3. Notificacion

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Hoseok le tenía terror a las alturas, por eso Tae se preocupó al oír de su 'viaje familiar'. Intuía que algo tenía que ver con la visita de Jimin, puesto que en cuanto Hobi apareció, ambos jovenes tuvieron una charla privada fuera del departamento, y posteriormente el pelirosa se despidió de ambos.

Y ahora estaban ahí, TaeHyung rogando por ir con él y Hoseok rogando porque

— No, amor, no puedes venir, en serio, si? Por favor...

— Está bien, no iré pero... Cuándo volverás? —se quejó rascándose la nuca.

— No lo sé, Tae. —suspiró.

— Esto no es un viaje familiar, verdad? —murmuró él.

— ... No. Es... Es trabajo, TaeTae. — confesó.

Trabajo. —asintió él. Hobi ya la veía venir.— Siempre es trabajo.

— Escucha, amor, sabes que daría todo por tí, pero... Estoy obligado a hacer esto y yo... Te juro que cuando termine, nos iremos.

— Irnos a dónde? A otro departamento en otra ciudad que no conocemos, en un país extranjero con un idioma que ni siquiera hablamos? A escondernos del resto del mundo? — preguntó dolido.

— No, no... Yo... No lo sé... —Hobi se cubrió la boca.— Esto es una mierda.

— Lo és. —asintió Tae.

— Prometo que todo estará mejor, lo... Lo prometo.

Tae negó, lo abrazó con fuerza, aferrándose a la esplada de su remera y escondiéndose en su pecho.

— Está bien, Hobi, no podemos controlar nada. —el pelinegro asintió.

Hoseok puso una mano en la mejilla de su novio y lo hizo mirarlo.

— Te amo.

— Yo también. —susurró Tae, luego le dió un beso largo y triste.

Una cosa que TaeHyung sabia hacer era darle sensaciones a sus besos, podía hacer de un beso 'feliz' o 'triste' o incluso hacer de un beso mundos, colores, sentimientos. Ese beso era como una ventana fría empañada de lluvia, era como el azul del mar. Ese beso era triste.

Pero la tristeza no duró, Hobi sintió como las suaves manos de Tae se deslizabn por su espalda y tiraban de la tela de su camiseta.

El beso tomó entonces el color del fuego, cálido y apasionado, y Tae entonces bajó sus labios a su cuello, aún abrazándolo lo besó.

Hobi retrocedió chocando contra la mesada, y se separó.

— Ahora no, Tae...

— Te irás mañana, quién sabe en cuanto volveré a verte, o si siquiera... Quién sabe si volverás.—murmuró él.

— Sabes que voy a volver, no es como si me fueran a... —cortó la frase en cuanto se dió cuenta, TaeHyung no habló.

No es como si me fueran a matar, o si?

— Volveré, lo prometo. —dijo con convicción. TaeHyung lo miró a los ojos como si intentara hacerle ver la verdad.

Luego volvió a besarlo.

— Entonces hagámoslo por este pequeño tiempo que tuvimos juntos, nuestros cuatrocientos veintitrés días en el paraíso. —le sonrió con un dejo de tristeza.

Entre besos, caricias y demás, llegaron a la habitación, desarreglaron la cama que Tae cuidadosamente había tendido en la tarde, intentando aprovechar el tiempo al máximo, sintiendo cada segundo como si fuera el último, cada caricia y cada espasmo como lo mas preciado en el mundo.

Al día siguiente, cuando el despertador sonó a las diez, TaeHyung tuvo que rodar sobre el lado vacío de la cama para apagarlo. Y el silencio siguiente fue solo eso, silencio. Y la luz que pasaba por la ventana le molestaba.

Se quedó en la cama hasta el mediodía, porque nadie estaba ahí para levantarlo, y él solo no tuvo la voluntad. Sólo se dignó a salir de la habitación cuando el estómago le rugía de hambre, y se obligó a preparar un miserable desayuno a pesar de que eran las dos de la tarde.

Suspiró y se sentó en su escritorio, habían sido cuatrocientos veintitrés días en el paraíso, ni uno mas, y ahora, qué?

Apuró su taza de café mientras miraba la pantalla negra de ordenador, se vió reflejado en ella y la imágen no le agradó mucho.

— Él está bien. —dijo con tono firme y seguro.— Estará de vuelta en menos de lo que espero, y estará bien.

Se frotó la cara con desgana, y al fin encendió la computadora.

Ambos trabajaban en esa habitación, comparada con el resto de la casa, parecía un cuarto de la matrix; los cables serpenteaban por el suelo y las paredes estaba llenas de repisas con distintos artefactos eléctronicos. Era casi enloquecedor estar ahí por mucho tiempo, mas la joven pareja de hackers disfrutaba de su orden caótico.

TaeHyung alzó la vista de su taza de café al oír el tiembre proveniente de su computadora. Por un segundo entró en pánico creyendo que un virus le había jodido el disco pero no, la pantalla estaba negra, aún encendida, y sólo llevaba un ícono rojo con una frase.

'V, tienes una nueva notificación'.

El peligris se quedó observando los píxeles.

— Qué? —susurró tecleando, sabía que era algún tipo de truco, no era un mensaje automático, alguien había logrado poner esa oración en su pantalla.

Pero en cuanto apretó la primera tecla, una catarata de unos y ceros inundó la pantalla.

— Genial. —se quejó mientras congelaba la pantalla y desconectaba el ordenador. Conectó la pantalla a una fuente alternativa, ahora tenía esos números aislados.

El tic tac del reloj lo acompañó en las horas que gastó traduciendo esos códigos, eran coordenadas, tres en total.

— Es una triangulación! —resolvió al final, y sacó de debajo de los muebles un mapa de la ciudad.

Tardó minutos en encontrar el mensaje, era un lugar, no muy lejano de ahí; uno de esos clubes nocturnos de poca monta. TaeHyung se puso unos jeans y tomó una chaqueta, dispuesto a averiguar quién lo estaba llamando.

— Tranquilo Hoseokie, me voy a cuidar. —murmuró tomando el arma que guardaba bajo el colchón.

Salió de su departamento con el rostro oculto, mirando a los lados y con paso rápido, recorrió las cuadras amparado por las luces blancas y crudas de las veredas, y observó el lugar antes de entrar.

Estaba revestido de carteles de neón y luces ultravioletas, la música se oía a todo volúmen. V cruzó la calle y entró, alerta.

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