Capítulo 2

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Kristell

Ahora si estoy castigada.

Cierro los ojos con fuerza y volteo con miedo a que sea mi mamá, al abrirlos, agrando los ojos con sorpresa al ver a la persona que está frente a mí.

-¿Hola?, ¿Tú quién eres?

Es Matthew; mierda y ahora que le digo.

-A… soy laa… chica que limpia – es lo   único que se me ocurrió decir.

-Bueno – me mira con curiosidad. –Solo vengo por un vaso de jugo.

-Esta bien – Le sirvo el jugo y se lo entrego.

Miro hacia otro lado esperando a que se valla, cuando pienso que se va a ir, el voltea y dice.

-Sé que no eres la sirvienta. – Y con esas palabras se va hacia el patio.

Subo a mi cuarto rezando a que Matthew no le diga nada a mis hermanas.

Después de un rato escucho que se van y ahora sí puedo bajar, llego a la sala y me encuentro a mis hermanas sentadas en el sofá junto a mi papá.

-Hola papá – digo esperando que él me devuelva el saludo, pero como siempre me ignora.

Voy a la cocina a limpiar todos los servicios sucios y servirle la cena a papá. Mi mamá no baja a cenar y como mi papá no me ha dicho nada sobre porque baje, me voy a mi cuarto a dormir.

Estando en mi cama me pongo a pensar que es lo que quiso decir Matthew con eso, si él no me conoce ¿Verdad? Mejor olvido lo que paso y me acuesto a dormir.

A la mañana siguiente preparo el desayuno temprano y lo dejo servido para cuando mis hermanas y papás se levanten ya este servido, salgo de casa y voy al supermercado a comprar todo lo que necesito para la casa, desde vegetales hasta cosas de aseo, ya que se acabó la legía y tengo que comprar una.

Llego y agarro un carrito para meter las cosas, voy a la parte de cereales y agarro los que necesito y los meto al carro, sigo con las frutas y vegetales, luego hacia las carnes y agarro solo las que le gustan a mi mamá. Después de terminar con la comida me dirijo hacia la parte de aseo personal, pongo en el carro lo que tengo que llevar y voy hacia lo último que me falta que es la legía para limpiar la casa.

Ya terminando toda la compra y haber pagado me dirijo a la parada de autobús, felizmente que llega a tiempo, las bolsas pesan mucho.

Llego a la parada más cercana de casa, bajo como puedo, me dirijo a casa con pasos lentos, no me preocupo por la hora ya que todavía es temprano.

Termino de colocar toda la despensa en su sitio, me dedico a limpiar la casa para después hacer el almuerzo, me demorare unas dos horas en limpia todo, mientras estoy limpiando escucho música de Demi Lovato.

Amo a esa mujer, sus canciones son impresionantes que tienen el poder de levantarme el ánimo en cualquier momento del día. También admiro como es, a pesar de haber tenido problemas sigue en pie, demostrando cada día que es una mujer fuerte, sin que la vean destruida. Probando que todos podemos seguir adelante por más que Dios te ponga obstáculos.  

...

Estoy en mi cuarto pintando el hermoso atardecer que veo en mi ventana, dibujando cada detalle de este, así sea lo más mínimo que veo para que quede perfecto. Apreciando las tonalidades que tiene, desde un rojo intenso hasta un amarillo pálido.

Verifico que ya esté terminado y veo la hora para hacer la cena, hoy es de esos días que mis hermanas no están en casa porque se la pasan afuera con sus amigos y mis papas igual, así que siempre los sábados me quedo sola y solo cocino la cena para una persona, ósea para mí, por lo menos no me preocupo por cocinar tarde.

No puedo para de reír viendo las películas de Adam Sandel, creo que es el mejor actor cómico de todos, me gusta ver sus películas. Ya son las 10 de la anoche y ni mis papás ni mis hermanas se deciden en aparecer, puedo sonar estúpida, pero me preocupo por ellos. Por mas que me traten mal, son mi familia y los amo. Nunca le reprocho a Dios de haberme tocado una familia así, se que hay un motivo y en algún momento de mi vida la voy a saber, solo me queda esperar.

