Capitulo 30

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"¿Enserio quieres volver?" Me pregunto Damian con los ojos cerrados.

Nos encontrábamos muy lejos de Jen, el hechizo no emitía ningún efecto en el.

Estabamos tumbados en el sofa de una cabaña que residían en algún lado de nuestro viejo Maine, el lugar donde empezó todo. El lugar en donde nos vimos por primera vez.

"Es extraño" musitó. "Te lo juro que la amaba... Sentía como si lo hiciera" sacudió la cabeza y me abrazó.

En la tele solo veíamos equis comedia romántica que aveces nos sacaba alguna que otra carcajada.

Me rodeó la espalda con su brazo y me acercó a el mientras tomaba el tazón de palomitas y lo ponía en la mesa.

El calendario marcaba 3 de Diciembre y algunos copos se pegaban a los cristales de las ventanas. La chimenea calentaba toda la cabaña además del cálido y fuerte abrazo de Damian, aunque claro, yo no necesitaba de eso para vivir aunque era mas placentero.

Me acurruqué en él.

"Te quiero" le dije.

El me miró y suspiró "Yo te amo, ángel"

Mire al suelo, tragándome el placer y el dolor que sentía al escuchar eso.

El tomó mi barbilla con el dedo índice y la alzó para que pudiera verlo a los ojos.

"¿Que ocurre?" Ronroneó.

Sacudí mi cabeza, para ahuyentar ese pensamiento y aclararle que todo esta bien.

"¿Es por lo de Jen?"

Miré hacia otro lado.

"Oh, Elizabeth. Mírame" dijo mientras me veía intensamente. "Te amo, Elizabeth Lee. No importa si me crees o no. No me importa si me amas o no. Eres mía, solo mía y así siempre será. Eres mía y yo soy tuyo y nada" tomó mis mejillas con sus dedos pulgar en indice "Nada ni nadie nos va a separar nunca, mi ángel bello y perfecto"

Suspiré y me quedé callada.

No sabia si confiar o no en el. ¿Y si volvía a estar bajo un hechizo?

Lo abracé con fuerza.

"¿Segura de que quieres volver?" Repitió y yo suspiré.

"Tenemos que"

"Pero no ahora" ronroneó el. "No hoy que esta nevando y ya en si volar resulta un poco frío ahora nevando..."

Sonreí.

"Ya lo se, pequeño idiota"

"Pero soy tu idiota"

Suspiré de nuevo, poniendo mis ojos en blanco.

"Eso también lo se"

"Te escucho algo gruñona, amor" se quejó después de abrazarme de nuevo y enterrar su rostro en mi cabello.

Me encogí de hombros, restándole importancia.

La verdad es que tenía tanta sed y tenerlo así de cerca no ayudaba. Aunque claro, si el se enteraba querría darme de su sangre y no podía arriesgarme a timar aquel bello elixir rojo que nos mantenía a ambos con vida.

"Y tus ojos son esmeralda" comentó "¿tienes... Sed?"

Negué con la cabeza.

"No" mentí. "Solo sentí que ya no tenía que ocultarme de ti y podría... Ya sabes... Emm" pensé en alguna mentira "mostrarme tal cual era ya que no te importa que tipo de monstruo sea"

The Chosen Ones I : Evanesce Donde viven las historias. Descúbrelo ahora