Me refriego los ojos y me levanto del suelo, abro la puerta encontrándome con Maik que me ve estando sorprendido.
—No te ilusiones —digo antes de que exprese algo —es temporal —refiriéndome a mi forma de mujer —eso me aclararon ellas —agrego.
—Solo... —Baja la vista con un gesto triste —estaba preocupado —explica —y... tienes visitas.
—¿Eh? —Alzo una ceja —¿Quién?
—Hola, bella deidad —Saluda Ace sentado en la silla del living tomando un té.
Aunque no creo que esa taza contenga té realmente.
—¿Qué haces aquí? —Me le acerco —Yo no tengo el grimorio, ¿sabés?
—Vine a cuidarte —aclara.
—Dijiste algo parecido cuando comenzó todo esto —Me cruzo de brazos —¿Qué planeas?
—Yo solo soy un siervo, obedezco órdenes y siempre que estés en esa forma, seré tu niñera —Sonríe —. Las voces no quieren que te lástimes, bueno, en realidad no desean que el bebé sufra daños por algún error que comentas.
—Es mi hijo ¿Qué clase de pensamiento es ese? —me quejo.
—Solo no confían en ti.
—¡¿Qué te pasa?! —Lo agarro furiosa de su camisa.
—Básicamente me han dicho que mientras intentas evitar su accionar, puedes lastimar al niño, se sienten más seguras teniéndolo en su mundo, no te estreses, eso también le hace mal al bebé —explica tranquilo —. Y por favor, no lástimes al mensajero, no es su culpa —refiriéndose a él mismo.
Lo suelto despacio mirándolo mal.
—Entiendo —digo presionando los dientes.
—¿Irás a ver a Darren hoy?
—¿Qué con eso? —Alzo una ceja.
—Lo supuse, te llevaré, mi chófer espera afuera.
—¿Te vas? —Se acerca Maik.
—Sí, tú también, debes trabajar —expreso indiferente —. Iré a cambiarme y vuelvo —le aviso a Ace y me dirijo al cuarto.
Me pongo una una remera grande y amarilla de volados, que me había comprado con antelación para cuando mi panza creciera más, cosa que ahora ni me pude dar cuenta, por lo que ha sucedido. Luego me visto con un shorcito, las zapatillas y entonces salgo del cuarto. Miro un segundo los tatuajes de arañas en mis piernas y brazos, así que bufo. Será lo que me recuerde que esto no es una pesadillas, supongo.
—¿Lista para ir a un salón? —pregunta el adivino y me ofrece su brazo, pero como lo miro raro y no acepto su gesto agrega —¿Ya olvidaste que la florecita se prepara para su boda?
—¿Ya lo perdonó? —opino sobre Seyn —Que rápido ¿Y cómo sabes eso?
—¿En serio lo preguntas? —Se ríe —Las voces conmigo ven todo, yo que ustedes tengo cuidado —advierte serio.
—¿Qué te pasó Ace? —Agarro su brazo —¿Por qué las obedeces?
—Porque estoy atrapado.
Me escolta hasta el auto, el chófer abre la puerta de la limusina y entramos al vehículo, entonces este arranca para ir en dirección a donde se encuentra Darren.