18. Al fin, una pista sobre ella

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Los tres miraban la vieja construcción reducida a cenizas con nostalgia. El menor suspiró y se adentró.

— Podré sobrevivir un par de días hasta encontrar un lugar dónde esconderme. —dijo con toda la positividad del mundo.

— Seguro? —dijo NamJoon no muy convencido.

— Por supuesto que puede, vámonos.—dijo Jimin tirando de él.— Suerte Jungkook.

— Adiós hyung. —sonrió él.

Jimin y NamJoon arrancaron el auto y salieron disparados, Jungkook caminó entre los escombros hasta llegar a la escalera parcialmente destruida que llevaba hacia las habitaciones que habían ocupado hace años.

— La mia era esta... —murmuró abriendo la puerta, pero había un gran agujero en el suelo. — Mmmm... No.

Subió un piso mas hasta la que recordaba como la habitación de Ímogen, esta estaba casi intacta, de hecho, solo había cenizas por todos lados.

Dejó su mochila con provisiones en una esquina y se sentó en la cama. Este lugar le traía muchos recuerdos.

Era casi como verla allí sentada, repasando las carpetas de expedientes hecha un indiecito sobre la manta tendida, echándole un ojo cada tanto y recogiendose el cabello detrás de la oreja continuamente.

Suspiró, tenía ganas de estar a su lado. No de manera sexual ni nada, de hecho pocas veces se habían acostado. Solo la extrañaba, quería pasar su mano por su cabello y hacerle cosquillas, quería frotar sus narices y descansar en su hombro un rato.

— Mira lo que me haces, tonta. —murmuró frotándose la frente, decidió hecharse a dormir pero primero se puso a revisar la casa en busca de algo útil.

Y vaya sorpresa, no tardó ni medio minuto rebuscando en el armario cuando encontró una libreta arrugada. Estaba hecha mierda, pero aún así Jungkook la tomó y se acercó a la ventana para examinarla.

Estaba llena de números de teléfono y coordenadas. Había direcciones de todas partes del mundo y millones de páginas web en ellas. Frunció el seño al reconocer la letra.

— Diablos, bebé. —murmuró pasando las hojas. Eso era de Yoon.

Algo le llamó la atención, una de las páginas tenía un número de teléfono anotando, y debajo se leía Residencia de Discapacitados de Seúl. y todo estaba resaltado con marcador rojo, con una nota al pie de la hoja que decía 'Recuerda llamar todos los 12 de Octubre!'.

El chico soltó un silbido de sorpresa al tiempo que sacaba su móvil y marcaba.

Buenas tardes, se comunica con la Residencia de Discapacitados de Seúl, cómo puedo ayudarle? —habló una voz femenina.

— Hola... Hum, buenas tardes, quisiera pedir información sobre uno de sus, hum... Pacientes? —dijo dudoso.

Por supuesto, a quién busca?

— Yo... Eh, no estoy seguro, verá, mi novia dejó este número y dice que debo llamar el doce de Octubre. —explicó. La secretaria tardó en contestar.

Muy bien, lo siento jóven, no podemos pasar información privada por teléfono, espero que lo entienda.

— Oh. —dijo con desilución. — E-esta bien, gracias, de todas maneras...

Espero tenga un buen día.

— Alto, espere, podría pasarme la dirección de la residencia? Si voy tal vez puedan ayudarme? —dijo con un poco de esperanza.

Claro, tiene un bolígrafo a mano?
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Chicos, chicos, chicos. —la voz de Hoseok por el teléfono hizo que Jimin se replanteara la idea de cortar la llamada ahí mismo.

— Estaba oyendo Britney Spears! —se quejó.

Eso no es música de abuelo?

— Muérete. —murmuró. NamJoon subió el volúmen de la llamada.

— Qué pasa, Hoseok?

El informante me acaba de mandar una triangulación, es en una estación de servicio en la estatal. —dijo el chico del otro lado del teléfono.— Y... Creo que es Suga.

— Porqué crees eso? —soltó Jimin.

Bueno... Dice Marilyn.

— Es él. —confirmó Jimin. — Hay que ir.

— No, de ninguna manera irás tú, si Suga te vé o se entera de que estás aquí se va a volver loco. —negó mientras conducía.

Jimin quiso contradecirlo, en serio quiso, pero muy en el fondo, sabía que en cuanto Yoongi lo viera iba a ir directo a golpearle la cara.

— Bien.

Qué hago entonces? Le mando un mensaje en plan 'Gracias pero paso' o...

— Iré yo, Hobi, sólo yo. —cortó NamJoon.

— Y yo qué hago? —se quejó Jimin.

— No lo sé, Jimin, no tengo ni puta idea, joder, estoy hasta la nariz de tanta tensión! —dijo tocando la bocina con rabia. — No duermo hace mas de cuarenta y ocho horas, muero de sed, y encima tengo que soportarte a tí cada condenado segundo, solo cierra la maldita boca!

Golpeó el volante con mas fuerza de lo debido y se detuvo en el semáforo, Jimin lo miró en silencio.

— Y porqué mierda está SeokJin en todo esto?! Maldita sea! —gritó un poco mas. — Mierda!

Jimin notó que respiraba con agitación, comprendió entonces que NamJoon estaba teniendo un ataque de ansiedad. O un ataque de ira. El recuerdo lejano de aquella vez en la que empujó a ambos fuera de un camión en movimiento salió a flote.

— O-okey, mejor si estacionaa el auto... —dijo, a lo cuál NamJoon pegó un volantazo y se metió en la banquina.

Ni siquiera apagó el motor y salió cerrando de un portazo, Jimin lo observó caminar hasta un arbusto y patearlo con ganas hasta dejarlo hecho una pila de ramas. Lo miró hacerle lo mismo a tres plantas mas hasta que volvió hasta él y se sentó sobre el capó.

— No estoy funcionando, ni siquiera puedo pensar con claridad. —se quejó con impotencia.

— Joonnie, sabes qué? Tómate una siesta, son horas hasta la ruta estatal, ponteo cómodo en los asientos traseros, yo conduzco. —sugirió acercándose.

— No puedo dormir con el estómago vacío. —se quejó como si fuera un niño.

— Yo puedo solucionar eso, por aquí cerca debe haber una estación de servicio, compraré unos sándwiches ahí. —dijo palmeandole el hombro. — Andando, no tienes porqué preocuparte, todo se resolverá.

NamJoon asintió sin mucho ánimo, se metió en la pare trasera del auto y se acomodó lo mejor que pudo para intentar dormir. Era difícil, le hubiera gustado que Jin estuviera ahí, leyendole con mal acento La Sirenita.

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