4. Explicación

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Toco el timbre de la casa de Darren, espero que esté, sino tendré que ir a la de Seyn. Lástima que no encontré el celular, sería todo más fácil, aunque por teléfono creo que parecería un chiste, mejor así.

¡Bingo! Me abre la puerta el adormilado rubio.

—¿Sí? —Me mira de mala manera, aunque en realidad siempre observa a todo el mundo de esa forma.

—¿Está Darren? —digo poco convencida al no querer presentarme.

Frunce el ceño, esos celos nunca lo dejan tranquilo.

—¿De parte de quién?

Bufo.

—Soy Eliza, tuve un problema.

Alza una ceja.

—¿Y ese chiste tan raro?

—Vamos insoportable, eres más inteligente que eso —digo molesta.

—Cielos ese carácter, si eres Eliza —expresa sorprendido y luego se ríe —¿Qué te pasó? Al fin te salió el macho que llevas dentro ¡Auch! —Recibe un cachetazo y hace puchero —. No te soporto.

—Ni yo a ti —Ruedo los ojos —¿Puedes decirme si está Darren o no? Deja, lo busco yo —Lo empujo y entro a la casa.

—¡Oye! —se queja y cierra la puerta detrás de él —Que agresiva —opina —¿O agresivo? —se corrige confundido.

Llego a la cocina donde visualizo a Darren sentado en una silla, cociendo un vestido en su forma de chico. Alza la vista y levanta una ceja al verme. El collar que tiene el cuello brilla, entonces abre la boca despacio.

—¿Eliza? —dice de repente y me sobresalto.

—¿Cómo lo sabés? —expreso avergonzada —¿Oíste la conversación de recién? —aclaro mi teoría.

—No —Continua observándome como si nada —lo sentí en tu preocupación —Creo que se refiere a su poder de restaurador.

—Bueno —Se acerca Seyn a la entrada de la cocina —ustedes sigan con su charla aburrida, yo seguiré durmiendo —Se gira y se va a la habitación, cerrando la puerta con fuerza.

—Que grosero —opino —¿Y por qué duerme a esta hora?

—Noche agitada, es un bipolar, después preguntara qué pasó —Se ríe Darren y luego me vuelve a observar —¿Qué te ocurrió? ¿Te cruzaste con un brujo? No sabía que existía el hechizo al revés.

—No es gracioso —Me siento en la silla de su lado —. Ayúdame —Mis ojos se humedecen y agarro sus manos —mi bebé...

Sonríe.

—No te preocupes, está bien.

—¿Qué quieres decir con eso? Explícate.

—Pues... ¿Cómo lo defino? —Se lo piensa y después me observa —Mira, cuando tengo la menstruación, yo cambio rápido a hombre porque no tengo ganas de aguantármela, pero eso no quiere decir que no la tenga.

—¿Y a dónde se va? —digo confundida.

—A dónde está mi otro cuerpo en letargo, en otras palabras a otra dimensión, otro universo.

Golpeo la mesa, levantándome.

—¡¿Quieres decir que mi bebé está en otro mundo?! —grito alterada.

—En el mío no —Hace una pausa y frunce el ceño —en el de las voces puede ser —formula su teoría.

—Me voy a desmayar —Vuelvo a sentarme y llorar, apoyando el rostro en la mesa —, y no sé qué tiene que ver Ace en todo esto. Creí que era una buena persona.

—Es una buena persona ¿De qué hablas? —Frunce el ceño intentando entender.

Levanto la cabeza y me siento de manera recta.

—Darren, Ace me mintió sobre el tiempo que estuve inconsciente y me dejó sola cuando dijo que iba a cuidarme, no sé qué le pasa.

—Pues vamos a averiguarlo.

Crisálida #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora