11. El conejo perdido

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— Amor.

— Te dije que estoy bien.

— Pues para ser una espía mientes bien para la mierda, no? —soltó Jungkook. — Qué sucede, Confirmación?

— Nada, Kook, te lo juro. —se quejó.— Es solo que... No me gusta que estés aquí.

— Como?

— No puedo trabajar contigo aquí, tu... Me distraes, si? —dijo agitando sus manos. — No puedo dejar de pensar que algo malo te va a pasar y yo... Y-y me está estresando, entiendes?

— Estas... Preocupada. —consultó.— Por mi.

— Solo... Mantente alejado por hoy, no quiero meterte en problemas.—dijo.

No sabía si reír y llorar. Ímogen estaba preocupada por él. Ella era mas que mala con las emociones, y nunca se había entendido con las palabras, por lo que le era muy difícil expresarse con Jungkook.

— Está bien. —suspiró. Dios, estaba mas que metido en problemas.

— Iré a tomar algo antes de salir. —murmuró alejándose.

Cuando se quedó solo, se acercó al bolso de su novia y rebuscó hasta dar con la memoria USB.

— Por favor, perdóname por esto. —dijo con una sonrisa de nervios mientras se la guardaba en el bolsillo interno de su chaqueta, junto con la memoria que le había quitado a Jin mientras dormía.
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— Y cómo vas con V?

Pues, de qué me podría quejar? Es el amor de mi vida.

— Eres un pegajoso, le apuesto al cero? —Jimin miró la rueda de la suerte frente a él.

No, el cero fue hace dos rondas, apuestale al veintiuno.

— Doscientos mas al veintiuno. —dejó las fichas.

Jimin, baja ahora. —la voz de NamJoon interrumpio su concentración por intentar que la canica siguiera sus ordenes y cayera en el veintiuno.

— Pero...

Ahora, comienzan a entrar.

— Solo espera cinco seg...

Jimin.

— Bien, adiós al dinero. —soltó abandonando sus fichas. — Mas vale que no haya caído en veintiuno.

Te cuento algo gracioso? —rió Hoseok mientras oía el festejo de los jugadores a sus espaldas

— No.

— JHope, busca identidades de quienes cruzan la puerta. —susurró NamJoon prendiendo la cámara que llevaba al cuello de su camisa.

A la orden, jefe. — Hoseok comenzó a teclear desde su computador, sentado en el café a dos cuadras del departamento que compartía con Tae.— El del moño marmolado, es Frederick Gorsthy, debería tener información para dar.

— Jimin.

Ya se, ya se, le pongo un rastreador.

Vió al pelirosa chocar "accidentalmente" con Frederick y palmearle el hombro, luego giñó un ojo en dirección a NamJoon.

— Siguiente.

Les habían puesto correa a siete personas cuando Hoseok habló.

Mierda.

— Qué?

Acabo de ver a alguien que el sistema no toma. —se oyó su voz.— Pero yo si la conozco.

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