Alexander
Alexander se despertó pensando que lo primero que escucharía sería la fina respiración de la doctora, pero su sorpresa fue mayor al encontrarse sólo en la habitación. No hay ni un rastro de ella, lo único que dejó fueron cientos de recuerdos de la noche anterior impregnados entre las sábanas de su cama. Paso sus manos por su rostro esperando poder despejar el sueño y comenzar a pensar fríamente. Su cabeza duele como un demonio gracias al alcohol. Esa doctora es más lista de lo que pensaba, siempre pensando antes que los demás, con una carácter tan libre y fuerte qué ni siquiera un príncipe puede controlar.
Una sonrisa apareció en su rostro al recordarla debajo de él, en lugar de ser como las otras damas que quieren llamar su atención al casi gritar, ella solo hacía pequeños suspiros, sus pestañas rozaban sus mejillas y sus labios estaban hinchados, era todo una belleza. Siente que esta hechizado por ella, de una manera tan sutil e imperceptible, pudo ser su manera latina de mover las caderas o su sonrisa encantadora.
La única verdad es qué es la primera vez qué al futuro rey de Inglaterra lo dejan sólo después de una pasional noche. Seria muy hipócrita molestarse por algo así, dado por hecho que es algo que el siempre hace, que regularmente él las deja, no ellas a él.
Se recostó de nuevo en la cama en el lugar donde ella había estado. Las sábanas están frías, quizá particularmente poco después de su encuentro. Un príncipe jamás se rinde ante los encantos de una mujer, aunque la contrincante sea una doctora rompecorazones.
Verla de nuevo no es una rendición a su masculinidad, Vanessa lo hace sentir bien y la única forma de volver a verla, es llegar con una manera muy inteligente para sorprenderla, ya agotó todo sus repertorios del manual de un hombre mujeriego: el viaje, la cena, su cita médica y el día de ayer.
Las sábanas huelen a su perfume, aquella esencia de vainilla que lo volvió loco la noche anterior. Sin querer su brazo movió la almohada haciéndola a un lado y dejándolo ver una regalo que solo un príncipe puede tener.
Un sensual y provocativo sostén rojo .
¿Cómo es qué llego ahí?
No puede recordarlo.
Juró por la reina que el se lo quitó para ver sus blancos pechos. Sonrió al saber que hace unas horas ese sostén le estorbaba para tocar su piel. Está pequeña prenda de ropa es su única salvación.
— Buenos días, Alteza — Benjamín entró en la habitación después de haber tocado delicadamente la puerta, caminó por la habitación sin decir nada con su habitual silencio, abrió las cortinas causando que tuviera que cerrar los ojos por la claridad e incentivando mi dolor de cabeza. — ¿Tuvo una buena noche? —
— Si, Benjamín — se sentó con solo las sábanas cubriéndolo — Tráeme unas aspirinas por favor, este dolor de cabeza me va a matar —
— Las traerán con su desayuno, Alteza.— Benjamin alcanzó a ver él sostén entre sus manos, sonrió un poco. — ¿La señorita sigue aquí? —
Siempre hace esta misma pregunta porqué regularmente todas las mujeres se quedan esperando dormidas. Lo que ellas buscan es sentirse como princesas por una vez es su vida, la realidad es que su cuento de hadas se termina al ser despachadas por Benjamín, al cual le ha tocado lidiar con toda clase de señoritas.
— No Benjamin, esa señorita me abandono — dijo divertido.
Alexander siempre ha creído en las circunstancias y la manera en que la conocio fue muy extraña para el. ¿Una doctora?. Vanessa le gusta, le encanta, y sin duda es atracción física de ambas partes, tiene una belleza tan exótica, tan fuera de lo normal a lo que esta acostumbrado.
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THE PRINCES BRAIN [ Saga MÉDICOS parte 1]
Teen FictionVanessa es una reconocida doctora, es feminista y liberal, eso cree hasta que a su consultorio llega un paciente muy peculiar, como por ejemplo el futuro rey de Inglaterra. The Prince Brain, saga médicos Libro 1 No se aceptan ningún tipo de adapt...