Espero media hora más a ver si llegan, pero nada, ninguno llega. Ni siquiera los puedo llamar porque no tengo celular, solo hay un teléfono en casa. Ustedes dirán, como puedo sobrevivir sin celular. Bueno les digo que sí, si puedo, mi mamá nunca quiso que mi papá me compre celular o algún aparato tecnológico.

Si es que ustedes pensaron seguirme por alguna red social, no me van a encontrar. Como no tengo un celular o una computadora, ni tampoco amigos, nunca me llamo la atención eso de las redes sociales.

Dejo la puerta principal con llave, porque no se a qué hora van a volver. Apago las luces y voy a mi cuarto a dormir.

Me despierto como siempre temprano, pero esta vez con sueño. Espere hasta las dos de la mañana a que alguno de ellos llegara, pero nada y estoy preocupada, no sé si habrán venido.

Camino hacia sus cuartos y confirmo que, si están, ya me estaba preocupando, nunca llegan tan tarde y ayer el sueño me venció.
No les preparo el desayuno porque se levantarán tarde, todos los domingos se despiertan al medio día y a esa hora ya tiene que estar el almuerzo.

Hago el aseo de todos los días y también el almuerzo. Espero que bajen para poder servirles. Pasa media hora cuando todos bajan.

-Me duele mi cabeza – escucho que se queja Sam

-A mi me duele el estómago de hambre – dice Halle

-Chicas ya les he dicho que no estén tomando, eso les hace daño – las reprende mi mamá.

-Ellas ya son grandes Analí - dice papá cansado – Ellas saben lo que hacen, no tienes que estar diciendo siempre lo mismo.

-Lo se Henry – abraza a papá – Pero igual me preocupo por ellas, siempre van hacer mis bebes.

Al escucharla decir así, siento como mi corazón se quiebra más, sé que ellos nunca me van a querer, nunca me han dicho un te quiero o cuídate hija. Siempre me tratan mal, siempre han ignorado cada pequeña cosa o logro que hago.

Me gustaría que por lo menos se preocupara por mí, por lo menos mis hermanas. No se que he hecho para que ellos me traten así.

Me volteo para que ellos no me vean llorar y mejor sirvo el almuerzo. Ellos llegan y el almuerzo ya está en la mesa. De nuevo me dirijo a mi cuarto con mi plato de comida y me dispongo a comer en silencio, no quiero escuchar lo maravilloso que fue su fiesta, lo maravilloso que son sus amigos y lo maravillosa que es su vida.

No sé cuánto tiempo es que estoy en mi cuarto, pero sé que ha pasado muchas horas porque ya está anocheciendo.

Bajo para ver que necesitan antes que mamá me llame.

-Justo te iba a llamar Kristell – me dice papá.

Cuando estoy por preguntar que desean, tocan el timbre. Me dirijo a la puerta y la abro, pero nunca imagine encontrar a la persona que esta atrás de esta.

Estoy en shock, no sé cómo actuar y comportarme frente a él.

-Kristell, ¿Quién es? – escucho los pasos de mamá acercándose.

-Buenas Noches, Señora Ryder – le sonríe y voltea a mirarme con frialdad – Hola

-Hola Matthew, pasa hijo – no me deja contestar porque se pone frente a mi dándome la espalda, por el rabillo de mi ojo veo que Matthew va hacia la sala – Ahora vas a ver cuándo se vaya. ¡Ándate a tu habitación!

Por ir casi corriendo me tropiezo en el tercer escalón, giro a ver si alguien me vio y veo a Matthew, que me mira con una sonrisa burlona.

Avergonzada y con las mejillas más sonrojadas sigo subiendo la escalera sin tropezarme y hacer un papelón.

Mi Hermosa Salvación - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora