El hijo de Thor #1|N. Horan| En edición.

2 'Thor'

Thor, una historia realmente interesante. Había escuchado hablar de él varias veces, mi abuela solía contarme una historia algo parecida, pero nunca me dijo que él había venido a la tierra.

El dios protector de la tierra, dice el subtitulo, me concentro en buscar el porqué, llego a la mitad y lo encuentro, Thor vino a la tierra, se enamoro de una mortal Jane Foster, desde entonces estuvieron juntos, pero él tuvo que regresar a Asgard, no le era permitido amar a una mortal, al volver fue obligado a casarse con Síf, pero nunca dejo de proteger la tierra, que en Asgard era llamada Midgard.

Constantemente le pedía a Heimdall, guardián del Bifröst, que le hablara de lo que Jane hacia, nunca dejo de amarla, pero su amor fue censurado por Odín el padre de todo, padre de Thor. 

Tomo el portátil y comienzo a escribir un anexo de Thor para mi ensayo, tengo que parar la lectura y buscar en internet términos que desconozco, encuentro algo de Thor en wikipedia, detengo mi lectura del libro y me enfoco en el computador. Esto se contrapone a lo que dice el libro, aun así prefiero creer en lo que leí primero, al terminar lo pongo en bibliografía base.

Son las 9, decido subir a descansar, pero antes tomo el teléfono.

—¿Diga? —dice, sonrió y me siento llena.

—Mamá —murmuro —soy Lizzy.

—Lizzy, hija —dice y siento que su voz se quiebra — Te extraño —dice con sollozos.

— Mamá, si lloras sabes que tendré que colgar —murmuro tratando de evitar sus lagrimas.

—Hija, ¿ya comiste? —Pregunta —conozco la respuesta —me conoce tan bien.

—Comeré algo —digo.

—Cuando te vea de nuevo, estarás hecha un hueso —dice y noto que está molesta —come algo ligero antes de dormir, mañana compensaras —asiento como si me viera.

—Sí —digo y escucho su risa de satisfacción — Mamá, ¿mi abuela está contigo?

—Claro, te la comunico —espero en la línea por unos segundos.

—Elizabeth —dice mi Eloísa.

—Abuelita —digo contenta —¿Recuerdas las historias de Thor?

—Sí, por supuesto —las mariposas vuelan en mi vientre —¿Te gustaría oírla?

—Por favor —digo en suplica coloco el teléfono en alta voz.

—Existía un puente de arcoíris —comienza mi abuela, me hundo en el sofá, Orión se posa en mis piernas y me siento cómoda, la historia termina y yo tengo millones de preguntas —¿Te gusto? —pregunta.

—Sí —digo con una sonrisa de oreja a oreja — ¿Conoces alguna otra?

—¿De Thor? —un sonido de afirmación sale de mi boca — Conozco una, tu madre nunca dejo que te la contara —mi ceño se frunce.

—¿Qué? ¿Pero por qué? —y de repente creo que alguien se robo parte de mi infancia.

—Decía que tú aún no separabas la realidad de la fantasía, podías buscar las cosas de las que habla la historia —un silencio nos inunda, ¿qué puedo decir? —Lizzy, quieres que te la cuente —suena más a una afirmación, así que no respondo.

Escucho que se levanta de la silla, unos pasos suenan atreves del teléfono.

— Empecemos, la leeré no la recuerdo bien —dice.

—Está bien— murmuro.

—Una noche como cualquier otra, jane Foster se topo con un dios, el dios del trueno Thor —ella comienza y recuerdo el libro que acabo de leer, es la misma historia de amor prohibido, al finalizar algo llama mi atención —muchos dicen que el martillo de Thor ha dejado un hueco profundo a las afueras de Nuevo México. Un hueco que pocos han visto, pero de lo que realmente están seguros es que el amor por la tierra jamás ha dejado el corazón de Thor.

—Supongo que mi madre creería que iría tras ese agujero —afirmo.

—Eso creo —ríe — Espero que las historias te hayan gustado. Ahora, hija descansa.

—Igual tú, gracias.

—No hay de que —cuelgo el teléfono. En la cocina sirvo un chocolate y llego a mi cama.

—Buenas noches, Orión —digo al sentir que sube a mi cama.

***

Despierto con dificultad, pero me animo a comenzar el día. Ahora lista camino directo a la universidad.

—Maldición —murmuro a medio camino —el desayuno —mi estomago ruge y tengo que parar en una cafetería. Llevo tiempo así que no me molesta. Me siento en una mesa, ordeno chocolate y donas. Tomo una dona, la cómo mientras recuerdo mis extraños sueños de la noche pasada.

Miro por la ventana, mi vista se clava en el cielo, y las imágenes se desordenan. Varios truenos rayos y relámpagos pasaban por mi cabeza. Hasta que una figura con capa se atravesaba flotando en la mitad del cielo, descendiendo hasta llegar a mí.

—Bella mortal —susurraba y desperté.

Un trozo de dona pasa por mi garganta mientras recuerdo. Comparo las imágenes que vi de Thor y de inmediato se que ese no es él, aunque su parecido es inigualable, ¿Quién es él?, me pregunto a mí misma, observo la taza de chocolate y está vacía, pago la cuenta.

—Gracias —digo antes de salir.

—No hay de que —murmura la cajera, me dedica una sonrisa y continuo con mi rumbo. Sigo recordando esos ojos azules de aquel chico, su capa roja y el martillo que cargaba en su mano, podía ser Thor, pero algo lo diferenciaba.

—Lizzy — Escucho que alguien me llama, giro mi rostro y veo sus rizos castaños, me sonrojo.

—Hola Harry —digo y él se acerca.

—¿Vamos juntos? —asiento.

Él habla sin parar, me cuenta sobre un par de películas que ha visto, sus videojuegos y el nuevo cd que ha adquirido, mientras que yo sólo asiento o niego. Mis pensamientos siguen en mi sueño, recuerdo el ensayo y el miedo se apodera de mi, si no lo paso, estaré perdida.

—Tranquila —dice Harry —está perfecto — opina al terminar de leerlo.

—Gracias —digo tomo el ensayo y me despido. Camino hacia la oficina del maestro, dejo el ensayo en su mesa, él me mira por debajo de sus lentes.

—Le daré la nota al final de la jornada —suelta con su tono de fastidio, tarado.

—Está bien —murmuro y salgo de su oficina.

En el pasillo, veo a Ami besándose con Lou, podría decir que se están tragando. Aun así los atravieso, él ríe, ella me asesina con su mirada.

—Sin espectáculos señorita Swan —ahora reímos los tres.

—¿Cómo vas con el ensayo? —pregunta Ami.

—Acabo de entregarlo —asiente algo nerviosa o preocupada. Quizá ambos —¿Vamos a clase? —toma el cuello de la camisa de Louis, se unen en un nuevo beso en forma de despedida, me siento asqueada e incómoda.

Caminamos al salón. Las clases pasan rápido, el día de hoy no tenemos más que dos. Al terminar la jornada, estoy más que nerviosa. Mi corazón salta al ver al maestro de mitología esperándome en la puerta del aula, me levanto y mi mano tiembla al recibir el trabajo de vuelta.