16. Celos destructivos

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Al fin vuelvo a casa, estoy exhausta. Abro la puerta y visualizo a Rein en su forma de chico, comiéndose una torta que está en la mesa del living. Se relame los labios y alza la vista al notar mi presencia, así que su alegría se esfuma. Se levanta de su asiento y camina hasta mí. Su expresión molesta cambia a una sonrisa.

—Tú tienes algo que es mío, devuélvelo —Alza la mano como si pudiera darle a las voces fácilmente.

Bufo.

—Estoy en eso, ya conseguimos el grimorio que buscábamos, ahora hay que esperar que Aradia encuentre la solución en este —explico.

Frunce el ceño.

—Más vale que no las metan en un collar como la última vez.

—Haremos lo que podamos.

—Te juro que si me engañan... —Empieza a cambiar mientras se acerca hasta mí, su cuerpo comienza a tener curvas, la ropa le queda apretada y se hace alta poniéndose a mi altura —te destruiré de una manera horrible —ameneza sin dejar de mirarme, incluso aunque uno de esos pocos mechones celestes que tiene en su forma de mujer, se cruza entremedio de su visión.

Trago saliva, me he puesto nerviosa y la luz parpadea, es esa electricidad oscura que maneja. Me sobresalto cuando la puerta se abre, pero me alivio al saber que es Maik, porque todo se tranquiliza.

Rein sonríe.

—Hola hermano ¿Cómo estuvo tu día? —le dice calmado como si nada pasará.

—Como que mi familia está invertida —opina ignorando su pregunta y cerrando la puerta detrás de él —mi hermano es una chica y mi novia un chico —Bufa —. Debo ir a un psiquiatra.

Nyx se ríe.

—Que gracioso. Bueno, ya me voy —Camina hasta la puerta y la abre tan solo un poco.

—¿A dónde vas?

—A ver a Emmet, no tengo ganas de estar en el mismo lugar que esta bazofia —Me señala.

La puerta de repente se cierra sola y el portazo se escucha en toda la habitación.

Se enojaron. Bueno, en realidad puedo sentir sus celos.

Las luces vuelven a parpadear y esta vez no es culpa de Rein. Teniendo en cuenta que hemos vivido aquí un tiempo con las voces, se podría decir que esta casa también se la apoderaron. Aunque ni nos percatamos, ni pensamos en esa posibilidad.

Crisálida #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora