21. Todos quieren matarse, estoy cansandome de pensar títulos

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— Jin, Confirmación, a la terraza, ahora. —entró Suga a la habitación, lamentablemente después de eso cayó inconsciente a suelo. Los dos mercenarios la miraron en silencio antes de reaccionar y ponerlo boca arriba.

— Mira su hombro, habrá que llevarlo al hospital. —soltó Jin. Ímogen asintió, y le ayudó a desgarrar parte de la remera.

— Es solo una dislocación y un par de raspones. —contempló. — Nada que un buen golpe no pueda solucionar.

— Será mejor que...

— Está bien, SeokJin. —murmuró parándose. Luego apoyó su pie sobre el hombro dislocado, amagó como si fuera a darle a una pelota de golf, y saltó con todo su peso sobre el hueso mal posicionado.

— MIERDA! ME CAGO EN LA PUTÍSIMA MADRE QUÉ TE DIÓ A LUZ MALDITA DESCEREBRADA! —gritó Suga levantándose del dolor. Se tomó el hombro temiendo que lo hubieran empeorado.

— No es nada, ya está bien, ves? —dijo palmeandolo, Yoongi reprimió otro grito dolorido y se sentó al borde de la cama.

— Ay que hablar. —susurró mirándolos.

— Aquí no hay cámaras. —se encogió de hombros Jin.

— Pero puede haber micros, subamos.—dijo ella. Los tres le siguieron el paso hasta salir a la terraza.

— Qué sucedió?

Con el hombro palpitante y un hambre de la mierda, Suga les contó todo, omitiendo tal vez que le había advertido a NamJoon sobre esos dos.

— Jackson... Y dónde dejaste el cuerpo?

— Lo prendí. —se encogió de hombros.

— Cómo no... —mascullo Ímogen.— Entonces La Perra está saboteando su propia misión, porqué? —murmuró pensativa.

— Tal vez quiere matarnos.

— No lo creo, ya lo hubiera hecho. —dijo Jin. — Hay que hablar con Tae.

— No ahora, V me ha dicho que Marcella tiene restreadas nuestras llamadas, y no podemos arriesgarnos a desaparecer para usar otro teléfono público. —dijo Suga.

— Habrá que esperar, de ahora en adelante, MClean no es de fiar. —zanjó Ímogen.

Los tres se quedaron en silencio, repasando los pasos que los habían llevado hasta ese punto en sus vidas, el rey de la mafia, el incendiario y la asesina a sueldo, todos jugándose la vida en una terraza en Las Vegas.

— Bien, alguien quiere un trago?
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— Qué ella es quién?!

La hermanastra de la niña que tú...

— Í-Ímogen me engañó. —soltó Jimin cubriéndose la cara, no sabía si sentirse aliviado o querer llorar. De su boca salió una risa que rozaba la locura. — La muy perra me engañó! Y yo le perdoné la puta vida!

Del otro lado de la línea, HoSeok se estaba preocupando por la decreciente cordura de su amigo.

Oye, estás bien?

— No puedo creerlo, mierda, porqué no le disparé? —reía Jimin, al borde de una crisis. — Amigo, estoy tan muerto...

Pero qué dices?

— No lo entiendes, esa loca me va a asesinar, dios, HoSeok, me está cazando y yo no me daba cuenta. —dijo de repente con miedo. — Joder, y tiene a Suga.

No, alto, stop, McPerra no sabe que Suga te conoce, mucho menos que están en... Lo que sea que estén ustedes dos, de hecho no quiero saber.—soltó Hobi. — El punto es que hay que avisarles, todos tenemos que largarnos de este embrollo cuanto antes.

— Lo sé, lo sé.

Me ha hablado el Embajador sobre las memorias, me dijo que hay que dárselas a un tal Ergorova... Creo que es el jefe del tipo que mató tu novio... Uh... Frederick no-se-cuanto.

— Okey, te ha dicho dónde?

Si, es en... Mierda, es en Washington. —mascullo mirando su computador.

— Se va a armar lío.

Lo sé, lo sé, el intercambio es en un almacén abandonado, dios, qué quemado... Bueno, le enviaré a Joonie las coordenadas.

— Bien, hablamos luego, hermano.

Cuídate, JiMinnie.

En cuanto la llamada se cortó, JiMin le dió un puñetazo a lo primero que tenía cerca, que resultó ser una ventana de auto. Pateó el cacharro con todas las ganas posibles.

— Ugh...! Porqué?! —se quejó al cielo.

Estaba en un basusrero de autos a medio camino de la ruta, NamJoon lo había dejado ahí, prometiendo que lo recogería en cuanto volviera de la estación de servicio.

JiMin rogó al cielo para que el auto milagrosamente explotara y él se quedara varado entre esos autos viejos, así tal vez MClean no lo encontrara nunca.

— Quiero morir. —mascullo con pena.

Morirse es cosa de maricas le hubiera soltado Suga. Entonces JiMin y él se hubieran puesto a discutir para luego terminar besuqueandose en el sillón.

— Joder, Yoongi, porqué siempre te metes donde no te llaman? —se quejó con enojo. Aunque sabía que no era culpa del incendiario, después de todo, era JiMin quien había matado a esa niña.

No empieces se dijo a si mismo, para luego destapar su refresco y darle un buen sorbo.

— Ugh, odio la Sprite. —murmuró dejando la lata. Un vago recuerdo de Suga diciéndole que esa era la bebida favorita de HoSeok le llegó a la mente.

Dije que dejaras de pensar en él se volvió a reprender. De seguro está vivito y coleando, el muy malnacido, de seguro.

Aunque conociéndolo, Suga podría estar tranquilamente siendo atropellado por un auto en ese momento. O peor, podría estar jugando a la ruleta rusa con alguien.

Suspiró, con la impotencia en la garganta ya que no podía hacer nada mas que rogar para que SeokJin cuidara de su novio.

Se levantó del capó del auto cuando vió las luces de los faros provenientes del vehículo de NamJoon. Se acercó a él a paso descuidado.

— Y?

— Sube, hay que ir a Washington D.C.

El pelirosa sonrió, subiendo al asiento del acompañante, al parecer, a NamJoon le habían llegado las coordenadas de HoSeok.

— Adivina quién quiere asesinarme?

— La pregunta es quién no. — respondió NamJoon mirando al frente. — Hobi ya me contó, ya me dan ganas de matarte también.

Jimin rió, no por el comentario de NamJoon, sinó porque la situación en la que se encontraba era tan ridículamente jodida que no encontraba mas que reírse de él mismo.

— Creo que voy a termiar muriendo de estrés. —comentó.

— Si no te mata la bala, la preocupación lo hará. —murmuró NamJoon. Jin solía decirle eso, puesto que su padre lo había criado con esa frase.

A qué se refería Suga con que se cuidara de Jin?

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