1. Espias

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La alarma de mesa sonó, Hoseok se desperezo y giró por la cama hasta la esquina para apagarla. Eran las diez de la mañana y el sol pasaba a travez de las persianas, calentando las sábanas y tiñiendo todo de cascadas de oro.

Volvió a girar hasta su lugar y se abrazó a la espalda de su novio. Había estado contando los días. Cuatrocientos veintitres días y contando. Cuatrocientos veintitrés días en los que había despertado de igual manera, una mañana mejor que lo otra, era como vivir un sueño.

Ni siquiera podía describir la felicidad, la paz, la dicha que tenía cada vez que despertaba y el mundo lo saludaba así.

— Amor... — susurró al cuello de TaeHyung.

— NOOoooo... — la exclamación del peligris fue acallada cuando el solito hundió su cabeza en la amohada.

— Hay que despertarse, TaeTae.

— Mmmfgkh... —se quejó él haciéndose un ovillo bajo las sábanas, Hobi rió mientras lo abrazaba.

— Es día de semana, Tae, qué habíamos acordado? — su novio no le respondió, por lo que lo levantó con sábana y todo y lo subió sobre él. — Qué habíamos acordado?

— No vamos a holgazanear los días de semana. — soltó Tae, asomando su cabeza y dejándole un beso sobre los labios. — Ya entendí.

Ambos se levantaron y comenzaron a cambiarse. TaeHyung se desperezó haciendo crujir su espalda, Hobi se sonó los dedos de las manos. Ambos soltaron un suspiro y Hoseok se metió en la cocina.

— Lo de siempre?

— Por favor... — TaeHyung se dejó caer en la silla con cara de devastado. Llevaba unos elephants y una musculosa gris, sus pies descalzos resonaban contra el suelo.

— Un café negro fuerte para mi bebé, y una tostada.— le sonrió poniendo la taza y el plato frente a él.

— Gracias, Hoseokie. —sonrió Tae atacando la comida. Hoseok se preparó una chocolatada.

— Nos hacen falta vegetales, iré a la feria. —comentó estirándose debajo de su camiseta blanca.

— Te acompaño.

— Seguro? Tu odias esos lugares.

— Será como una cita. — sonrió Tae apoyándose en la mesa.— Nuestra cita número treinta y dos.

A ambos les gustaba contar, eso era algo que tenían en común.

— Me gusta ese número.— sonrió Hobi mientras le daba un beso y se levantaba.— Iré a ponerme unos pantalones, enciende la moto, quieres?

— Deja que me pongo zapatos...

Tardaron mas de lo esperado, pero ambos salieron rumbo a la feria, y entre puestos de verduras y frutas, Hoseok vió a alguien.

— Tae, te me adelantas y dejas las cosas en casa? —murmuró entrelazando sus manos y pasándole las llaves.

— Qué? Porqué? —Hobi le dió un beso en la mejilla, Tae lo miraba como un niño perdido.

— Un compañero de trabajo quiere hablar conmigo. —sonrió, ante eso el menor asintió mas calmado.

— Ten cuidado. — dijo dejándole un beso en los labios.

— Siempre, ten el almuerzo listo, quieres? —sonrió.

— No se cocinar. — rió alejándose, Hobi rodó los ojos, vivir con TaeHyung era como mantener a un niño.

Miró a los costados y se acercó al chico del barbijo negro, ambos caminaron en silencio hasta una plaza.

— Habla ahora.

— Yo también te extrañé, J-Hope.

— No estoy para juegos, RM. — dijo serio.— Qué haces aquí? Cómo nos encontraste? Quie...

— Sssh, ssh... —dijo cubriendo su boca.— Cálmate, tranquilo, estoy aquí porque tenemos trabajo.

— Tenemos? — inquirió él.— Yo ni siquiera...

— Tenemos, porque los convencí de hablar personalmente contigo.— lo calló.— Agradeceme, porque si no fuera por mí, hubieran irrumpido a tu apartamento esta mañana.

— Qué?!

— SSSHH! —agitó sus manos NamJoon. Hoseok se acercó a él, miró hacia todos lados.

— De quiénes estamos hablando, Joon?

— El gobierno Ruso. —murmuró él apuntando a una camioneta.

Hobi los observó, luego negó.

— No voy a entrar ahí.

— No hay opción, o entramos a las buenas o a las malas.

— No, no lo entiendes, Joon, amo mi vida, si? Por favor hermano... —se quejó.

— No hagas que me maten, andando.

Tiró de él hasta la camioneta, ambos subieron. Dentro, había un hombre de uniforme negro, y varios agentes.

— ... Bonjour? —soltó Hobi al ver que nadie hablaba.

— Él es el Embajador de Rusia, está aquí para llevarnos a con las Fuerzas Especiales.

— Es un placer, Jung Hoseok.

— Mire, yo debería estar almorzando, o como mínimo, comprando repollos, hable rápido.

El hombre le tendió un portafolios.

— Mañana en la mañana sale un vuelo a Rusia, tres pasajes. — habló.

— Qué? Usted a mi me ve cara de idiota?

— Escúcheme, señor Jung, el futuro de la Nación está en juego! —el hombre se inclinó.— Necesitamos de usted, el país lo...

— Hoseok tomará el vuelo, Embajador. —cortó NamJoon. El hombre asintió.

Hobi no supo si tomarlo como educación o una amenaza, pero la camioneta los dejó en la puerta de su casa.

— NamJoon, me explicas en este puto instante o te juro que mañana en vez de estar en Rusia estaremos en tu entierro. —soltó en cuanto el vehículo arrancó.

— Okey, okey, mira, Estados Unidos esta a punto de declararle la guerra formal a Rusia, y eso no es bueno.— soltó él.— El gobierno y las fuerzas especiales quieren poner... Espías... En el territorio.

— Qué?! A ver, a ver... Nos quieren de espías? —exclamó tomándose el cabello.— Joon... No quiero meter a Tae en esto, yo... Él...

— Tranquilo, no saben de V. Tampoco de Jin, si? Esto es entre nosotros.

— Alto, entonces porqué hay tres pasajes?

— Hoseokie! Mira quien vino a visitar! — TaeHyung abrió la puerta, Hoseok empujó a NamJoon contra un arbusto, haciendo que este tropezara y cayera detrás, quedando oculto a los ojos del peligris.

Detrás de Tae, asomó un joven petiso, de cabello rosa platinado, llevaba en sus manos una taza de café.

— Hola J-Hope. —sonrió Jimin. —Linda casa.

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