El hijo de Thor #1|N. Horan| En edición.

35 'Los dioses también lloran'

Me he quedado dormida, últimamente me la paso durmiendo, e incluso llorando en sueños, sueños, Niall no se ha aparecido en ellos, supongo que ya no es cosa de los dos. Me siento en la cama, recuesto mi espalda en la cabecera, siento los ojos pesados de nuevo. He llorado, sin mi consentimiento, no recuerdo mis sueños, pero me lastiman. Escucho un ruido, un ruido metálico, mi mirada se posa en el mjolnir, sale disparado, atraviesa la puerta del balcón, que agradezco está abierta, y se pierde en la inmensidad del cielo.

¿Cómo no pensé antes?, era tan fácil como llamar al mjolnir y no tener que ver mi cara, ruedo los ojos, controlo mi respiración y logro no caer en el llanto, no de nuevo, me levanto en dirección al baño, lavare mi rostro y ya mirare que hacer después. Un golpe seco me hace detenerme, giro mi vista hacia el balcón, joder, es él, no estoy lista para esto, mi corazón golpea contra mi pecho, retrocedo unos pasos, el solo me mira, no se ve mejor que yo, sus ojos están enrojecidos ¿ha llorado? No puede ser.

Retrocedo de nuevo, mis ojos lo miran, mi mirada no se aparta de la suya, nadie habla, quiero salir corriendo, mi mente me repite una y otra y otra vez que no esta lista, que no puede evitar verlo y no sentir la necesidad de correr a sus brazos.

-Vete –murmuro, las lágrimas llenan mis ojos, pero no puedo, no puedo simplemente llorar frente a él.

-No lo hare –dice, deja el mjolnir en el suelo, camina un paso hacia mí, yo retrocedo dos.

-Entonces yo me iré –digo mirando hacia el suelo y caminando hacia las escaleras. Él camina mucho más rápido, me toma el brazo y no me deja avanzar, me suelto con brusquedad y lo miro, mi mirada es de furia, una semana después. ¡Una semana después!

-¿Qué paso Elizabeth? –dice y me mira, yo solo me rio.

-¿Qué paso?, eso te lo pregunto a ti.

-Me dejaste.

-No merecías menos –toda seña de llanto se aparta de mi rostro, una mueca de dolor se posa en el de él.

-¿Por qué? –pregunta y me muerdo los labios, suspiro y lo encaro de nuevo.

-Y todavía lo preguntas –ruedo los ojos y me dispongo a irme, el toma mi brazo de nuevo, captura mi mirada con la suya, sus ojos están cristalizados – ¿Todo era mentira?, eso de que tu corazón latía por mí, que yo era tu mundo, que tú te preocupabas por mí, ¿Todo era mentira?

-Elizabeth, no…

-¿No, qué? ¡Era mentira! Lo sé –me suelto de su agarre, aparto con ira una lagrima –Sino –suspiro –nunca lo hubieras hecho –él parece percatarse de lo sucedido.

-Lo viste.

-No solo lo vi, los escuche. Niall, yo pensaba que tenias más carácter –bajo la mirada –no pensé que te fueras a entregar a los primeros ojos bonitos que se te cruzaran.

-No es lo que piensas, Elizabeth.

-Nada de eso, yo sé lo que vi, no necesitas explicarme nada –sentencio fría.

-Déjame hacerlo –dice y coloca su mano en el puente de su nariz, lo aprieta fuerte, ¿quiere llorar? Es un dios, los dioses no lloran, no ante una mortal, no por una –por favor –suplica.

-La besaste, ¿que mas debo saber? LA BESASTE –grito.

-Lo hice.

-¿Pero?, no me salgas con que no querías, porque ella te dio la opción de detenerte, no encuentro una escusa lo suficientemente decente para que yo te crea, mucho menos para que te perdone.

-No hay un pero, no hay una escusa, la bese y me arrepiento de eso.

-Paso una semana, no viniste, me llamaste, pero ¿acaso creías que con una llamada todo se arreglaría?, te dejaste llevar por la señorita fresa, eso no te lo perdonare.