida.

No debí de haberme alejado del campamento, Tessie me lo había repetido un millón cuatrocientas mil veces. Tal vez por eso era la jefa de nuestro escaso número de a campantes. Estúpida. Dirigí la ira hacia a mí y seguí corriendo. Estaba ahogada en esos pensamientos mientras vi un par de luces.

Una salida. Pensé mientras una esperanza creía en el interior de mi pecho y corría hacia las luces blancas.

Corrí y corrí hasta llegar a las luces blancas. Pare en seco. Era un enorme Jeep plateado estacionado en medio del baldío. Nadie se hallaba cerca. Nadie sabía que yo estuviera aquí. Nadie salvo al chico pálido de extraños ojos color azul zafiro que me miraba atentamente cruzado de brazos.

El chico increíblemente guapo y de una extraña elegancia. Era alto, aproximadamente de 1.80 metros de alto. Era delgado y algo desgarbado pero aun así no se veía que fuese frágil. Sus facciones eran delicadas. Su rostro era de forma de corazón. Sus cabellos eran de un negro profundo, que hacía que se mirara aun más pálido. Sus labios eran lisos pálidos. Su nariz era recta, perfecta. Pero lo que no podía dejar de mirar eran sus sorprendentes ojos. Eran grandes, expresivos, de un color extraño. Era un zafiro muy brillante, demasiado brillante para ser normal, pero esa era la razón por la que no podía dejar de admirarlos.

- Al fin llegas, Elizabeth. - sonrió el chico de los ojos zafiro.

Lo mire extrañada. No lo conocía. Mire el Jeep, lo mire a él, mire atrás de mi y entonces caí en cuenta. Aquel chico era el depredador, y las luces blancas, mi trampa.

- ¿Quién eres? - pregunte mientras me puse en guardia, no apartando la vista de aquel joven.

- ¿Yo? Soy Matt Loren. No trates siquiera pensar que te soy familiar, dulzura. Nunca me has visto antes - dijo adivinándome el pensamiento.

Matt me sostuvo la mirada durante, lo que pareció, una eternidad. Todavía no podía reaccionar, seguía mirando sus ojos como una boba. Pero literalmente, no podía despegar mi mirada de la suya. Por más que luchaba no podía dejar de ver esos enigmáticos ojos, tan extraños, tan bellos. Después de un tiempo, desvió su mirada para recorrer mi cuerpo con su mirada hasta detenerse en mi garganta. Sentí un escalofrío.

The Chosen Ones I : Evanesce Donde viven las historias. Descúbrelo ahora